2014-12-16 | 21:29:19

La escisión dentro de las filas del PRI sobre la propuesta del gobernador Javier Duarte de Ochoa de un gobierno estatal de solo dos años está provocando una profunda división entre los militantes del partido tricolor, situación que podría acarrear serios problemas en los próximos comicios federales y, con ello, un serio malestar del presidente Peña Nieto, quien para su supervivencia política requiere mantener una fuerza mayoritaria en el Congreso.

Las versiones existentes es que esta iniciativa de un minigobierno surgió del exgobernador Fidel Herrera Beltrán, a fin de extender lo que se considera como un Maximato gubernamental veracruzano que se prolongaría a 14 años de poseer el “pinche poder”.

En la reciente reunión del gobernador Duarte con los diputados locales quedó asentado que todos los que tienen el poder persiguen lo mismo: que otros hagan o dejen de hacer algo.

Considerado el poder como enfermedad que se convierte en obsesión, y es que los líderes actuales no han comprendido que ahora tienen menos poder que sus antecesores y que se desarrolla una intensa lucha entre los grandes actores antes dominantes y los nuevos micropoderes que ahora los desafían en todos los ámbitos de la actividad humana.

Para la sociedad veracruzana es novedoso ver cómo el poder está cambiando de manos. La abierta oposición de los senadores veracruzanos de diferentes organismos partidarios, de la propia iglesia católica -antes aliada incondicional- y de numerosos miembros de la clase política actual que buscan revancha porque no tuvieron la oportunidad de participar en esta administración. No fueron invitados y en esta ocasión de apremiante necesidad electoral buscan el anhelado desquite.

Sería un error para el gobierno estatal negar la función crucial que tienen las tecnologías de la información, los medios independientes y las redes sociales en los cambios que se están presenciando.

Desde las crisis financieras, el desempleo crónico, la desigualdad y la pobreza profunda, hasta las matanzas indiscriminadas de inocentes provocan serios problemas y estos tienden agravarse. Por primera vez en décadas se habla hasta de renuncias del presidente y su gabinete. Desde esta perspectiva la razón peligrosa y frustrante es muy clara: nadie tiene el poder suficiente para hacer lo se sabe que hay que hacer.


La izquierda en el DF

Desde hace dos décadas, el poder político de la Ciudad de México ha quedado en manos del partido que fuera de la izquierda mexicana, el PRD. De antemano se sabía y se daba como un hecho que el candidato de ese organismo sería el próximo jefe de gobierno. Las delegaciones, excepto la Benito Juárez, quedaba también bajo el control perredista.

Ahora que se forma el nuevo estado mexicano en la capital del país, se llegó a pensar que debido al derrumbe nacional del PRD, sería el PAN o el PRI el que asumirá el poder de la gran urbe.

Resulta que el capitalino quiere seguir con la izquierda, pero a través de Morena que ya disputa abiertamente con los otros partidos políticos el liderazgo.