sábado, 20 de abril del 2024
 
Por Catón
Columna: De política y cosas peores
Dictadura del proletariado
2014-12-17 | 09:43:30
“Doitor -le dijo el rancherito al médico
veterinario-. Mi burro Jumentino está
muy malo. No sé qué le sucede”. “Hay una
epidemia de fiebre en equinos -contestó el
facultativo-. A lo mejor eso es lo que tiene
tu burro. Llévate este supositorio, pónselo
en el recto, y avísame mañana a ver cómo
sigue el animalito”. Regresó el ranchero a
su jacal e ipso facto fue por el burro para
ponerle el supositorio. Con atención concentrada
le buscó por un lado, por el otro,
por todos lados. Al fin le dijo muy molesto:
“¡No te muevas tanto, Jumentino, que si no
te encuentro ese tal recto te voy a meter esta
medecina ya sabes por dónde!”.
El impertinente galanteador trató de
abordar en la calle a una guapa muchacha.
“¿Te acompaño, chula?”. Ella se molestó:
“¿Cómo se atreve a hablarme así? -le dijo-.
¿Qué no es usted casado?”. “No, preciosa
-respondió el majadero con cínica sonrisa-.
Nada más los pendejos se casan’’. “Ah,
perdone, me equivoqué -le dijo entonces
la muchacha-. Es que tiene usted cara de
casado”.
Y a todo esto ¿por qué el sexo se llama
sexo? Porque la palabra es más fácil de deletrear
que: “¡Ah! ¡Oh! ¡Mmmm! ¡Ayyy!
¡Uff! ¡Hmppfff! ¡Yaaarggghhh! ¡Yiiiii!
¡Uhrgggh! ¡Yaaaa! ¡Ohooooo! Y finalmente:
¡Aaaaaaaaaah!”.
En el restorán el mesero le dijo al impaciente
parroquiano: “No se desespere,
señor. Su pescado vendrá en un momento”.
Preguntó el irritado cliente: “¿Qué tipo de
anzuelo están usando?”.
Comentó cierto señor: “Si no fuera por las
guerras no sabríamos nada de geografía”.
Una señora le dijo a otra: “Estoy muy preocupada.
Me enteré de que mi niña juega al
papá y a la mamá con el hijo de la vecina”.
“Vamos, vamos -la tranquilizó la amiga-.
Eso es algo normal. Yo no me preocuparía”.
“No sé -respondió la señora-. El caso es que
el marido de mi niña ya la quiere dejar”.
Don Inepcio se quejaba con su mujer de
ciertas fallas que observaba en su intimidad
conyugal. “Por ejemplo -le reclamó-, nunca
me dices cuando gozas haciendo el amor”.
“¿Y cómo quieres que te lo diga? -protestó
ella-. ¡Las veces que lo gozo tú no estás presente!”...
Con el escudo de la muerte ajena los
activistas de Guerrero están cometiendo
infamias que nadie se atreve no ya a reprimir,
sino ni siquiera a mencionar. Los
comentadores que ponen el grito en el cielo,
en la tierra y en todo lugar si alguno de esos
manifestantes es tocado aun con el pétalo
de una rosa, vuelven la vista hacia otro lado
y callan acciones terribles como esa de haber
obligado a una docena de personas a desfilar
con las manos atadas y llevando al cuello un
letrero degradante.
Estamos viviendo una especie de dictadura
del proletariado por la cual todo exceso
es permitido y se tolera toda ilegalidad. La
aplicación de la fuerza del Estado para imponer
el orden es objeto de condena -se le
llama represión-, en tanto que la violencia
de los manifestantes tiene libre curso, y es
condonada, y aun a veces aplaudida.
No hemos aprendido aún a ejercitar esa
forma de la justicia que se llama equidad. Si
nos preciamos de ejercer la crítica debemos
pasar por el mismo rasero las acciones de
unos y otros. Se puede tomar partido, sí, pero
sin faltar a la verdad ni incurrir en culpables
ocultamientos o deformaciones. Entonces
dejamos de ser periodistas para convertirnos
nosotros también en activistas. Y como
dijo Perogrullo: una cosa es una cosa y otra
cosa es otra cosa.
Celiberia Sinvarón, madura señorita
soltera, le comentó a una amiga: “Ya estoy
cansada de esas llamadas telefónicas obscenas”.
La amiga se inquietó: “No sabía que
has estado recibiendo llamadas telefónicas
obscenas”. “No las he estado recibiendo
-aclaró la señorita Celiberia-. Las he estado
haciendo”.
Babalucas le preguntó a una señora:
“¿Qué autobús me lleva al estadio?”. Le informó
ella: “El 115”. Por la tarde la señora volvió
a pasar por esa misma esquina. Ahí seguía
Babalucas. Le preguntó la mujer: “¿No fue
al estadio?”. “Para allá voy -respondió el
badulaque-. Pero apenas han pasado 110
autobuses”.
La esposa de Empédocles Etílez le reclamó
a su marido: “Me dijeron que estuviste en
una casa de mala nota, y que te gastaste ahí 5
mil pesos en vino y en mujeres”. “¡Qué buena
noticia! -se alegró el majadero-. ¡Pensé que
se me habían perdido!”.FIN.

MIRADOR
››armando
fuentes aguirre
Los puritanos vinieron a América en
busca de un lugar donde poder practicar
libremente su religión. Una vez que
lo encontraron prohibieron a los demás
que practicaran libremente la suya.
Los puritanos estaban enfermos de
Dios. Hasta Dios es peligroso si se le
toma en dosis excesivas. Para los puritanos
una sonrisa era pecado. El gozo
más inocente lo consideraban puerta
abierta a la condenación. Tan buenos
querían ser que se volvieron malos.
Los puritanos no celebraban la Navidad.
Decían que la palabra “Christmas’’
era una blasfemia, pues en ella
se usaba el nombre de Cristo para
designar una fiesta mundanal.
Los puritanos... Estólidos en la fe,
soberbios en la virtud, crueles en la
religiosidad.
Yo le pido a Dios que me haga bueno,
pero dentro de los límites de la decencia.
¡Hasta mañana!...
MANGANITAS
››por afa
“Se estudiarán los efectos de la reforma
fiscal”.
“Con un método sencillo
-cierto señor comentóya
los he estudiado yo,
pues los siento en el bolsillo”.


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