jueves, 25 de abril del 2024
 
Por Raúl López Gómez
Columna: Cosmovisión
Los niños del ayer
2016-04-29 | 21:50:03
En el día del niño, hay que recordar todos aquellos momentos de la infancia y reír una vez más, sin faltar la tristeza a las condiciones de pobreza y las ausencias de los padres para aunque sea salir a pasear aunque sea al parque o dar una caminata por la fuente de los Flamingos en la Calzada De Salvador Díaz Mirón, recién remodelada por el alcalde Juan Maldonado, esas eran las salidas dominicales. Y de comer en la calle algo, jamás.

Una ida a la matiné a los cines Reforma, Veracruz o Díaz Mirón, era casi imposible, un sueño que podía cumplir casi una vez al año.

El futbol con los tiburones rojos, se asistía a los entrenamientos para ver al famoso portero El Charro García, un ídolo en sus “pants negros” que luego rompía con la intensidad de los entrenamientos en el deportivo veracruzano y a los seis años, escucharle decir: “adiós a mis 30 pesos”, a quien se le reconoció pundonor, junto a Francisco Gómez “Batata”, Mariano Ubiracy, la Cuca Herrera, el gordo Elizondo, y muchos más que quedaron grabados en la memoria de los colores fuertes rojo y azul del equipo de don Pepe Lajud y su eterno amigo el famoso José Pérez de León “Popocha”, reportero del decano.

Escuchar en las noches de calor, las transmisiones de los partidos de beisbol del Aguila en la U de Veracruz en voz de Sergio Morales Ortiz, que en la narración describía con precisión el encuentro que hasta podíamos ver y sentir el ambiente cuando el Borrego Alvarez, cuarto bat sacaba la pelota del estadio y la mandaba hasta la calle.

La radio era el vínculo más cercano de comunicación y en donde la gente por las noches sacaba a las banquetas los sillones tlacotalpeños y no había tantos mosquitos para tomar el fresco en familia, platicar con don Mariano y doña Cary, vecinos de lujo y padres del famoso Roberto González (todo un personaje) en la calle 22 de Marzo.

En las noches de calor, mientras la “Julia” de la poli daba sus rondines y sin tanto problema con los jóvenes a los que se llevaban por jugar futbol en la calle, la gente tomaba el fresco afuera en las banquetas platicando en familia o sólo escuchando la radio.

Las caminatas a la escuela, la salida a las tortillas o el pan, y el regreso por la tarde en el anhelo de ver a la mamá cociendo o remendando la ropa. Eran normales para un niño de seis años o más. Hacer mandados a los vecinos y obtener unos centavos para le escuela era sensacional.

Las madres de esa época eran autenticas gladiadoras, que “le rompían su madre” a los hijos sin ningún miramiento, cuando había que poner orden en los pleitos de los muchos hermanos, porque apenas llegaban las televisiones de blanco y negro Admiral o Majestic.
Las series combate, los Locos Adams o los monster, imperdibles los domingos por la noche junto al súper agente 86, o las caricaturas y las señoras tejiendo desde las tres de las tarde con Doña Macabra en la telenovela del momento o ver a Juan del Diablo en el actor Enrique Elizalde y Julissa de lunes a viernes, que no se les podía molestar y cuidadito y se les distraía para que no dejaran de llorar a gusto.

También Cachirulo con el chocolate exprés, alegre y muy bonito y que rápido es nada más para ver en los comerciales y casi olerlo, sin poder probarlo al igual que los Twnky Wonder

Enfrente doña Luisita la señora madre de Raúl, Silvio, Manolo, Toño y Hugo, y sus dos hermanas Blanca y Laura Cruz Prieto, era la que metía en orden al inquieto Toño Cruz Prieto, (ahora famoso licenciado en derecho, gran amigo de la infancia) el que cuando no rompía el parabrisas del viejo carro Chevrolet de don Raúl, el jefe de la dinastía que impecable salía a trabajar su taxi con su tradicional sombrero de tres pedradas, por inquieto le rompía la cabeza a su hermano el más chico Hugo, por andar tirando piedras. La Chinga que había que aguantar estoico.

Don Raúl Cruz, llevaba a los hijos y los amigos por las noches a jugar futbol en la playa y también a recorrer el estadio Luis Pirata Fuente en construcción. Un personaje muy recordado.

En navidad, los chamacos con la rama, era de todos los días ir a cantarle al general Heriberto Jara Corona a su casa, disfruta salir y darle dulces a los niños y monedas siempre.

Doña Luisita en la navidad, compartía a los niños la cena de la casa, aquel bacalao a la bilbaína que ni lo conocíamos y quedó grabado en la mente para toda la vida por el sabor de una cocina veracruzana por excelencia.

Las navidad y en el fin de año el “cuñadito” compraba un galón de caña San Carlos y las cubas con Pepsi, limón y hielo en una cubeta, sin miramientos para compartir a los jóvenes de edad, se aparecían Julio “El viejo”, Vicky el galán, Rubén el Oaxaca, Pepe el niño monster, Roberto González un caballero, desde joven muy trabajador en un banco y excelente hijo y amigo, (ahora casado con la maestra Norma Riego, una extraordinaria mujer académica de carrera) Benito González Balleza, Leobardo Rodríguez Reyna (mi padrino de primera comunión estudiante de la Facultad de ingeniería de la UV, en ese entonces que me regaló cinco pesos una fortuna, billete que misteriosamente desapareció del cajón de la máquina de coser de doña Lilia, David González Balleza y los jóvenes de esa época que ya le pegaban al tlapehue con ganas, pero con absoluto respeto a los mayores y a las muchachas nada más las veían de lejos o podían bailar dentro de la casa con la famosa sonora tocadiscos.

Tiempos aquellos los de niños inocentes, de sueños incumplidos, de los deseos de un dulce o un pastelito o de una percherona de coco o fresa, y cuando menos comer en el recreo una jícama con chile y limón.

En las noches después de la fiesta, con el fin de la fiesta, quedando de manifiesto para todos los niños el deseo de la llegada de santa Claus o los reyes, que andaban rondando y siempre llegaban con el juguete equivocado y nunca con la bicicleta anhelada.

Una ametralladora de plástico que con darle cuerda sonaban los balazos, o el balón de futbol. Y hasta el par de medias deportivas y nunca pensar en tenis o unos tacos de futbol.

El recuerdo de niño de las primeras de medias negras de futbol que me compró doña Lilia y que después mi amigo Alejandro Rergis Pacheco, otro amigo muy cercano de escasos diez años me enseño a acomodarlas y ponerlas con un estricta solemnidad.

Le educación era férrea en la escuela, los maestros y maestras, solícitos disfrutaban de pegar a diestra y siniestra con el metro en las manos o donde cayera el golpe. No podía haber reclamación, porque la madre decía, “mire si se porta mal péguele y no me voy a enojar, edúquelo por favor”. A todo dar.

La golpiza que no se olvida de doña Lilia al pequeño de la familia porque el uniforme blanco de los lunes lo ensució de lodo. Porque estaban rellenando el pantano de la escuela y al niño se le ocurrió jugar con la tierra. Y cuerpo le faltó para enmendar la falta de ensuciar el uniforme de los lunes.

Los domingos la comida modesta en familia y ver el partido por la tele del Necaxa de Romo, Carlos Alberto y Majestic, los ídolos de ese tiempo o del Halcón Gustavo Peña del Cruz Azul y capital de la selección nacional de Nacho Trelles.

“Papi mi domingo, “queeeeee ponte a barrer la banqueta, a barrer el patio y después hablamos.” Como siempre Nada. Pura ilusión.

Don Leonel, decía Rulo no va a estudiar es burro, le gusta la mecánica, “chingalo”, ahora a vencer el estigma de los siete hermanos y ser el más chico de los hombres, se tuvo que estudiar dos carreras universitarias al mismo tiempo y después no poder quitarse el falso estima de triunfador, cuando se sigue soñando despierto y se desea vivir en la medianía, sin necesidades de la opulencia y sólo el rigor de lo poco, lo alcanzable con un formato de bajo perfil.

La realidad es que en la presente generación se exagera el amor por los hijos y la creencia de darles todo, lo más posible en recuerdo de las carencias. Al final eso es malo, por el supuesto exceso de cariño que corrompe a la educación de niños y jóvenes, que dejan de estudiar.

“Mami me voy a estudiar leyes a Xalapa, “tú te vas pura madre, y mira cómo eres y te tengo controlado, sólo te conviertes en un vago, no sé como pago la escuela, pero usted se queda a estudiar en Veracruz. Adiós ilusión jajajaja. Empezaba la carrera de derecho en la Universidad Villa Rica y el Colón, se optó por la UCC. Gracias Toño Remes, que fue de quien aprendí a estudiar como un gran maestro muy ejemplar.

Fuimos niños hasta los 18 años o más, jugando y con la inocencia en la piel y en la mente, a diferencia de ahora. Cuidado.

Al final gracias a nuestros padres y al rigor de la educación de mano dura, los de esta generación pudimos estudiar y ser profesionistas, por el esfuerzo inaudito de ahorro y de lucha diaria del papá y la mamá, que manejaba el gasto con mayor rigor que el Banco de México, que no soltaban la lana, aunque se hiciera el peor y más grande berrinche de la historia, porque de lo contrario estas castigado y no hay tele en un mes.

En otro tema, corrió como reguero de pólvora en Xalapa, la información acerca de la “negociación” que el famoso vigilante ingrato Paco Garrido, realizó para acomodar a su amigo Octavio Córdoba y a su amiga Mérida Villa como pluri en la tercera posición de los candidatos a diputados locales del Partido Verde y candidatura uninominal por Coatepec, respectivamente

Lo que demuestra que pronto se le está pasando la indignación de que se cayó el Tato. Y después de todo parece que le saco provecho a la situación, como siempre. Y dicen los expertos en el tema del análisis de la política que no es que haya vendido al famoso Tato, sino que sólo le sacó jugo a su indemnización.

Por cierto el Partido Alternativa Veracruzana que preside Alfredo Tress Jiménez, opera como un partido del primer mundo y esta convertido en un partido político de presente y futuro, que ayudara mucho a ganar la gubernatura a Héctor Yunes Landa, sin problema alguno. Así las cosas.


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