jueves, 25 de abril del 2024
 
Por Armando Fuentes Aguirre
Columna: Mirador
2014-04-24 | 09:05:36
Argos era un hermoso perro, un pastor alemán.
Cuando mi amigo -su dueño- y yo charlábamos, él seguía con atenta mirada nuestra conversación, y no hacía ninguna demostración externa de escuchar las tonterías que decíamos. Porque las entendía, estoy seguro. Pero las sabía perdonar. Los perros, igual que los santos y que los seres que aman, lo perdonan todo.
Un día Argos desapareció. Confiado, siguió quizás a alguien que le hizo una caricia y luego lo robó. No sabemos. El caso es que desde ese día Argos ya no estuvo ahí diciéndote con ambos extremos de su cuerpo que te quería: con su ladrido alegre y con su cola jubilosa. Los hijos de mi amigo lloraron. Y él lloró también, aunque a escondidas.
Pasaron ocho meses, Y un día Argos volvió a casa. Apareció así, de pronto. La sirvienta, nueva en la casa, le dijo a mi amigo que en el jardín estaba un perro que no se quería ir. Mi amigo fue a verlo, y ahí estaba Argos, flaco, lleno de señales de golpes, con una cicatriz en torno de su cuello, como si hubiera estado siempre atado. Mi amigo llamó a sus hijos, y ellos lloraron otra vez. Y mi amigo también lloró, ahora a la vista de todos.
Homero escribió de un perro que también se llamaba Argos y que murió de alegría al ver llegar a su amo, ausente durante muchos años. Muy bien conocía a los hombres Homero. Por eso pudo escribir acerca de los perros. Son tan humanos.
¡Hasta mañana!...

MANGANITAS
POR AFA

“...Subirán las tarifas aéreas...”.
Eso me causa recelos,
Pues en forma contumaz
Suben más, y más, y más.
¡Y eso que andan por los cielos!


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