2014-05-25 | 09:22:56

El pasado 14 de mayo, la vida de una joven estudiante xalapeña cambió drásticamente. Repentinamente se vio envuelta en un incidente de tránsito con un fuerte hedor a manoseo político, una versión bananera de la Hoguera de las Vanidades, un monumento a la demencia de una sociedad podrida.

Liliana González Morales tuvo la desventura de toparse, como cotidianamente los miles de xalapeños están expuestos, a una manifestación de esas que se pasan por el arco del triunfo los derechos de terceros. La protesta ciudadana estaba protagonizada por la agrupación priista de Antorcha Campesina, una más de la larga lista de ‘profesionales del caos’.

Ante la agresión de la que fue objeto su vehículo, presa de pánico según ha narrado y puede adivinarse, intentó evadir a los manifestantes y en su huída tiró a dos que iban encaramados del cofre de su automóvil.

Como sucede en el guión del admirado Tom Wolfe, en este episodio rápidamente apareció la rapiña política ejemplificada en la figura de la diputada priista y miembro de Antorcha, Minerva Salcedo Baca, quien como el ministro religioso de la novela referida, encontró en el incidente el mejor pretexto para jalar agua a su molino.

En los argumentos jurídicos de la defensa de Liliana, se presentó un peritaje hecho por un profesional del tema, en el que se revisó cuadro por cuadro el video que el Ministerio Público presentó como prueba para acusar a la joven universitaria, de intento de homicidio, imagínese usted la desproporción.

Este peritaje extrajo más de 300 fotogramas de este video, en los cuales se puede ver que quienes iniciaron la trifulca fueron los furibundos jóvenes, quienes arengados por sus profesores, detenían el tránsito en la avenida Arco Sur aquella mañana.

Los ofendidos antorchistas, argumentaron que la conductora se echó de reversa para tomar impulso y posteriormente arrollarlos. El video que se localiza en las redes (aunque una versión editada por los antorchistas), es muy claro y no necesita mayores detalles.

No es difícil preguntarse cuál sería nuestra reacción de enfrentar esta situación, de romper la rutina de la mañana ante una protesta de estos profesionales del caos, provocadores a sueldo que han hecho de la manifestación un jugoso negocio ante la complacencia del PRI, que a la sazón resulta su principal empleador.

Aunque este litigio sigue en los tribunales por la determinación de la juez Estrella Iglesias Gutiérrez, quien evidenció que le temblaron las piernas ante la presión de la legisladora Salcedo Baca y sus 30 gritones a sueldo que se apostaron en su juzgado en cada audiencia, es pertinente realizar algunas preguntas que flotan en el aire sin respuestas.

Primero. ¿Qué hacían varias decenas de estudiantes uniformados de un Teleba, menores de edad, manifestándose en la vía pública por instrucción de sus profesores, miembros de Antorcha Campesina?

Segundo. ¿Es lícito que estos docentes expongan a esto a sus alumnos? ¿Tenían el consentimiento firmado por los padres para sacar a sus hijos de las aulas?

Tercero. ¿Es ético que la diputada Minerva Salcedo Baca, sea secretaria de la Comisión de Educación en el Congreso y promueva o solape el uso de estudiantes como carne de cañón en las protestas de su organización?

Realmente asusta que la justicia en Veracruz y este país, se convierta en rehén de organizaciones que hacen su agosto con la violación de la garantía Constitucional al libre tránsito que tenemos todos y es más lamentable, que sean nuestros diputados quienes se soslayen de esas violaciones. El mundo al revés, no cabe duda.