jueves, 25 de abril del 2024
 
Por Raymundo Jiménez
Columna: Al pie de la letra
2015: ¿Centralazo?
2014-04-23 | 22:05:54
Unos porque aseguran que quieren servir desde el Congreso de la Unión al pueblo veracruzano y a la administración de su jefe político, el gobernador Javier Duarte de Ochoa, y otros porque en realidad andan desesperados en busca de fuero e impunidad, pero al menos hay una veintena de aspirantes del PRI a la diputación federal –entre secretarios de despacho, legisladores locales, líderes sindicales y destacados personajes del partido tricolor, muy identificados con el régimen duartista–, que con bastante anticipación han iniciado no solo un disimulado activismo en sus distritos de origen o donde están avecindados sino que inclusive han ido cooptando a militantes de la oposición y hasta a funcionarios distritales del Instituto Federal Electoral, recién desaparecido y sustituido por el Instituto Nacional Electoral.
Sin embargo, a varios priistas de Veracruz que actualmente despachan en diversas dependencias del Gobierno de la República en la ciudad de México, les ha entrado la duda si todos estos aspirantes que andan tan movidos lograrán pasar en 2015 los filtros de las dos aduanas presidenciales: la de Los Pinos, que está en manos del jefe del Ejecutivo federal, Enrique Peña Nieto, y la del Comité Ejecutivo Nacional del PRI que encabeza César Camacho Quiroz, a quien precisamente se le candidatea para coordinar a la próxima diputación tricolor.
Y es que no es por aguarles tan temprano la fiesta de su esperada nominación a los precandidatos duartistas, pero sus correligionarios exiliados en el DF afirman con mucha seguridad que no se descarta que de última hora resulten nominados otros prospectos más cercanos y afines a Peña Nieto, quien cada vez manda señales preocupantes del nuevo Presidencialismo Imperial a los gobernadores de su partido, a los cuales acaba de dar un manotazo con la amenaza de la controversia constitucional por la reforma educativa.
Si la percepción de estos priistas no es equivocada, entonces no se descarte que el mexiquense retorne al esquema anterior del partido hegemónico, cuando el Presidente de la República en turno decidía las candidaturas del PRI a las gubernaturas, senadurías y diputaciones federales, dejando en manos de los gobernadores de su partido solamente las nominaciones a las alcaldías y al Congreso local.
Pero no está por demás que los duartistas sigan trabajando políticamente sus distritos, pues qué tal si de veras les dan un centralazo y les mandan candidatos “golondrinos”, obligándolos a sacar su elección a como dé lugar.
En 2012, como candidato presidencial, Peña Nieto por necesidad tuvo que pactar con todos los gobernadores priistas y cederles las candidaturas de mayoría relativa a la diputación y al Senado de la República. Algunos, como Duarte de Ochoa, le cumplieron: ganaron en Veracruz los dos escaños senatoriales y 15 de las 21 curules federales, aunque la elección de Presidente la perdió el mexiquense por una diferencia de escasos mil votos ante Josefina Vázquez Mota, del PAN.
Ahora, ya en “la plenitud del pinche poder”, como se regodeaba a mediados de su administración el entonces gobernador Fidel Herrera Beltrán, habrá que ver si Enrique Peña se erige en el Gran Elector de los próximos candidatos del PRI a diputados que lo acompañarán toda la segunda mitad de su sexenio (2015-2018) o si los gobernadores logran salirse nuevamente con la suya imponiendo a sus incondicionales que, en el caso de Veracruz, solo le servirán casi un año a Javier Duarte, cuyo mandato finaliza en noviembre de 2016.


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