jueves, 18 de abril del 2024
 
Por Gaudencio García
Columna: Plana Mayor
2015-07-31 | 21:19:04
• El juego perverso de la sucesión

Gaudencio García Rivera

Los albazos por el juego sucesorio de la minigubernatura de dos años del 2016 se han convertido en una perversidad del primer círculo de la clase política gobernante. Alentada, prohijada y descalificada por el propio impulsor en un acto que raya en lo cantinflesco, el juego sucesorio sigue su marcha y la brecha de la sabia virtud del tiempo se le agota el Poder Ejecutivo.

Hoy, la sucesión gubernamental es muy diferente a la que se vivió en el 2010. El entonces gobernador Fidel Herrera buscaba por todos los medios, gurús, chamanes, sacerdotes y oráculos que su sucesor saliera entre el grupo químicamente fidelistas: Ranulfo Márquez Hernández, su contemporáneo y compañero de vicisitudes de la toda la vida, o su joven alumno Javier Duarte, con escasa hoja curricular política.

El tercero en discordia estaba el diputado local y hoy senador por Veracruz, Héctor Yunes Landa, que peleaba con todo en la sucesión y cerraba la brecha final entre los dos favorecidos por la dedocracia fidelista. No era, para nada el favorito de Fidel porque él buscaba lealtad sobre todas las cosas y la opacidad de la creciente deuda pública que, logró tapar finalmente la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.

Figuraba también el entonces diputado federal y hoy también senador José Francisco Yunes Zorrilla, pero su actitud a la hora de encartarse en el juego sucesorio fue timorato y gris. En la recta final, se abrió con ardid del cuenqueño de que era para un joven y que ese lugar estaba reservada para otro joven competidor, el entonces diputado federal recién estrenado y exsubsecretario y secretario de Finanzas y Planeación, Javier Duarte.

A Héctor y a José Yunes los convenció que en el 2010 serían ambos senadores y que de ahí tendrían la plataforma ideal para disputar la gubernatura del 2016, de la cual todos ignoraban que sería una minigubernatura de dos años. Con la promesa en prenda de que no dividieran al PRI en Veracruz y no provocarán un pandemónium–como ahora se cierne sombríamente- y con el escenario ideal de que el Presidente de la República pertenecía a las filas de la oposición del PAN, se convirtió en la dedocracia para inclinar la balanza para favorecer a su sucesor y con ello aplacó los ímpetus llaneros de los aspirantes al gobierno de Veracruz. Sólo Héctor Yunes tuvo los tamaños para quedarse en la hora decisiva.

Duarte carecía de una estatura política de regular medianía que no se igualaba como las de sus adversarios Héctor, José y, en menor cuantía, Ranulfo Márquez Hernández, pero su protector y maestro Fidel Herrera estaba encaprichado en ejercer su poder de Tlatoani con un gobierno transexenal e impuso al cordobés.

“Por ser más leal, más dócil y menos cuestionador a los intereses fidelistas por encima del propio Ranulfo, a pesar de su escasa talacha política”, contó en su oportunidad al reportero de PLANA MAYOR el extinto Moisés Herrera Beltrán, hermano de Fidel, en distintas conversaciones y fechas que se dieron en su despacho particular.

Aunque surgió la paradoja. “El más leal a Fidel, no fue ni es Javier, sino fue Ranulfo. Está comprobado”, narraba Moisés en la entrada del tercer año del régimen estatal. El hermano del político de Nopaltepec era un funcionario de tercera de Javier Duarte en un Fideicomiso del Azúcar. “Fidel se daba de topes. Ranulfo es un hombre leal. Ni hablar.”, justificaba.

Moisés Herrera Beltrán, quien vivió con Fidel la pobreza y escases de recursos económicos, tanto en su tierra natal de Nopaltepec como en Xalapa, fallecería en la mañana del lunes 8 de octubre de 2014 en la Ciudad de México. La versión de Moisés quedó para el anecdotario político. Es historia. Pero ahora los claroscuros.

Lo que es la paradoja. Hace 6 años la sucesión gubernamental fue negociada hábilmente por Fidel. La cima priista se contuvo y no provocó que las aguas turbulentas se salieran del cauce político. Pero hoy, Javier Duarte alienta, prohíja y sataniza los albazos del juego sucesorio del hándicap gubernamental. Con todos los riesgos que implica en el intríngulis político impuso una gubernatura de dos años, los punteros Héctor y José Yunes lo han querido quemar en leña verde y causó un cisma político, que aún no se ven las dimensiones y consecuencias.

Javier Duarte asistió al segundo informe de resultados como senador de Héctor Yunes Landa, donde prácticamente el nacido en Soledad de Doblado se declaró listo para el proceso interno priista para contender por la gubernatura de Veracruz en el 2016, con la presencia del también senador José Yunes Zorrilla, oriundo de Perote, y el pariente de Héctor, el también senador pero del PAN, Fernando Yunes Márquez.

Pero perversamente, días después, Duarte cantinfleo cuando esgrimió que todavía no son tiempos para hablar de la sucesión. Sin embargo, siendo aún secretario de Gobierno, el expanista Gerardo Buganza Salmerón se destapó una semana antes de renunciar como candidato independiente para contender por la gubernatura del estado. El gobierno duartista ha caído en el síndrome del cangrejo. Da un paso delante y dos para atrás.


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