martes, 16 de abril del 2024
 
Por Alfonso Villalva P.
Columna: Animal de costumbres
Animal de costumbres
2015-04-24 | 09:40:53
Una vez más quedé atrapado por el
tráfico de la Ciudad de México precisamente
en esa esquina chocarrera
que a un extremo tiene la efigie
de Luis Donaldo Colosio y al otro,
un malogrado y grosero santuario
erigido sin derecho ni consideración
a las víctimas de violencia en los
años recientes.
Agravada la esquina de marras
con propaganda de quienes muy
sonrientes solicitan un voto para
hacer lo que mejor hacen e impedir
que lo hagan los demás competidores
en su detrimento.
De todos los colores, descalificando
al adversario que, para mayores
señas, hace muy poco tiempo
seguramente era ensalzado como
parte del otro grupo al que hoy ya no
pertenece pero quizá pertenecerá
para la siguiente elección.
Allí atrapado y sin salida, en
esa comunidad sui generis que nos
ubica con esos atascos automovilísticos,
en ciertos momentos del
día, muy juntos con otros conciudadanos
cuya humanidad está tan
solo a dos palmos de terreno entre
un espejo retrovisor y otro, pero
atrincherados con nuestras corazas
de acero que nos aíslan de los demás
para siempre.
Allí estaba, decía, y con la radio,
los periódicos y las redes sociales
a toda leche reportando desde
Altamira. La balcanización, la
colombianización, la iranización...
¡Pero que arrogantes somos! La
mexicanización, digamos la verdad
con sus letras, rediviva y en glorioso
tecnicolor, recordándonos que en
eso nos hemos convertido desde
hace lustros y lustros, desde que los
grupos que se disputan el control
de nuestro país decidieron salir a
las calles a ajustar sus cuentas, a
pasar físicamente sobre los terrícolas
de por acá, a reclutar a niños
para hacer el trabajo sucio -asqueroso-
que su perversidad es capaz
de desarrollar.
Allí estaba ante dos símbolos ignominiosos
que cronológicamente
marcan dos o hasta tres generaciones
de mexicanos que nos hemos ya
hecho a la idea de vivir en presencia
de la sangre, el asesinato cobarde, el
arrebato hostil y bélico; la metralla
en el costado de mamá y las venganzas
callejeras de las pandillas
auspician esta fábrica macabra de
viudas, huérfanos y padres en pena
deambulando para encontrar los
restos mortales de sus vástagos.
Mexicanización. Y aunque no les
guste a los más exquisitos defensores
de una ficticia buena reputación
nacional de paz que hace muchos
años desapareció, aunque lo utilicen
de discurso soberano quienes
degradan impune y soberanamente
nuestra esencia más pura en discursos
banqueteros, aunque encabrite
a los senadores, diputados y
candidatos diversos que muestran
su rechazo al concepto a bordo de
vehículos blindados y sin una tumba
vacía que llorar. Aun así.
El hombre es un animal de
costumbres, repetía el gran Jorge
Zamora a manera de resumen recurrente
para explicar la capacidad de
los seres humanos para adaptarnos
al entorno.
La costumbre se nos está haciendo
tener luto permanente por
aquí: las muertas de Juárez, Acteal,
Aguas Blancas, Ayotzinapa, Apatzingán,
Veracruz, Torreón, Altamira
y todo Tamaulipas... Víctimas
en forma de cardenales, maestros,
diputados, alcaldes, transeúntes,
candidatos presidenciales, amas
de casa, estudiantes, legisladores...
Yo no me quiero acostumbrar así.
¿y tú?


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