lunes, 29 de abril del 2024
 
Por Catón
Columna: De política y cosas peores
Retrato de Confesión
2014-04-09 | 09:40:42
El pintor le pidió a su esposa que posara
desnuda para él. Ella se resistía, pues no
le gustaba mostrarse sin ropa ante su
cónyuge. Incluso cuando él quería llevar
a cabo el acto connubial debía aceptar
que fuera con la luz apagada. Pero tanto
porfió el artista que su mujer cedió por
fin.L
a pintó el artista en actitud voluptuosa
de Cleopatra, tendida con languidez
sobre una piel de tigre y fumando un
cigarrillo turco en elongada boquilla de
carey. Cuando el pintor terminó la obra
y la mostró a su esposa ésta puso el grito
en el cielo.
“¡Cómo me pintaste así! -clamó irritada-.
¡Todos tus amigos, compadres, vecinos,
ex compañeros de escuela, colegas
pintores, periodistas, críticos, galeristas
y corredores de arte me van a reconocer!”.
“¿Cómo te podrán reconocer -objetó él-,
si te cambié el rostro por completo y te
puse el de la reina egipcia?”. “Sí -acepta
la mujer-. ¡Pero me dejaste el lunar que
tengo en la pompis izquierda!”...
El buen Papa Francisco está empezando
a preocuparme. Su sencillez y su
humildad me han seducido, como a todos
los hombres de buena voluntad (yo soy
sólo de voluntad regular), pero siento inquietud
al ver que a sus amables rasgos
y humildes actitudes no añade pronunciamientos
firmes ni acciones concretas
tendientes a remediar las injusticias en
que la Iglesia Católica incurre todavía en
renglones tales como los derechos de la
mujer en la asamblea de los fieles, y el trato
a los homosexuales y a los divorciados.
Hace unos días el Papa se hizo retratar
en el momento de confesarse con motivo
del inicio de la Cuaresma. Digo “se hizo
retratar” porque no es posible que la fotografía
que circuló por el mundo haya
sido captada con tanta oportunidad y
por mera coincidencia. Para hacer su
confesión el pontífice no entró en el compartimento
reservado que los penitentes
usan, sino se arrodilló ante el confesor,
evidentemente para que la cámara pudiera
captarlo mejor.
Siempre me han preocupado los
gestos mediáticos de los hombres de
religión, gestos que en mi ciudad, Saltillo,
veo con frecuencia. Hay clérigos
protagónicos a quienes con justicia
se puede aplicar la reprensión de San
Mateo: “Hacen todas sus obras para ser
vistos por los hombres”. Estoy de acuerdo
en que aún es pronto para esperar
del Papa grandes reformas o cambios
radicales en la Iglesia, pero es tiempo
ya de comenzarlos.
Veo con simpatía y afecto la figura
de Francisco. Pienso que es un hombre
bueno, sabio, lleno de generosas intenciones
y humilde a pesar de ser jesuita y
argentino. Sin embargo pervive todavía
la enseñanza que aquel evangelista recogió:
“Por sus frutos los conoceréis”...
El esposo le dijo a su mujer: “¿Recuerdas,
viejita, que en 1979 empecé a ahorrar
para poder comprarnos un coche
del año? Pues bien: ya podemos cumplir
ese sueño”. “¡Fantástico! -exultó la señora-.
¿Quieres decir que ya juntaste para
poder comprarnos un coche del año?”.
“Sí -suspiró el señor-. Del año 1979”...
A la hora de la comida le dijo Pepito a
su mamá: “Está bien; hagamos una negociación:
me sentaré derecho y dejaré
de poner los codos en la mesa, pero no
me comeré las espinacas”...
Hamponito, el hijo de don Hamponio,
el narco de la esquina, estaba fumando
en una banca del parque. Lo vio el Padre
Arsilio y le preguntó, severo: “¿Cuántos
años tienes, niño?”. Respondió el muchachillo:
“Doce”. “12 años -se irritó el
sacerdote- ¿y ya fumas?”. “Y eso no es
nada -replicó, desafiante, Hamponito-.
A los 10 perdí mi inocencia”. “¡Santa
Respicia, patrona de la pureza y de la
castidad! -exclamó el señor cura, consternado-.
¿Cómo sucedió eso?”. Contesta
Hamponito: “No recuerdo. Estaba bien
borracho”...
“¿Por qué tan alto su recibo, doctor?”.
“Es que tenía usted tisis galopante”. “¿Y
me está cobrando por kilómetro?”...
Un elegante caballero entró en aquel
local y le dijo al encargado: “Quiero una
docena de rosas rojas para mi esposa. Es
su cumpleaños”. “Perdone, señor -contestó
el hombre-. No está usted en una florería:
ésta es una clínica especializada en
vasectomías y circuncisiones”. “¡Habrase
visto! -se indignó el caballero-. ¿Entonces
por qué ponen flores en el escaparate?”.
Responde el individuo: “¿Qué nos sugiere
que pongamos?”... FIN.


MIRADOR
››Armando
Fuentes Aguirre
El árbol de las moras dio sus
frutos.
Cada mora es como una gota
de oscura miel. Su profundo color
es parecido al de los labios de una
mujer fatal.
Las moras de nuestro huerto son
para los niños. Dejamos que suban a
las ramas y ahí las coman igual que
si fueran golosina. Yo me río al verlos
bajar con la boca morada y la ropa
llena de manchas de color.
-No los deje, licenciado -me dicen
con disgusto sus mamás-. Usted no
es el que tiene que lavar la ropa.
Yo los dejo. Pienso que Diosito hizo
las moras para los niños. ¿Y quién
soy yo para enmendarle la plana al
buen Señor? Pero no les digo eso a
las mamás. No quiero exponerme
a que me respondan: “Tampoco el
buen Señor lava la ropa”.
¡Hasta mañana!...
MANGANITAS
››por afa
“...No encuentran un avión...”.
En forma muy comedida
-y sin interés- sugiero
que lo busque un chatarrero,
y lo encontrará en seguida


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