miércoles, 24 de abril del 2024
 
Por Catón
Columna: De políticas y cosas peores
El jubileo dorado
2016-02-06 | 12:48:51
He aquí 10 cosas que una mujer jamás le debe decir a un hombre durante el sexo. 1-. “¿De veras ya estás ahí?”. 2-. “¿Y para esto me despertaste?”. 3-. ¿Me pasas el control de la tele, por favor?”. 4-. “Zssssss”. 5-. “No dejes de ir mañana a que te pongan una inyección de penicilina”. 6-. “Creo que el techo necesita pintura”. 7-. “¿Cuándo es cuando voy a sentir bonito?”. 8-. “Se supone que si dejaste de fumar durarías un poco más en esto”. 9-. “No hagas caso. Siempre me limo las uñas de los pies en la cama”. 10-. “¿Te conté de la operación que me hice para cambiar de sexo?”. Y he aquí 10 cosas que un hombre jamás le debe decir a una mujer durante el sexo: 1-. “Pensándolo bien, ahora que te veo, sí, vamos a apagar la luz”. 2-. “Grita, para que la vecina de al lado piense que soy bueno en la cama, y tenga yo más oportunidad con ella”. 3-. “Tampoco sabes cocinar, ¿verdad?”. 4-. “¿No has pensado en una liposucción?”. 5-. “¿Me permites que te ponga la cabeza dentro de esta bolsa?”. 6-. Te ves más joven de lo que te siento. 7-. “¿Tienes alguna amiga?”. 8-. “Ojalá también te veas bien mañana, cuando esté yo sobrio”. 9-. “Bueno, al menos a ti no tuve que inflarte”. 10-. “¡Mira! ¡Vestida te ves mucho mejor!”. Un pollo le dijo a otro al tiempo que los dos daban vueltas en el rosticero: “La desplumada, el mareo y el calor los paso. Lo que me encaborona es este maldito tubo en el trasero”. Mañana se juega el Super Bowl 50. Por primera vez en su ya larga historia su nombre aparece ahora con guarismo arábigo en vez de con número romano. No dejo de lamentar el abandono de la elegante numeración latina, tan académica, tan clásica, pero entiendo el cambio: el Super Bowl cumple su jubileo dorado -como quien dice sus bodas de oro-, y en este caso luce más el número 50 que la letra L. Espero que el próximo año haya un retorno a la tradición romana. A mí me gusta mucho el futbol americano. Me aficioné a ese deporte desde los tiempos en que estuve en la Universidad de Indiana. Nunca he estado en un Super Bowl, debo decirlo -ni mi suerte ni mi devoción llegan a tanto-, pero los he visto casi todos por televisión. Recuerdo especialmente el XXV, disputado en Tampa entre dos equipos por primera vez del mismo estado: los Buffalo Bills y los New York Giants. Fue el 27 de enero de 1991, hace 25 años. Es uno de los partidos más trepidantes en la historia de los Super Bowls, y desde luego el de marcador más apretado: el resultado final fue de 20 a 19 en favor de los Giants. En una jugada de últimos segundos el pateador de los Bills intentó un gol de campo que hubiese dado la victoria a su equipo, y lo falló. El día fue de gloria para los Gigantes: remontaron un marcador adverso de 12-3 y estuvieron en posesión del balón durante más de 40 minutos, todo un récord. También fue la primera vez que un juego de futbol americano se vio por televisión en Rusia. El himno nacional fue interpretado por Whitney Houston, y por la emoción que puso al cantarlo -se vivían los días
más álgidos de la Guerra del Golfo- el disco que se hizo con su interpretación ocupó el sexto lugar entre los 100 mayores éxitos musicales de aquel año. Nunca se había visto que un himno nacional adquiriera la categoría de hit popular. Este año -mañana- los protagonistas del Superbowl 50 serán los Broncos de Denver y las Panteras de Carolina. No me atrevo a vaticinar el resultado, pero en opinión de mi querido amigo Agustín García, que de futbol americano sabe un rato largo, ganará el equipo de Carolina. Yo siento mayor simpatía por los Broncos -dicho sea sin ninguna implicación política-, y más porque soy fan de Peyton Manning, quien en este juego se convertirá, a los 39 años, en el quarterback de más edad que participa en un Superbowl. Haré caso omiso, entonces, de mi instinto de conservación, e iré con los Broncos. Ya tengo trabada una apuesta de 100 pesos con mis nietos, y otra de una cena en La Canasta con mi esposa. Si pierdo no perderé mucho, y gane o pierda cenaré en La Canasta, el restorán -junto con el Viena- de mayor tradición en Saltillo, mi ciudad. Como se ve, estoy jugando con ventaja. FIN.


MIRADOR ›armando fuentes aguirre ¿Tú sabes lo que es un cornijal? Yo no lo sabía hasta que por azar hallé en el diccionario esa palabra. El cornijal es el pequeño lienzo con que el sacerdote se enjuga los dedos en el lavatorio de la misa. Otro vocablo encontré, también muy raro: “supedáneo”. Es la peana o apoyo que sostiene a algunos crucifijos. “Supedáneo” quiere decir algo así como “bajo los pies”. Y ¿qué te parece este otro término? Lo pongo entre comillas: “ambuesta”. También se dice “ambueza”. Es lo que cabe en ambas manos puestas juntas para formar una concavidad. A mí me encantas las palabras. De ellas vivo. Escritas las miro y las remiro; habladas las siento como una caricia en el oído. Las tomo igual que a una preciosa joya, y si pudiera las besaría a modo de homenaje, como se besa la mano de una dama. Cuando encuentro una palabra nueva me inclino ante ella con admiración y le digo: -Mucho gusto. ¡Hasta mañana!...
MANGANITAS ›por afa
“Un escritor presumido.”. El sujeto se jactó: “Con mi pluma me hice rico”. Pero en verdad no me explico cuál fue el uso que le dio.


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