martes, 16 de abril del 2024
 
Por Bezale Berger
Columna: Puntos de vista
Carta a don Juan Maldonado Pereda
2015-01-29 | 09:39:01
El árbol y yo, preciosa canción de la autoría
de Alberto Cortez relata que al alejarse
de sus lares adquirió un boleto “… solo de
ida el pasaje…”.
A dos años de distancia, tomaste el
mismo tren, sin embargo y en la misma
lírica, aquí no te ganó la ausencia. Sigues
presente en el corazón y en el recuerdo de
todos los que tuvimos la fortuna de tu presencia,
que te añoramos y en tu recuerdo
te pergeño estas líneas.
Trataré de ser, menos solemne y más
festivo y quiero compartir con aquellos
que me hacen el favor de leerme, algunas
anécdotas que hablan de ese espíritu
jocoso, amable, festivo, enamorado de
Veracruz y de su familia, cuyo recuerdo
es inolvidable.
En alguna ocasión te comentaba que
me habían robado mi reloj con un truco
tan burdo que resultaba inverosímil. Yo
que no le doy agua al gallo de la pasión, me
presté ayudar a un desconocido a treparse
a un árbol donde según él habían caído las
llaves de su vehículo y en mi relato dije…
Ahí va Juan pendejo a prestar ayuda…;
en ese momento me interrumpiste y me
preguntaste por qué siempre que hablan
de un pendejo se llama Juan. Desde entonces
ya no los llamo así.
En otra ocasión viajábamos a la ciudad
de México, y mi esposa nos fue a dejar al
aeropuerto, al despedirme de ella la besé,
atrás escuche tu sonrisa socarrona diciéndome
en voz alta “…Farsante…”. Obvio es
decir que desde aquella fecha (40 años
atrás) mi esposa me sigue llamando así.
Recuerdo que comentábamos nuestro
tema predilecto, la política y yo sostenía la
tesis, que al poder debe llegar gente cuyas
hormonas ya estén en paz. Tu respuesta
no se hizo esperar “…habla por ti compañero…”.
La penúltima ocasión en que desayunamos
juntos, en la Parroquia de los
200 años, sabedor de que nuestra guapa
amiga Gladis Lacalle quería saludarte,
te acerqué a su mesa, encuentro que
ambos disfrutaron. Gladis y su esposo
Julio Rodríguez, cubano de nacimiento,
pero jarocho por adopción, visitarían la
Habana. Al despedirse Gladis te preguntó
que te gustaría que te trajera de Cuba y de
inmediato respondiste “…Una mulata…”.
Cuidadoso de tu atuendo en alguna
ocasión te comenté que bien te sentaba
el traje que vestías, muy orgulloso me
respondiste: Ana María me lo escogió.
Por su parte el arquitecto Arenas comentó
que su saco, muy elegante por cierto, lo
había adquirido en High Life. El tercer
personaje famoso por lo tacaño, comentó
que el traje que portaba le había costado
$500.00. Tú simplemente comentaste “...
Se nota...”.
En alguna otra ocasión te solicité
que me relevaras de atender a los grupos
de “estudiantes” que pretendían ayuda
económica para hacer un viaje de estudios
(?) a Disneylandia. Los colonos, que
pretendían servicios públicos. Hastiado
ya de tanto “pediche” mandé a la porra a
algunos de esos grupos. Me escuchaste
con paciencia y simplemente dijiste “…
Bezale tienes la sensibilidad política de un
paquidermo, no entiendes que muchas de
estas personas no tuvieron tu fortuna de
nacer en pañales de seda y aun sabiendo
que sus pretensiones puedan ser absurdas
o irreales, debemos tener la fineza, al menos
de escucharlos y regalarles un poco de
tu precioso tiempo y atención…”. Obvio es
decir que salí con el rabo entre las piernas.
Dejando atrás estos comentarios que
revelan tu fino humorismo permítase hablar
sobre otras facetas de tu personalidad
Fuiste un hombre cuidadoso de las formas
y de los tiempos. Supiste ser político
cuando había que serlo, bohemio cuando
ameritaba la ocasión. Fanático de la lectura,
con una inteligencia, cultura y una
memoria fuera de lo común. Abrevaste
en la cultura del esfuerzo, del respeto a
tus maestros y tus mayores. Conociste de
todos los caminos para acceder al poder,
sin embargo nunca los usaste por ética
profesional y tus principios morales.
Con el permiso de nuestros lectores
quiero relatarles otra anécdota:
Arribaron a Veracruz don Jesús Reyes
Heroles, el Almirante Miguel Ángel
Barberena y el licenciado Benhumea a la
sazón, presidente, secretario y tesorero
del Comité Ejecutivo Nacional del PRI.
No pudiste ir a recibirlos al aeropuerto
y me comisionaste para que fuese en tu
representación, los trasladara al puerto y
los atendiera. Me insististe que el Maestro
como coloquialmente llamabas a don Jesús,
le fascinaban Los Portales, la música
y los menyules (mint julep).
Me comuniqué al Prendes donde sabía
que el maestro Federico Sánchez nos
brindaría su actuación al piano, pedí que
contrataran a Juanelo y su trío Veracruz,
le advertí al barman atender que la copa
de don Jesús nunca debía estar vacía y a
mi esposa, que no tenía hora de llegada.
Efectivamente la fiesta terminó a la 6:00
a.m., cuando don Jesús quiso comer picadas
en el sauna que existía del Hotel
Veracruz, invitación que con todo respeto,
decliné. Durante el evento te presentaste
como a las once de la noche, conviviste con
nosotros aproximadamente una hora y te
retiraste alegando un compromiso. Cuando
ya te habías ido, don Jesús comentó “…
A que Juanito nunca ha sido amigo de las
francachelas…”.
El motivo del viaje era alcanzar a don
Luis Echeverría que volaría directamente
a Poza Rica, por lo que al despedirnos,
don Jesús me dijo búscame en el Hotel
Emporio por la tarde-noche. Allí estuve
puntual y minutos más tarde llegó un
regidor del Ayuntamiento, cuyo nombre
me reservo, y con cierta pena me dijo…
Bezalito invitamos a don Jesús a una fiesta
privada y las parejas están contadas,
así que no te ofendas pero…”, entendí el
mensaje y me retiré.
Te fui a informar lo que había pasado
y me regalaste una lección de sabiduría
y dignidad personal. Me dijiste, palabras
más palabras menos: querido amigo, en
política se llega por diversos caminos, no
me asusto, pero ese no es uno de mis caminos
y te aconsejo tampoco lo tomes tú.
Pienso que Miguel Alemán, gobernador
de Veracruz en esos años, debe de
lamentarse de la funesta decisión de inclinarse
por Fidel Herrera Beltrán, cuando
su candidato natural era Juan Maldonado
Pereda. Habría pasado a la historia como
un benefactor de Veracruz al evitarnos
doce años de Fidelato.
La verdad y esa es mi verdad, fuiste
una figura política muy superior a la del
gobernador. En ocasiones y eso es algo
que la vida me ha enseñado, es que nunca
debes brillar más que tu jefe. Haciendo
eco a una frase de la picaresca nacional:“…
al jefe no se le rebasa ni en la carretera…”
Nunca fue tu intención hacerlo, eras
demasiado cuidadoso de las formas, aun
a sabiendas de que tu peso específico en
política no tenía parangón en el Estado.
No aprovecharlo fue quizá, tu gran error.
He comentado que fuiste realmente un
enamorado de la vida, del amor, de la música
y de Veracruz. Tu verbo pudo alcanzar
Carta a don Juan Maldonado Pereda

altitudes excelsas y rayar en lo sublime.
Aquí te cito textualmente
en un mensaje pronunciado en la
Habana con motivo del Festival
Lariano : “…Es factible armonizar
lo eterno y lo ideal al interpretar
en palabras, la rectitud con la dulzura,
la cortesía con la gravedad,
la bondad con el valor y expresar
los sentimiento del alma y acabar
por unir el corazón con el espíritu
sabiendo, quizá sin saberlo, que
en el camino de la vida puede emprenderse
con toda intensidad
una serie de actitudes en que los
sentimientos puedan encontrarse
para hallar un remanso de paz que
nos permita conjugar los verbos
buscar y amar incesantemente…”.
Romántico por naturaleza,
quizá añorabas la vuelta al pasado
con una perspectiva de temporalidad
fuera de nuestra razón y con
una clara visión de su misión en
la vida. Lástima que te hayas ido
tan pronto y lástima también, que
quienes aquí seguimos, solo nos
queda el recuerdo, que a momentos
produce sonrisas y en otros, por
qué no confesarlo, lágrimas.
Hoy te recordamos con el cariño
y el afecto que se le tiene al
maestro, al amigo y al compañero
de hoy y de siempre.
Descansa en paz viejo amigo.


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