jueves, 28 de marzo del 2024
 
Por Catón
Columna: De política y cosas peores
El rosal
2015-04-17 | 09:38:20
En el momento de la intimidad conyugal
la sufrida esposa de Capronio le preguntó
con miedo: “¿Serías capaz de amar a dos
mujeres al mismo tiempo?”. “Claro que sí
-respondió el incivil sujeto-. ¿Dónde está
la otra?”.
Babalucas bebió un centilitro de las
miríficas aguas de Saltillo. Eso explica por
qué aquella noche le hizo el amor cuatro
veces seguidas a su novia. “¡Baba! -exclamó
ella, extasiada-. ¡Eres un monstruo!”.
Contestó muy molesto el badulaque: “¿Y
a poco tú estás muy bonita?”.
En la reunión social lord Rumpot entabló
conversación con uno de los invitados, y
le ofreció un cigarro. “No, gracias -declinó
el ofrecimiento el tipo-. Una vez fumé un
cigarro y no me gustó”. Seguidamente lord
Rumpot le ofreció un whisky. “No, gracias
-volvió a rechazar el individuo-. Una vez
me tomé un whisky y no me gustó”. En eso
se acercó un muchacho. Dijo el invitado:
“Milord: tengo el gusto de presentarle a
mi hijo”. Acotó, f lemático, lord Rumpot:
“Hijo único, supongo”. Mea culpa: no soy
un conocedor de la Biblia, y ni siquiera su
lector frecuente.
Declaro sin ambages que si me condenaran
a vivir el resto de mi vida en una isla
desierta, y me dieran a escoger entre llevar
conmigo la Biblia o las obras completas de
Shakespeare, escogería lo segundo.
Decir esto no es políticamente correcto,
lo sé bien: la Biblia es un libro sagrado, y
Hamlet no. Pero tiendo más a lo humano,
que tiene tanto de divino, que a lo divino,
que tiene tanto de humano. Además
la culpa por mi ignorancia bíblica no es
totalmente mía.
Soy católico, y pertenezco al tiempo en
que la Iglesia nos prohibía a sus fieles no
ya digamos interpretar la Biblia, sino aun
leerla. Yo, escolar de colegio religioso, consideraba
a ese libro cosa de protestantes,
y me angustiaba al ver que lo leía Juanita,
la humilde y buena criadita de mi casa, a
quien tanto quería yo, evangélica ella, tan
recatada y seriecita que ni siquiera iba a los
bailes de la Sociedad Zarco de Artesanos
ni cantaba “Amor perdido”.
Pensaba yo que la pobre se iba a ir al
infierno por haber leído aquel libro vitando.
Mi desconocimiento de la Biblia,
que confieso paladinamente, me lleva a
recurrir hoy a mis cuatro lectores. Sucede
que releí las “Meditaciones del Quijote” de
Ortega y Gasset -si un libro no vale la pena
de ser releído, no vale la pena de haberlo
leído la primera vez-, y me topé de nuevo
con su frase fundacional: “Yo soy yo y mi
circunstancia”.
En su contexto esa sentencia lleva
una enseñanza cívica y un llamamiento
al bien. Dice el filósofo: “Yo soy yo y mi
circunstancia, y si no la salvo a ella no me
salvo yo”. (Quizás esas palabras sonorosas
inspiraron a mi maestro y bienhechor don
Felipe Sánchez de la Fuente, orador castelariano,
el final de uno de sus discursos:
“Para salvar a un México crucificado es
necesario crucificarse en él”). Ortega añade
a su frase una expresión latina: “Benefac
loco illi quo natus es”. Traduzco libremente:
Haz el bien al lugar donde naciste.
Esas palabras, dice Ortega, se hallan
en la Biblia. ¿Podría decirme alguno de
mis queridísimo lectores en qué parte del
sagrado libro está esa frase? Mi agradecimiento
para quien me lo diga será eterno.
Yo he procurado siempre hacer el bien
a la ciudad donde, sin merecerlo, vi la luz.
En mil y mil maneras -las más de ellas
hiperbólicas, lo reconozco- le he declarado
mi amor, y he buscado plasmar ese amor
en obras buenas. La última fue haberle
regalado a Saltillo un mural realizado por
el excelente pintor Gerardo Valdés Valdés,
bella obra en la que aparecen los símbolos y
emblemas de mi solar nativo, junto con los
ilustres personajes que le han dado fama.
Ese mural está en el foro del teatro de
cámara de Radio Concierto, la difusora
cultural que también mis paisanos saltillenses
consideran un regalo para la ciudad.
En esa sala quiero poner la frase citada por
Ortega, pero con la mención del versículo
bíblico correspondiente. ¿Podrá decírmelo
algu ien?. Un francés evocaba los años que
había pasado en Inglaterra. “¡Ah! -suspiró
con nostalgia-. ¡Mis noches de amor bajo la
niebla londinense! ¡Margaret!... ¡Alice!...
¡Florence!... ¡George!...”. Preguntó alguien,
sorprendido: “¿George?”. “Sí -confirmó el
francés-. Aquella noche había más niebla
que de costumbre”. FIN.


MIRADOR
››armando
fuentes aguirre
Este rosal da rosas muy pequeñas.
Sus flores se tiñen de un rojo tenue
por el rubor que el rosal siente al
comparar sus rosas pequeñitas con
las pomposas rosas que los demás
rosales dan.
Y sin embargo el perfume de estas
rosas tan niñas es más intenso
y grato que el de las rosas grandes.
Su aroma y su hermosura, añadidos
a la brevedad de su vida -duran
apenas dos, tres días- merecerían
un soneto de Góngora o Sor Juana.
Para las otras rosas, las soberbias,
una frase de Gertrude Stein sería
más que suficiente.
No quiero rebajar a estas pequeñas
rosas al nivel de la moraleja, pero
pienso que si las cosas pequeñas, y la
pequeña gente, dan lo mejor de sí,
eso las hace grandes. De la humildad
derivan más bienes que de la vanidad.
Lo que estoy diciendo, sin embargo,
es moralina, y no va con la
belleza de las rosas de este rosal. Sus
flores se han puesto ahora más rojas,
seguramente por el enojo de haber
sido utilizadas para sacar de ellas
una lección moral.
¡Hasta mañana!...
MANGANITAS
››por afa
“Perdió la Selección Nacional de
Futbol ante Estados Unidos.”
Tras esa derrota impía ya no cabe
hacer distingos.
¡Nomás falta que los gringos
nos ganen en charrería!


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