sábado, 04 de mayo del 2024
 
Por Leo Zuckermann
Columna: Juegos de Poder
México en un mundo convulsionado
2014-03-19 | 08:26:58
No somos un país que nos importe mucho lo que sucede en el mundo. Cuando en un programa de televisión se tratan temas internacionales, los índices de audiencia generalmente se caen. Es un error: los mexicanos debemos interesarnos más en los asuntos mundiales porque, directa o indirectamente, nos afectan. Y este es uno de esos momentos en el que tenemos que poner más atención.
En un vecindario muy lejos del nuestro, prácticamente al otro lado del planeta, Rusia se está adueñando de Crimea, territorio que le pertenecía a Ucrania. Las intenciones imperialistas del presidente ruso, Vladimir Putin, son evidentes. Comenzaron hace unos años en Georgia. Ahora se han extendido a una región muy importante desde el punto de vista geográfico como es la península de Crimea.
Putin, como lo ha señalado David Remnick en un estupendo artículo en la revista The New Yorker a propósito de las Olimpiadas de Invierno de Sochi, es un político en la tradición de los zares que expandieron el poder del viejo imperio ruso. Su objetivo es que Rusia vuelva a ser una potencia respetada y temida por el mundo entero. Como ex miembro de la KGB, quedó herido por la caída de la Unión Soviética. Suspira por las épocas de un planeta bipolar donde su país era la potencia que le hacía contrapeso a Estados Unidos.
A pesar de la desaparición de la URSS, de los duros años que le siguieron, Rusia es hoy un país con mucho poder. Sigue teniendo una presencia militar de las más importantes del mundo (posee uno de los arsenales nucleares más abundantes). Y ahora, a diferencia de las épocas soviéticas donde la economía estaba quebrada, su capitalismo oligárquico le ha permitido acumular enormes reservas internacionales gracias a la venta de materias primas. El gas que le vende a Europa Occidental, por ejemplo, es fundamental para esa región. Los europeos están preocupadísimos por la posibilidad que se corte este aprovisionamiento generando, así, un cataclismo económico.
Putin es un político rudo en los juegos de poder. Dentro de su país se ha convertido en un autócrata que lleva muchos años gobernando, que no tiene intensión alguna de retirarse y que ha desmantelado toda estructura que desafíe su poder. Es la versión moderna de un zar en un sistema que cada vez tiene menos elementos de una democracia-liberal.
En cuanto al frente externo, desde hace años también juega duro aprovechando que el presidente Obama no tiene ni la intensión ni el estómago ni el apoyo interno para utilizar a las Fuerzas Armadas estadounidenses lejos de su territorio. Si Bush hijo se fue a meter a dos guerras al otro lado del planeta, en Irak y Afganistán, sobre extendiendo la capacidad económica y militar de esta potencia, Obama decidió que había llegado el momento de corregir esta situación renunciado a la idea de ser el “policía” mundial. Lo demostró con toda claridad en Siria donde, a pesar que dijo que intervendría si el presidente Al-Asad utilizaba armas químicas en contra de su población, pues se echó para atrás. El vacío lo llenó Putin presionando a los sirios para que llegaran a un acuerdo de destrucción de sus armas químicas. De esta forma se evidenció que Rusia estaba de regreso como jugador de peso en la arena internacional.
Putin ha tentado en varias ocasiones a Obama. Hasta ahora ha logrado exhibirlo como un Presidente sin ganas ni instrumentos para detener las intensiones imperialistas rusas. En la crisis de Crimea, Obama ha decretado una serie de sanciones económicas ineficaces (el rublo se ha devaluado y la bolsa rusa caído pero no de manera catastrófica). También ha ordenado la cancelación de visas a gobernantes rusos para viajar a Estados Unidos y le ha pedido a la canciller alemana, Angela Merkel, que presione a Putin. Pero todo esto no ha servido de nada para que el nuevo zar se apodere de Crimea prácticamente sin despeinarse.
¿Y eso qué tiene que ver con México?
Pues mucho porque la crisis en Ucrania está haciendo evidente que nuestro principal socio comercial, del cual depende nuestra economía, está demostrando una debilidad que podría ser aprovechada por otras fuerzas interesadas en hacerle daño (países o grupos terroristas con agendas anti-estadounidenses, por ejemplo). Y si eso ocurre, la economía estadounidense, que no acaba de estar fuerte, bien podría caer en otro bache, lo cual sería desastroso para nuestra economía que sigue muy débil. Por eso tenemos que estar muy pendientes de lo que pase en el mundo, en particular en Ucrania que podría tener un efecto muy negativo aquí en México.

Twitter: @leozuckermann
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