viernes, 19 de abril del 2024
 
Por Rafael Arias
Columna: Mutatis mutandis
Elecciones, ¿para los mismos?
2015-04-24 | 09:39:42
Se supone que urge renovar el poder público,
cuando no mejora la situación y se incrementan
pérdidas, retrocesos y abusos.
La elección es una opción. Siempre es oportuno
y prioritario generar las oportunidades
institucionales para corregir errores y consolidar
aciertos. Reanimar el esfuerzo para avanzar y no
estancarse, mucho menos retroceder, ni sacrificar
más a los de siempre.
Se espera que los malos y peores servidores
públicos, electos y nombrados, gobernantes y
funcionarios, sean sustituidos e incluso sancionados
conforme a la gravedad de lo que hicieron,
dejaron de hacer o permitieron que se hiciera.
Incluso es posible apoyar el buen trabajo, el
honesto desempeño y los buenos resultados. Pero
cuando de verdad los hay, no cuando se simula
y engaña, cuando se paga por difundir lo que a
todas luces no es cierto. Cuando se recompensa
complicidad, encubrimiento y servilismo por
contrato y prebenda.
Obligados a defender la democracia y, sobre
todo los derechos y libertades ciudadanas, no
hay de otra que participar responsable y permanentemente.
Empezando por denunciar y combatir lo que
debilita el Estado de Derecho; y a quienes se
empeñan y dedican a imponer el Estado fallido,
o fallando.
El verdadero combate
al hampa electoral
Y hay que insistir y repetirlo, las elecciones en muchas
partes se caracterizan, por estar seriamente
afectadas por delincuentes en los gobiernos, de
todos colores y sabores, especialistas en uso y
abuso de recursos públicos y de atribuciones
institucionales.
Desde la partidocracia parasitaria, hasta la
actividad electoral en general, las jornadas en
curso, se han convertido para conocidos prófugos
potenciales, en posibilidades reales de sostenerse
en el poder público, en descarada consecución de
la continuidad de la impunidad.
En efecto, algunos de los escandalosos casos
trascienden, por la presencia de mujeres y hombres,
destacados maleantes disfrazados ahora
de candidatos y antes de servidores públicos o
de empresarios. Reciclaje de ineptos y corruptos.
Por si fuera poco. Abrumada la población tiene
que padecer, pagar y sostener, las campañas carentes
de propuestas y soluciones, pertinentes y
viables. Pero eso sí, promovidas y difundidas por
todos los medios hasta saciar, aturdir y hartar.
Distracción como atracción
Se sospecha y con razón, de que en el fondo, de
lo que se trata es de hacer olvidar, minimizar y
posponer la atención y respuesta efectiva a los
urgentes y grandes problemas y necesidades, que
afectan a las mayorías.
Aprovechar para aturdir y confundir. No para
gobernar el gobierno, ni para limpiarlo y mucho
menos hacerlo eficiente. Bienvenido el circo de
múltiples pistas, el espectáculo y el entretenimiento.
Más de lo mismo, y hasta los mismos, total de
una u otra forma se impone como política oficial,
el “vamos bien y viene lo mejor”. Aquí no pasa
nada, hay aguante de sobra para reciclar verdugos,
sostener mediocres y promover rufianes.
No les urge enfrentar en serio causas y efectos
de pobreza, hambre, marginación y desigualdad
extrema. De debilitamiento y quiebras financieras,
injusta deuda pública y perversa privatización.
De educación salud, seguridad y sed de justicia no
hay que hablar; o si se intenta, hacerlo en silencio.
Total, que continúen sacrificios y limitaciones
sociales, previsibles saqueos y evitables endeudamientos
públicos.
Ni que decir de la indiferencia y notable
falta de interés, por combatir y terminar con la
sobrevivencia y continuidad de malos y peores
servidores públicos, refugiados en opacidad y
discrecionalidad, en mediocridad e ineficiencia,
complicidad y disimulo, corrupción y delincuencia,
características notorias, de buena parte de
sus funcionarios y gobernantes.
Destacan algunos regulares y buenos, verdaderas
y valiosas excepciones: otros, la mayoría,
simplemente sobreviven, omisa o activamente
habilitados y consecuentados, con cargo al presupuesto
oficial. Al final demasiados refugiados
y protegidos en los gobiernos, en muchas formas.
El daño se intensifica y extiende. Sobresale un
fenómeno reciente y en expansión.
Buenos para torcer elecciones, hábiles para no
asumir sus responsabilidades y pésimos para dar
buenos resultados. Cada vez más entidades y municipios
son ocupados por comisionados federales
que ante la ineptitud e ineficiencia, impotencia
o mediocridad de los locales, absorben parte o
todas las atribuciones estatales y municipales,
constituyéndose en gobiernos impuestos, alternos
o paralelos, de dudosa o lenta y cara efectividad.
Mientras, los electos pasan a ser costosas, superfluas
e inútiles representaciones públicas,
acompañantes legitimadores de foto y firma.
Viaje del federalismo al centralismo.
La llama encendida
Millones y millones de mexicanos. Pobres y hambrientos.
Sedientos de agua y de justicia. A pesar
de simulación y engaño, de cara autopromoción
y servilismo, en la cotidianidad confían que el
ideal sigue vigente, incluso cuando el logro no se
alcanza y el avance sigue ausente.
En la cotidianidad luchan y no ceden. A pesar
de que se prueba y comprueba que destaca la poca
o nula utilización de diagnósticos actualizados
y confiables de la problemática social y el ejercicio
gubernamental; del poco o ausente análisis
profesional y de la crítica y autocrítica, el dialogo
y debates públicos; y, desde luego, la notoria exclusión
y falta de participación de militantes y
simpatizantes, así como identificar e invitar a
interactuar y atender las diversas expresiones
ciudadanas y sociales.
Ahí están en la gestión incansable, la justificada
protesta y la persistente inconformidad. Por
encima de la experiencia de tratar con representación
oficial todos los días; interacción, en la que
sobresale el frecuente extravió o distanciamiento
gubernamental del interés social y hasta la pérdida
de identidad de los propósitos y objetivos
originales. Así que, razones sobran para recordar
a víctimas y sacrificados, si justicia y política,
notoriamente fallan y no mejoran.
Y sin embargo la llama de la esperanza sigue
encendida. Aún cuando en ocasiones se comprueba,
que pocos y contados logros y avances en el
fortalecimiento del Estado de Derecho, se ven
bloqueados o sepultados por las inocultables y
crecientes, inseguridad y delincuencia, simulación
e ineficiencia, hambre y pobreza.
No hay de otra, participar y evaluar para mejorar
elección, consolidar ratificación o imponer
revocación.
Fortalecer Estado de Derecho y gobernar al
gobierno, son parte del gran desafío de nuestro
tiempo.
*Academico.IIESES-UV@RafaelAriasH
Facebook:VeracruzHoydeRafaelAriasHdez.
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