miércoles, 24 de abril del 2024
 
Por Francisco J. Ávila
Columna: El derecho a la vida
El derecho a la vida
2016-02-06 | 12:46:29
Seguimos estando a favor de la vida y en contra del aborto, reiterando nuestro reconocimiento al valor que tuvieron los legisladores locales al aprobar la Ley del Derecho a la Vida del Ser Humano. Esto, a pesar de las minorías gritonas y escandalosas que los están criticando, tachándolos de conservadores, porque dicen que esta ley atenta contra los derechos de la mujer. Esto es una gran falsedad. Hay que recordarles a quienes están a favor del aborto, que los derechos de cualquier persona, no son ilimitados. Tienen siempre límites y restricciones cuando afectan los derechos de los demás. Quienes abortan, están atentando contra los derechos de una criatura no nacida, que está viva en su vientre y que por su indefensión requiere protección de su madre y de la sociedad entera. En los noticieros observamos como grupos organizados en la capital del país salen a la calle a protestar contra las corridas de toros, pero no sabemos de un solo grupo que haya salido a protestar en contra del asesinato, mediante el aborto, de los niños no nacidos. El aborto, además de constituir el asesinato de un ser indefenso, cometido con premeditación, alevosía, ventaja y traición; porque es auspiciado por la propia madre, quien termina
atentando contra el primer derecho del ser humano, que es el derecho a la vida. El gastado argumento de que la mujer tiene todo el derecho de decidir sobre su propio cuerpo, cae por tierra mediante el simple razonamiento: Una criatura en proceso de gestación es un ser humano, vivo y diferente a la madre, que necesita de los cuidados de ésta para poder subsistir y en su momento nacer. Porque la vida humana empieza en el momento de la concepción, no cuando la criatura sale del vientre al nacer. Pretender convencernos de que abortar es como operarse del apéndice, constituye una aberración y un insulto a la inteligencia. Además, los médicos que lo practican violan flagrantemente el juramento instituido por Hipócrates, famoso médico de la antigüedad, quien estableció los principios éticos de esta noble profesión. Dicho juramento dice en su parte medular: deseara, participará también de mis bienes. Consideraré a su descendencia como hermanos míos, enseñándoles este arte sin cobrarles nada, si ellos desean aprenderlo. Instruiré por precepto, por discurso y en todas las otras formas, a mis hijos, a los hijos de aquel que me enseñó a mí y a los discípulos unidos por juramento y estipulación, de acuerdo con la ley médica, y no a otras personas. Llevaré adelante este régimen, el cual de acuerdo con mi parecer y discernimiento será en beneficio de los enfermos y los apartará del perjuicio del error. A nadie daré una droga mortal, aunque me fuera solicitada, ni daré consejo a tal fin. (Es decir, estaba en contra de suicidio y de la eutanasia). De la misma manera, no daré a ninguna mujer sustancias abortivas;( Estaba en contra del aborto ). Mantendré mi vida y mi arte alejado de culpa. Párrafos adelante concluye: Ahora, si cumplo este juramento y no lo rompo, que los frutos de la vida y del arte sean míos, que sea siempre honrado por todos los hombres y que ocurra lo contrario si lo rompo y soy perjuro>. ¡Así, o más claro! ¿No les parece a Ustedes? Muchas gracias y buen fin de semana.


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