lunes, 29 de abril del 2024
 
Por Catón
Columna: De política y cosas peores
Piezas sexuales
2014-04-07 | 10:00:24
Le preguntó el auditor a don Algón:
“¿Cuántos empleados tiene en su oficina, por
sexo?”. “Nada más mi secretaria -respondió
él-. Los demás han entrado por méritos”...
El maestro de Geografía Mexicana le
preguntó a Pepito: “¿En qué estado corre el
río Colorado?”. Respondió el chiquillo: “En
estado líquido”...
Aquella ventrílocua actuaba desnuda
de medio cuerpo arriba. Así nadie se daba
cuenta de que movía los labios...
Astatrasio Garrajarra le comentó a un
amigo: “No he podido quitarle a mi mujer
la manía de estar despierta hasta las 5 de la
mañana”. “¡Qué barbaridad! -se sorprendió
el amigo-. Y ¿qué hace ella todas esas horas?”.
Contesta Garrajarra: “Esperar a que
yo llegue”...
Doña Frigidia no era como esas mujeres
que le regatean amor a su marido diciéndole:
“Hoy no, me duele la cabeza”; “Estoy muy
cansada”, o: “Los niños nos van a oír”. Ella
siempre estaba disponible. Solamente le
decía a su esposo: “Pero no me despiertes, y
cuando acabes tápame”...
Me gusta mucho ir a la Casa de Tlaxcala,
en la calle de San Ildefonso de la Ciudad de
México. Ocupa una antigua finca en la cual
hay un restaurante donde se disfruta a precio
inverosímil la rica comida tlaxcalteca,
y una pequeña tienda que ofrece a precios
inverosímiles las bellas artesanías de ese
estado. Pero además me agrada ir ahí porque
en esa casona se hospedó José Martí. Una
de las varias locuras que con amor cultivo
es el ajedrez.
Y Martí -el dato no se conoce mucho- fue
un extraordinario ajedrecista, jugador con
talla de campeón. Por el tiempo en que el
prócer cubano llegó a México vivía en la
Capital un peluquero español llamado Mariano
Eguiluz, también gran aficionado al
ajedrez, tanto que cedió una habitación al
lado de su barbería para que ahí se practicara
ese infinito juego. Cierto día Martí se
apersonó en el local y le dijo a don Mariano
que deseaba medirse con algún buen ajedrecista
mexicano. El fígaro le dijo que al día
siguiente, a tal hora, le tendría preparado
un gallo.
Puntual llegó el de Cuba. Alegre y fanfarrón
le preguntó al barbero: “¿Dónde está el
gallo?”. “Tendrá usted que perdonarme, don
José -le respondió con una sonrisa Eguiluz-.
No le tengo un gallo. Le tengo un pollo. Mejor
dicho: un pollito”. Y le presentó al jugador
con quien se mediría: un niño de 7 años.
Condescendiente, Martí aceptó jugar con
él y le cedió las piezas blancas. Muy serio el
muchachito le agradeció la cortesía e hizo
la primera jugada. El gesto de condescendencia
de Martí se cambió pronto por uno
de curiosidad, y luego por otro de franca preocupación:
observó que el chiquillo estaba
planteando el gambito de Damiano, que sólo
un avezado jugador podía conocer.
Haré corta la historia, y acortaré también
la agonía de Martí: en la jugada número 47
el niño le dio mate. (Martí no debió de jugar,
ay, de jugar). El público que se reunió a ver
la partida rompió en una estruendosa ovación
para el pequeño, y el más entusiasmado
aplaudidor fue el poeta cubano. Ahora bien:
sucede que aquel niño era nativo de mi natal
Coahuila.
Se llamaba Andrés Ludovico Viesca, y
vio la primera luz en Parras, el 8 de abril de
1869. No he contado esto por jactancia de
coahuilense, aunque tantos motivos de orgullo
me brinda mi solar nativo, sino porque
Garry Kasparov, genio entre los mayores de
la historia ajedrecística, vino por estos días
a México y dio varias exhibiciones, a más de
hablar del juego con sabiduría y hondura.
Yo soy aficionado al ajedrez, del cual solía
decir mi maestro don Alfonso Alveláiz que
es demasiado juego para ser una ciencia, y
demasiada ciencia para ser un juego. Celebro
que se promueva entre los niños y jóvenes
de México la práctica del ajedrez, que tantas
buenas cualidades y virtudes puede fomentar.
En tiempos de anarquía y caos el orden
armonioso que preside ese juego puede ser
útil enseñanza... Un europeo llegó a un
puerto de oriente. En la calle fue abordado
por un individuo de traza sospechosa que
le preguntó en voz baja: “¿Busca mujer? Yo
le puedo conseguir una”. “No” -respondió el
viajero con sequedad. “Ya veo -le guiñó un
ojo el tipo- Entonces busca hombre. Yo se lo
puede conseguir”. “Le digo que no -replicó
ya molesto el visitante-. Busco al cónsul del
puerto”. Dijo el sujeto: “Eso va a estar un
poco más difícil pero a lo mejor también se
lo puedo conseguir”...
FIN.

MIRADOR
››armando
fuentes aguirre
He aquí una historia para reflexionar.
Un hombre compró un rancho que
estaba en el más absoluto de los abandonos:
las tierras sin trabajar, la casa
en ruinas, caídas las cercas y los árboles
a punto de morir por falta de agua y de
cuidados.
Se puso el hombre a trabajar. Más
de 12 horas trabajaba cada día. Al cabo
de unos meses la finca quedó convertida
en un jardín. Las tierras estaban
cultivadas en toda su extensión; la
casa era un albergue bello y cómodo;
las cercas se veían como nuevas, y los
árboles mostraban ya la promesa de
los frutos.
El cura del pueblo fue a visitar el
rancho y felicitó al nuevo propietario.
Le dijo lleno de entusiasmo:
-¡Es increíble lo que Dios y tú han
hecho de este rancho!
-Gracias, padre -respondió cortésmente
el individuo-. Pero ¡hubiera usted
visto cómo estaba cuando Diosito
lo trabajaba él solo!
Lo dije al principio: ésta es una historia
para reflexionar.
¡Hasta mañana!...
MANGANITAS
››por afa
“... Más de 40 mil aviadores en las
escuelas...”.
¡Qué tremenda corrupción!
¡Qué inmorales profesores!
40 mil aviadores...
¡Y con campo de aviación!


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