jueves, 28 de marzo del 2024
 
Por Leo Zuckermann
Columna: Juegos de Poder
Herrera, la hibris y la violencia en el fútbol
2015-07-30 | 08:56:11
Felicito a la Federación Mexicana de Fútbol por despedir a Miguel Herrera como Director Técnico de la Selección Nacional. Explico por qué.
Herrera hizo un extraordinario trabajo en la pasada Copa Mundial de Fútbol. Tomó un equipo descompuesto ¬e hizo que funcionara. Recordemos que llegó de emergencia al banquillo cuando México estaba a punto de ser eliminado del Mundial. Lo clasificó en la última oportunidad y, luego, ya en Brasil, jugó muy bien. Primero le ganaron a Camerún para empatar, después, con los brasileños que estaban jugando en casa. Vino el juego decisivo contra Croacia que traía un equipazo. Lo ganaron de manera contundente. Pasaron, así, a la siguiente ronda. Aunque jugaron bien, desgraciadamente el equipo de Herrera perdió contra Holanda ya sabemos por qué (#Noerapenal).
Cierto: no se jugó el famoso quinto partido. Pero Herrera regresó como héroe a México. Se convirtió en un fenómeno mediático. Después del Mundial de Brasil tuve la oportunidad de entrevistarlo en mi programa de FOROtv. Cuando terminamos, salimos del estudio y había una cola de unas treinta personas que querían tomarse una foto con él. Algo raro de ver en una estación televisiva donde frecuentemente asisten todo tipo de celebridades.
Miguel estaba, sin duda, en los cuernos de la luna. Ahí empezó el problema. No supo cómo administrar su fama y reputación. Siempre ha sido un hombre apasionado, al punto de irse a los golpes. Le cuesta trabajo controlarse. En el Mundial le fue bien porque le pusieron junto a Ricardo Peláez quien, desde su paso por el América, lo atemperaba. Pero esta voz de la moderación regresó al equipo americanista después de la Copa del Mundo. Herrera se quedó solo y con muchas ganas de monetizar su fama.
Como bien decía un famoso proverbio antiguo, “aquel a quien los dioses quieren destruir, primero lo vuelven loco”. Los tuits de Herrera a favor del Partido Verde fueron su locura inicial. Sus declaraciones se hicieron cada vez más desarticuladas y rudas. Además, a diferencia de lo ocurrido en Brasil, sus equipos no daban los resultados esperados.
Frustrado, Miguel recurrió a la violencia. Increpó y golpeó a uno de sus críticos en la televisión: el comentarista Christian Martinoli. La Federación lo despidió al día siguiente. Bien hecho. El fútbol es un juego, el más popular en nuestro país. Millones de mexicanos lo siguen y juegan. Muchos de ellos son niños y jóvenes. Y no es posible que el Director Técnico de la Selección Nacional sea un tipo que recurra a los golpes por sentirse agraviado. Su actitud es un pésimo ejemplo en una nación donde precisamente existe un problema de violencia.
Menos, todavía, en el fútbol. Porque México es uno de esos países donde el juego sigue siendo una actividad que puede disfrutar toda la familia. No así en otras naciones donde la violencia ha propiciado que sólo las barras más bravuconas puedan ir a los estadios. Imposible que asistan mujeres y niños. Impensable apoyar al equipo visitante en la cancha del local.
No así en México donde, por fortuna, la violencia en el fútbol no ha llegado a esos extremos. Por eso celebro que la Federación haya despedido a Herrera. Han enviado un mensaje muy importante, sobre todo a los jóvenes y niños: que la violencia no tiene cabida en el fútbol. Y lo mismo hay que hacer con las barras bravas que asisten a los estadios con más gusto de pelearse que de ver los partidos. Como se ha hecho en otros países (Gran Bretaña, por ejemplo) donde fichan a los violentos y los destierran de los estadios.
El fútbol es un juego. Nunca olvidemos esto. Y la violencia no debe de tener cabida ni dentro ni fuera de las canchas. Mucho menos cuando se trata de una figura como la del entrenador nacional.
El año pasado, Herrera hizo algo fabuloso al salvar a una Selección Nacional que estaba empantanada. Pero este año, él perdió la cabeza y luego se la cortaron. Fue la maldita hibris de la que hablaban los griegos. La desmesura que a menudo sufren los hombres famosos. Miguel no pudo con sus impulsos y trasgredió los límites de lo permitido. Sirva su ejemplo para que todos, en especial los niños y jóvenes, sepan que la violencia no tiene cabida en el hermoso juego del fútbol.




Twitter: @leozuckermann
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