viernes, 19 de abril del 2024
 
Por Eduardo Moreno Loyo
Columna: Ecos de la invasión yanqui
Anécdotas de los abuelos de 1914
2014-04-23 | 10:38:11

•El sable que el Coronel regalara
a mi padre cuando niño
•Se donará al Museo de la ciudad
de Veracruz

Recuerdo desde siempre haber visto en
casa de mis padres, el ingeniero Marciano
Moreno Romero y doña María del
Rosario Loyo Zamudio, un arma blanca
de corte antiguo, que nosotros de niños
llamábamos simplemente “la espada”
y presumíamos a nuestros amiguitos
cuando nos visitaban, causando su
admiración.
Al tener uso de la razón, al igual que
mis cinco hermanos: María del Rosario,
Marciano Alberto, Arturo, Rogelio
y Gerardo, escuchamos de su voz y de
nuestra inolvidable abuelita, Angelita
Romero Ortiz viuda de don Marciano
Moreno Fabareaux, sus fascinantes
narraciones sobre el origen de esa arma
en nuestra casa, sobre su poseedor
original, el Coronel Manuel Contreras
y su heroico papel en la defensa civil
del puerto de Veracruz ante la invasión
yanqui de 1914, y algunas anécdotas
ocurridas a nuestros ancestros sobre
este trascendental suceso, que hoy me
permito referir.
En 1914, nuestros abuelos paternos
vivían junto con nuestros bisabuelos,
José María Romero y Angela Ortiz -en
la Avenida 5 de Mayo, número trece,
entre Emparan y Juárez del viejo Veracruz-
donde nacieron sus tres hijos:
Marciano Andrés, en 1913, María de
los Angeles, y el menor José.
Contaba mi abuelita: “ mi padre José
María era un hombre recio y decidido,
que incluso en una ocasión se enfrentó
y amedrentó al célebre bandolero conocido
como Santanón, al frustrarle un
asalto al tranvía de mulitas, allá por el
rumbo del cementerio, ante la cobardía
de los policías, que se escondieron tras
unas bancas”, también refería, “en el
14, ante la invasión yanqui, mi padre
ya hombre mayor se aprestó a combatir
con algunas viejas armas que conservaba,
pero al no encontrarlas en su
lugar, cuestionó a su esposa: ‘Angela,
¿dónde están mis armas?’, a lo que ella,
sabiendo su carácter, le contestó… ‘si las
quieres tendrás que sacarlas del fondo
del pozo, donde las arrojé’. Frustrando
con ello su intención”.
El momento más difícil para las familias
Moreno y Romero fue durante
la intervención, ya que nuestro abuelo,
Marciano Moreno Fabareaux era
entonces jefe de las oficinas del cable
submarino, en la calle de Emparan, de
la compañía norteamericana Western
Union, que vía Galveston comunicaba
telegráficamente a Veracruz con la
Unión Americana y de ahí a Europa,
con el cable transatlántico. Por lo tanto,
instalación importantísima para el
invasor.
Al concretarse la ocupación, mi
esposo Marciano y teniendo su primogénito
menos de un año –decía nuestra
abuela Angelita- desoyendo súplicas y
consejos, decidió acudir a las oficinas
del Western Union, por considerarlo
su deber.
Con el corazón en la mano, la angustia
de mis padres y su hijo en mis
brazos, lo vimos partir a las desoladas
calles, no teniendo noticias de él en tres
días, que fue cuando nos contó que los
norteamericanos lo habían retenido,
cuando irrumpiendo estos violentamente
en la oficina del cable, procedió
a mandar un último mensaje: “En estos
momentos están entrando los soldados
yanquis a las oficinas. Procedo a destruir
el equipo”.
Durante la ocupación extranjera,
se estableció en la ciudad el toque de
queda al oscurecer y las casas tenían un
patio central. Narraba riéndose nuestra
abuelita: “En una ocasión a media noche,
nos despertó un fuerte ruido en el
patio, al acudir mis padres a ver de qué
se trataba, se percataron que yacía en
el piso un mariner gringo.
Mi madre al verlo inerte, exclamó,
José María, trae el árnica que este hombre
se muere, a lo que su bravo esposo
contestó, que árnica ni que nada, palos
le voy a dar a este desgraciado”.
Posteriormente la policía militar
yanqui se lo llevó y se supo que en el
rumbo había unas “muchachas” a las
que buscaba el soldado, cuando se desbarrancó
en sus correrías nocturnas
por las azoteas.
Años después, la familia Moreno
Romero cambió de domicilio a la Avenida
Bravo, esquina Aquiles Serdán,
siendo vecinos, a casi contra-esquina
sobre la misma avenida, con la familia
del Teniente Coronel Retirado Manuel
Contreras Ojeda, héroe de la defensa
civil a Veracruz en 1914, con su esposa,
doña Chole y su hija Consuelo, quien
se casó con don Feliciano Prado, cuyos
descendientes fueron Prado-Contreras.
Las familias generaron amistad y
como era la usanza se visitaban y frecuentaban,
dice mi tío, el doctor José
Moreno Romero: “A mi hermano mayor
Marciano, que tendría entre 12 y 13
años, le causaban estupor y admiración
los relatos y particularmente la espada
del viejo Coronel, generando un vínculo
especial entre ellos, de tal forma que ya
anciano, se la regaló”.
Sabiendo después que dicha arma
es conocida como sable de mando de
los oficiales de Infantería del Ejército
Mexicano, de fines del siglo XIX y principios
del siglo XX, complemento de
su atuendo y distintivo de su jerarquía.
Al pasar de los años y al casarse nuestros
padres, siempre llevaron consigo,
en sus diversos domicilios, al preciado
objeto, ya que mi padre tenía particular
gusto por la historia de México y la de
su Veracruz, siendo un extraordinario
y apasionado narrador.
El distintivo sable permaneció
muchos años en la casa de nuestros
padres -en Paso y Troncoso, número
13- el preciado objeto, dentro de un
armero de madera y cristal, quedando
a su muerte, bajo mi resguardo.
Estando por cumplirse el centenario
de la gesta de Veracruz en 1914, por la
que ganó su título de cuatro veces heroica,
con la participación de los cadetes
de la Naval, de gente del pueblo de
diversos sectores, de héroes anónimos
en sus diversas trincheras, del Coronel
Contreras y sus voluntarios, todos dispuestos
a ofrendar su vida en la defensa
de su ciudad y patria.
Acordé con nuestra querida madre,
doña Rosario Loyo de Moreno, quien
nació precisamente en 1914, que la reliquia
familiar del sable de mando del
prócer, se donara al Museo de la ciudad
de Veracruz, por considerar que así lo
hubiese querido nuestro inolvidable padre,
ya que de esta forma en exhibición
perenne, podrá servir de ejemplo cívico
para las presentes y futuras generaciones
de veracruzanos.
El acto de donación se efectuará al
alcalde, Ramón Poo Gil, el jueves 24 de
abril a las 20:00 horas, en el Museo de
la Ciudad, complementando la magistral
conferencia que sobre la defensa
del puerto, sustentarán los eruditos
en el tema, Ricardo Cañas y Víctor
Gardoqui.


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