2017-03-30 | 09:24:59

A 66 días de la elección municipal los nombres de Javier Duarte y Karime Macías, responsables del saqueo de los recursos públicos de Veracruz, causarán un efecto negativo en los resultados del proceso que será un termómetro para el 2018.

Los dos hundieron al tricolor y la poca credibilidad que le quedaba.

Reza el refrán que “Detrás de un gran hombre, hay una gran mujer” y ha sido aplicado por décadas a personalidades que ejercen poder.

En gira de trabajo por Papantla el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari ensalzó a las mujeres mexicanas.

A ese adagio popular, agregó: “Y a veces van adelante”.

Los aplausos de la concurrencia estremecieron a las damas presentes.

Con el tiempo han surgido otras sentencias que expresan algo similar respecto a las mujeres:

“Detrás de un gran hombre no hay nadie, porque su compañera camina al lado –de la mano--, nunca atrás”.

Eso sucedió precisamente con Javier y Karime.

La ex primera dama, con una fisonomía frágil, endeble y sumisa, proyectaba ser incapaz de ejecutar actos delincuenciales.

Esa era parte de su personalidad.

La otra, la de una mujer cuyo egoísmo la llevó a pensar solo en la abundancia para seguir con su vida compulsiva.

Sin hacer mucho ruido, aparentó estar detrás del poder para ejercerlo como ninguna, y someter al mandatario a sus caprichos en beneficio de su familia.

Javier le dio manga ancha en todo.

Por eso abusó de un nepotismo desbordado.

Karime, nunca estuvo detrás.

Tampoco al lado del mandatario.

Siempre adelante.

Daba órdenes. Quitaba y ponía funcionarios de alto nivel.

Su parentela se incrustó en cargos claves, igual que amigos de la juventud.

Era implacable con el título The First Lady.

En público destilaba amor por los niños y la clase marginada, hasta que le entró “hueva” (sic) para desempeñar la encomienda como presidenta del DIF.

Nadie se imaginó que detrás del exceso de maquillaje, se ocultaba el rostro real, el auténtico de una mujer perversa y maquiavélica.

Tras bambalinas estuvo siempre pendiente de lo que sucedía.

Fue el verdadero poder tras la silla de palacio.

Montada en “Rocinante” (la equitación es su hobby), se supone que planeó, preparó y ejecutó acciones para desviar recursos públicos en beneficio personal y de algunos cómplices.

Llevó en forma minuciosa los movimientos y distribución de los recursos en distintas cuentas bancarias y la creación de empresas fantasma.

Coadyuvó en forma contundente al entierro de la carrera política de su pareja sentimental.





Esa es la verdadera Karime.

Derrochadora en exceso y deleznable.

Se refugió en la Kabbalah --sabiduría antigua que revela cómo el universo y la vida funcionan--, para recibir a plenitud la abundancia en toda la extensión de la palabra.

De ella la escritora Rosaura Barahona, escribe: “A Karime le encontraron un cuaderno con planas llenas de merezco abundancia y, como nunca ha estrenado el cerebro, no le importó que esa abundancia fuera a costa de las pensiones robadas a los maestros, de medicinas falsificadas, de lavado de dinero y de una larga lista de delitos por los que se giró una orden de aprehensión en contra de su esposo”.

La PGR indaga a Karime por delincuencia organizada y lavado de dinero.

Se trata de la carpeta de investigación FED/SEIFD/UEIDFF/VER/001653/2016, iniciada a fines del año pasado por el Ministerio Público federal.

Una auténtica fichita.

Una mujer carente de escrúpulos.

Hoy cumple 165 días de andar a salto de mata al lado de su esposo o de estar a buen recaudo por el gobierno federal.

¿Pisará la cárcel?