2014-11-21 | 09:12:58

Pasado el mediodía de este jueves se activó la alerta de evacuación de los edificios públicos del gobierno del Estado. La administración estatal pidió que los trabajadores desalojaran las oficinas que laboraban normalmente.

Lo mismo se hizo en la secretaría de Finanzas que en la de Salud, o en la de Seguridad Pública que hace varios días está tapizada con madera para evitar queden los cristales expuestos. De igual forma la secretaría de Educación. Todos hacia afuera.

Y es que la advertencia empezó a correr de oficina a oficina, ante las marchas inminentes de protestas anunciadas para la tarde de ayer para exigir justicia por el caso de los desaparecidos de Aytozinapa.

Pues bien, las medidas precautorias para que de haber desmanes no sea algún empleado lastimado o el personal retenido por los manifestantes son las adecuadas, pero sin duda que empieza a generar temor entre quienes se encuentran en las dependencias realizando trámites.

Y peor aun, quienes apuestan a la violencia o al desorden en este tipo de protestas, parecen haberse dado de topes con la pared, porque no fructificó algún intento de prender los ánimos en perjuicio de la población.

Efectivamente, igual que en diversas ciudades del mundo, y de México en Veracruz se realizaron diversas marchas. Córdoba, Veracruz, Xalapa.

En la capital, desde las dos de la tarde se aglutinaron en grupos los inconformes afuera de la Unidad de Economía y de la Escuela Normal.

De los puntos donde se concentraron salieron más tarde hacia el centro de Xalapa, donde bloquearon diversas calles, lo que afortunadamente por ser día inhábil y con clases suspendidos no afectó de manera importante.

Alrededor de las cinco de la tarde la marcha se realizó por la avenida Ávila Camacho y llegaron después a la Plaza Lerdo. Donde por un par de hora o más gritaron consignas en contra de la forma que se realiza la investigación en el caso de los 43 estudiantes desaparecidos, y exigir que sean hallados con vida.

No es para menos. Lo ocurrido en Iguala es denigrante y ha alcanzado niveles internacionales de indignación. Pero sin duda, que algo deben cuidar los organizadores de las marchas es evitar infiltrados que desaten la violencia y le den otra cara a sus protestas. Menos aún dañar a terceros, generar problemas para los ciudadanos y frenar la vida normal en dependencias públicas.


MUCHAS GRACIAS

En los inicios, en el intento de hacer “pininos” por la columna periodística (hasta la fecha) algunas veces se me insistía en que no debía escribir en primera persona. Nunca o casi nunca debía emplear el “yo” o el “mi”, pero esta vez haré una excepción a las reglas de estilo.

Han pasado 18 días del fallecimiento de mi esposa Aída, quien me dejó un hermoso regalo de vida, legado en tres sublimes diamantes de nombre Diana, Marysol y Antonio de Jesús.

Pero hubo algo más. Mucho más. Como puntualmente lo asentó Maquiavelo en su comentario tras citar al poeta hindú, Rabindranath Tagore “No es amigo quien ríe mis risas, sino quien llora mis lágrimas”, la solidaridad, fraternidad y todas las emociones vividas y el cariño y un caluroso acompañamiento, en los días de la dolorosa despedida de Aída, por parte de innumerables amigos y colegas, fue sin duda más que reconfortante.

Y así vio cumplido su mayor anhelo, quien iba a decir que lo que deseó toda la vida y durante su sólida carrera periodística, sería el marco para su partida. Una demostración incondicional de unidad y solidaridad.

Gracias de todo corazón a todos los que con una llamada, un mensaje, sus oraciones, y la presencia en esos días estuvieron con nosotros. A los que por siempre se mantuvieron pendientes de la salud de Aída, directa o indirectamente.

A quienes no dejaron de hablar de sus atributos y valores, yo no podría seguir escribiendo de ellos en estas líneas sin estrujarme el alma. A quienes buscaron a mis hijos para darle un abrazo y un beso.

A todos, a nombre de Aída y nuestra familia, Gracias. Muchas Gracias.


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