domingo, 28 de abril del 2024
 
Por Leo Zuckermann
Columna: Juegos de poder
¿Se venden los árbitros en el futbol?
2014-06-04 | 10:12:47
Al parecer, algunos sí. También jugadores, directivos y entrenadores. Sobre todo los que vienen de países pobres donde, por los bajos ingresos que reciben, son más vulnerables a la corrupción. Es la evidencia que muestra una serie de dos artículos largos, bien documentados y apabullantes de Declan Hill publicados en The New York Times. Una historia triste y preocupante para aquellos que nos encanta el futbol.
Yo ya había escuchado historias sobre actos de corrupción en este deporte contadas por gente que conoce bien lo que ocurre ahí dentro. Hace poco, por ejemplo, un árbitro de prestigio, que llegó a pitar en Copas del Mundo, me contó una ocurrida en la Copa Mundial 2002 que se llevó a cabo en Japón y Corea del Sur.
La selección de este último país llegó hasta los cuartos de final para jugar con el equipo español. Los europeos eran, sin duda, los favoritos. El partido estuvo trabado y tenso. Terminó en tiempos regulares empatado a cero. Se fueron a los periodos extras donde Morientes anotó un gol que le daría la victoria a los españoles ya que aplicaba en ese entonces la regla del “gol de oro”. Sin embargo, el abanderado, que era de Trinidad y Tobago, levantó su banderín anunciado al árbitro que el balón había salido del terreno de juego antes de que Joaquín se lo pasara a Morientes. El gol fue anulado.
Las repeticiones mostraron que la pelota no había salido. ¿Qué pasó? Resulta que el presidente de la Confederación de Fútbol de Norte, Centroamérica y el Caribe, la CONCACAF, era Jack Warner de Trinidad y Tobago. Resulta que el susodicho tenía una relación muy cercana con una de las mayores corporaciones sudcoreanas: Hyundai.
Resulta que la familia de Warner tenía negocios con ellos. Y resulta que el abanderado trinitario que anuló el gol a los españoles era protegido de Warner. ¿Coincidencia?
Para el árbitro que me contó la historia no: allí había algo raro. Quizá uno de los empresarios más importantes de Corea del Sur le había pedido a su amigo y socio trinitario que inclinara la cancha a favor de sus compatriotas. Quizá el caribeño, al que le gustaban los buenos negocios, no sólo había accedido sino entregado buenos resultados. El hecho es que los coreanos pasaron a las semifinales y la familia del presidente de la CONCACAF acabó poseyendo concesionarias de la automotriz Hyundai en el Caribe.
Esto ocurrió nada menos que en unos cuartos de final de la Copa del Mundo. Sin embargo, de acuerdo con la investigación periodística de Hill en el New York Times, el futbol está lleno de estos casos misteriosos donde lo que en realidad ocurre es que se arreglan juegos.
En el caso de Corea del Sur a lo mejor tuvo que ver con orgullo nacional de la selección anfitriona. Pero la mayoría de los casos de corrupción en el futbol tienen que ver con el oscuro mundo de las apuestas. Lo que Hill encontró es un grupo del crimen organizado que opera fundamentalmente en Asia. A principios de los años noventas comenzaron arreglando juegos en la liga local de Malasia y Singapur: “Los que arreglaban los partidos eran tan exitosos que un ministro del gabinete malayo estimó que tuvieron en éxito en arreglar más del 70 por ciento de los partidos de la liga. La corrupción era tan mala que colapsó la liga de Malasia-Singapur”.
En este proceso, los criminales aprendieron a explotar las vulnerabilidades del fútbol. “De acuerdo a investigadores de la policía europea, este sindicato del crimen organizado manipuló cientos de partidos profesionales de fUtbol a lo largo y ancho del mundo identificando jugadores y referees dispuestos a corromperse, particularmente en países de bajos salarios”.
Es lógico. Por un lado hay millones de dólares en juego en las apuestas y por el otro gente que no tiene dónde caerse muerta. Es la receta perfecta para corromper un juego. De acuerdo a Hill, “los que arreglan los partidos les atrae el fUtbol por la acción que genera en los vastos y grandes mercados de apuestas de Asia que no están regulados. Si lo ejecutan bien, un partido arreglado de fútbol puede pasar inadvertido. Los jugadores pueden deliberadamente fallar un tiro; los árbitros pueden expulsar jugadores o marcar penaltis; los directivos de un equipo le pueden pedir a sus jugadores que pierdan un partido”.
Mañana seguiré hablando del artículo de Hill sobre corrupción en el futbol y lo que desgraciadamente significa para este deporte que tanto nos apasiona a muchos.

Twitter: @leozuckermann
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