miércoles, 24 de abril del 2024
 
Por Gaudencio García
Columna: Plana mayor
El Veracruz de carne y hueso
2015-07-31 | 10:43:42
Es increíble y paradójico que existan dos Veracruz. A 4 años y 7 meses del régimen duartista el estado vive una asimetría oprobiosa, perversa y execrable para el país. ¿Hay motivos para vanagloriase? De ser campeones de la corrupción, del nepotismo cruzado, de la simulación, de los dobleces y tramoyismo de la clase política gobernante.

¿Cuál es la razón de la hilaridad, del triunfalismo palaciego, del teñir campanas al vuelo y del optimismo falaz si Veracruz es campeón en el rotundo fracaso de los programas sociales? La sociedad civil, el ciudadano a pie, usted y su servidor sabemos que al primer círculo gubernamental les vale un bledo. A diario lo comprobamos con su negación a la teñida de sangre que ocurre del Pánuco hasta el Tonalá.

Contamos con una pésima policía de la SSP —estatal y municipal—, encabezados por el señor Arturo Bermúdez Zurita, que de un universo de 12 mil guardianes el 40 por ciento está reprobado en los exámenes de evaluación de confianza, son corruptos y siguen formando parte de la nueva Policía Modelo —una utopía hasta ahora— y las promesas para depurarlos en su totalidad fueron una entelequia. Una burda farsa.

Ahora, de acuerdo con la reciente radiografía de la organización civil Causa Común, se explica porqué los índices de alto impacto social se han disparado perversamente en Veracruz si el propio gobierno los solapa y los soslaya. Con estás prácticas deleznables cuándo se reducirá la corrupción de la policía con el crimen organizado si en realidad éste último tiene el poder fáctico.

Hay que agregarle a esta perla duartista que los policías son explotados de 15 a 20 días de servicio por 3 a 6 días de descanso; sus salarios siguen siendo bajos en comparación con sus homólogos del norte del país que están mejor pagados, con percepciones de 19 mil pesos.

Desde el principio del régimen estatal se pidió tiempo, paciencia y dinero para depurar la policía en su totalidad, actualmente el 41 por ciento de la policía estatal no garantiza honradez, verticalidad y certeza, al igual que el 30 por ciento de la policía municipal. Esto, significa que la seguridad pública está en manos de bellacos y mafias.

El tejido social es otro gran descalabro para las altas esferas gubernamentales. Al igual que coco de la inseguridad pública, el tejido social ha sufrido una involución social. Año con año el gobierno se ufana de haber reducido la pobreza extrema, pero de acuerdo con las recientes estadísticas del Coneval, Veracruz aportó medio millón de pobres al país.

Una vergüenza, una deshonra y un agravio para Veracruz. De qué sirve ufanarnos que ocupamos el primer lugar en actividades agropecuarias, si en lo social estamos en el tobogán, en la antesala del desastre.

¿Dónde han quedado las carretadas de dinero público para combatir esta pandemia? ¿Dónde? Habrá que buscarlos con la lámpara de Diógenes, pero de antemano se sabe el destino final que tuvieron. Lo sabe la sociedad civil, lo saben los órganos anticorrupción y lo saben los celestinos diputados de la mayoría priista que encabeza el bicéfalo líder cameral Juan Nicolás Callejas Arroyo y sus satélites.

Hay dos Veracruz. El de la óptica reduccionista de Javier Duarte, de que Veracruz va en Caballo de Hacienda, sorteando vendavales y tempestades que, curiosamente él mismo labró. Lo negativo y sus descalabros se los atribuye a sus adversarios y malquerientes. Sus fracasos son obras de sus enemigos. Los ¿aciertos? de su genialidad.

Y hay el otro Veracruz, el de carne y hueso, el de la sociedad civil, de los ciudadanos de a pie, de intelectuales, artistas, escritores y periodistas que cotidianamente son víctimas, estadísticas y pérdidas humanas no esclarecidas por el crimen organizado, aunado a una clase política gobernante deshumanizada, deficiente, corrupta y nepotista que ha evidenciado la auténtica tarea de la ciencia política.

Está comprobado que de 2004 a 2016 Veracruz enfrenta un desgaste severo de la clase política de los tres poderes del Gobierno del Estado, porque en lugar de servir a la res pública llegaron como auténticos filibusteros en perjuicio de los mandantes. Sólo hay que remitirse a la línea de créditos solicitados por el régimen duartista para comparar cómo y en qué estado famélico se encuentra Veracruz con el resto del país.

Este es el otro Veracruz, de carne y hueso, el surrealista que en las alturas del poder público el gobernante percibe un Veracruzlandia. Cualquier semejanza con Grecia o Puerto Rico, es mera coincidencia.


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