jueves, 28 de marzo del 2024
 
Por Catón
Columna: De política y cosas peores
Plaza de almas
2017-05-23 | 09:38:49
Cuando murió mi pareja la vida terminó para mí. Cinco años llevábamos ya viviendo juntos. Éramos muy unidos: a donde iba él iba yo; a donde iba yo iba él. La gente nos conocía. Cuando pasábamos, juntos como siempre, decían todos: “Ahí van ésos”.

Gozábamos nuestra mutua compañía. Nos gustaba caminar sin rumbo por las calles; disfrutábamos al aire libre el sol de las mañanas y el viento fresco de los atardeceres. En las noches de frío no había frío para nosotros: con nuestros cuerpos nos dábamos calor.

Todo acabó de pronto. Un accidente absurdo lo mató. Iba cruzando la calle; se detuvo a ver si yo lo seguía; vino un automóvil y lo atropelló. Murió instantáneamente. Al menos eso espero. Quedé sola. En adelante, cuando pasaba yo por la calle, ya sin él, decía la gente: “Pobrecita”.

Fue entonces cuando llegó a mi vida esta mascota. No sé ni cómo vino; un buen día me vi con ella. ¿La adopté yo o me adoptó ella a mí? Quién sabe. Pero cambió mi vida. Es linda; cuando me mira veo en sus ojos todo el amor del mundo, y siento que su amor es todo mío.

Nunca pensé que una criatura así pudiera disipar mi soledad. Su presencia me salva de la sombra; ella es mi compañía mejor. Casi todo el tiempo lo pasamos en el departamento; yo para ella, ella para mí. A veces salimos a caminar por el parque -a ella le encantan esos paseos-, y vuelvo a vivir aquellas mañanas de sol y aquellas tardes de viento sosegado.

Mis recuerdos, sin embargo, ya no son amargos. Agridulces, quizá: si la vida que está es agridulce, más lo es la vida que ya no está. Ahora no me avergüenza confesar que ya no podría vivir sin mi mascota. Yo, que presumía siempre de ser independiente; de no necesitar a nadie. Yo, que iba y venía sola por el mundo, hasta que llegó él.

Yo, que habría seguido viniendo y yendo por el mundo después de que él se fue, ahora no puedo estar sin esta adorable criatura que vive para mí y para quien vivo yo. Y es que empecé a vivir de nuevo.

Cuando la veo cerca de mí estoy al amparo de todos los peligros; protegida contra todos los males que me amenazaban. Haber perdido lo que perdí es para ensombrecer toda una vida, y sin embargo la mía es ahora feliz, como si la iluminara una luz nueva.

Parece mentira que una mascota pueda cambiar tu mundo en esa forma. La otra noche la veía dormir. Su sueño era tranquilo; no se movía, respiraba acompasadamente. De pronto algo pareció turbarla. Empezó a agitarse; me pareció que se quejaba. Me acerqué a ella, y me sintió quizá, porque abrió los ojos. Entonces me miró y quedó tranquila.

Volvió a cerrar los ojos; se quedó otra vez dormida. Pero ahora me pareció que sonreía. Entonces me dormí yo también, tranquila ya. Jugamos a veces como dos criaturas, una humana, animal la otra. Pero en esos juegos parecemos compartir la misma naturaleza. Y vaya que somos totalmente diferentes.

Mi mascota -se llama Lisa- es una mujer todavía joven, amable y atractiva. Yo soy una perra de raza indefinida que habría pasado toda su vida en la calle de no haber sido porque ella me adoptó con ese amor que las mujeres sienten por las criaturas desvalidas, sea un hombre, sea una perra callejera.

También Lisa habría pasado toda su vida en esa larga calle que se llama soledad de no haber sido porque yo la adopté como mi mascota. Entiendo que eso se llama amor, ese amor que desde siempre ha unido a la criatura humana con las criaturas animales que le damos nuestra compañía.

Seguramente habrá sobre nosotros alguien que cuida con amor de sus criaturas. De nosotros, los humanos y los animales. Lisa y yo. Y tú. FIN.







mirador

armando fuentes aguirre


¿No te lo dije?

Meses y meses había durado la sequía. Las mujeres se preocupaban; maldecían los hombres. Hasta los animales parecían otros. El viento levantaba remolinos de polvo en las labores, y un sol de lumbre aridecía el campo. A los niños se les había olvidado cómo son las nubes; algunos no creían ya en la existencia de la lluvia.

Entonces nos acordamos de Nuestra Señora, y en nuestras plegarias dijimos su nombre. Su nombre es Luz. Su nombre es luz.

Eso fue suficiente. Ni siquiera tuvimos que sacar su imagen de la pequeña capilla que es su casa. Bastó que la invocáramos para que el milagro fuera. Se abrieron en el cielo las fuentes de las aguas, y en el Potrero llovió tres días seguidos.

Ahora la tierra respira un hálito de vida, como mujer con el vientre fecundado. Pondremos en ella la semilla, y la semilla pondrá el pan en nuestra mesa. Y el pan nos sabrá al sol y a la tierra. El pan nos sabrá a Dios.

¿No te lo dije?

¡Hasta mañana!...



manganitas

por afa


“...Tigres contra Chivas por el campeonato...”.

A nadie deseo mal

en la justa deportiva.

Pero ¿tigre contra chiva?

Lo veo muy desigual.






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