lunes, 29 de abril del 2024
 
Por Raymundo Jiménez
Columna: Al pie de la letra
Sinvergüenza
2014-07-08 | 10:17:58
Después de haber entregado el poder el
1 de diciembre de 2010, al ex gobernador
Fidel Herrera Beltrán se le volvió a
ver hasta principios de febrero de 2013
en la Casa Veracruz en una comida convocada
por su sucesor Javier Duarte de
Ochoa, a la cual acudieron también los
diputados locales del PRI.
Duarte de Ochoa y la dirigencia de
su partido se preparaban para la batalla
electoral de ese año en la que estaban
por enfrentar al ex candidato del
PAN a gobernador y su más acérrimo
enemigo, Miguel Ángel Yunes Linares,
quien buscaba llegar al Congreso local.
Por eso es que en esa ocasión, de
Palacio de Gobierno se mandó a filtrar
deliberadamente en los medios de comunicación
una fotografía del encuentro,
después del cual echaron a correr la
versión de que Herrera Beltrán, a quien
por ese entonces se le mencionaba como
posible Embajador de México en un
país de Sudamérica –aunque después
lo ubicarían en Grecia–, habría sido
convencido por Duarte de Ochoa para
que antes de que recibiera la misión
diplomática aceptara realizar campaña
en la entidad como candidato del
partido tricolor a una diputación local.
Pero finalmente el ex gobernador no
fue postulado al cargo
de legislador ni la Cancillería
del presidente
Enrique Peña Nieto ha requerido hasta
ahora sus servicios.
Sin embargo, Herrera Beltrán ha
reaparecido nuevamente en Veracruz.
La semana antepasada volvió a reunirse
en la Casa Veracruz con Duarte de
Ochoa y con otros tres miembros del
gabinete estatal muy allegados al ex
gobernador, los cuales estarían por ser
postulados a la diputación federal en
el proceso electoral del año entrante.
Posteriormente, este sábado 5, el ex
mandatario se apareció en el puerto de
Veracruz en la ceremonia del registro
civil y bautizo de la hija de la ex alcaldesa
priista Carolina Gudiño Corro, y por
la noche apadrinó en la ciudad de Coatepec
a una generación de egresados de
la carrera de Relaciones Industriales,
de la Universidad Veracruzana.
Después de su reunión en la Casa
Veracruz con Duarte de Ochoa y el grupo
compacto de fidelistas trascendió
que el ex gobernador habría venido a
tirar línea para la selección de candidatos
a la diputación federal de 2015,
lo que, por ejemplo, habría frenado de
sopetón el activismo que traía desde
hace algunos meses el tesorero Tarek
Abdalá Saad, quien desde principios de
este año realizaba precampaña en los
municipios del distrito de Cosamaloapan,
por donde el ex mandatario estatal
pretendería que se nomine a su hijo
Javier Herrera Borunda, actual jefe de
asesores del gobernador de Chiapas,
Manuel Velasco Coello.
Y es que Abdalá Saad, quien ya se
había ganado el apoyo de la mayoría
de los alcaldes cuenqueños, inexplicablemente
no se presentó a degustar el
Arroz a la Tumbada más Grande del
Mundo, cuya edición número XX se
realizó el pasado domingo 29 de junio
en el Malecón del puerto de Alvarado,
donde más de 13 mil asistentes disfrutaron
este típico platillo alvaradeño entre
la música del tradicional fandango.
Este exacerbado protagonismo de
Herrera Beltrán no ayuda al gobernador
Javier Duarte, en cuyo mensaje con
motivo de su tercer Informe de Gobierno,
en noviembre de 2013, definió que
el suyo “es un gobierno que ve hacia delante,
¡un gobierno que no está cercado
por el pasado!”, que es “un gobierno que
rechaza el populismo y
la demagogia”, que es
“un gobierno que actúa;
que sabe que ni la improvisación construye,
ni la inmovilidad beneficia”, un
“gobierno que cumple con sus metas,
pero que sabe atender lo imprevisto”,
un “gobierno capaz de sumar y de no
caer en enfrentamientos”, y que “actúa
en beneficio de todos, más allá de los
intereses de unos pocos”.
Hace apenas ocho meses, Duarte
aclaraba que “mi único compromiso
es con los veracruzanos, con ellos,
todo hacia adelante”, porque “estoy
consciente que el auténtico liderazgo
se construye con la gente”.
Por eso es que realmente no se entiende
cómo, después del cochinero que
le dejó al término de su gestión en noviembre
de 2010 –una abultada deuda
pública que tienen al borde del colapso
a las finanzas del estado, y una entidad
con graves problemas de inseguridad
por la tolerancia a grupos del crimen
organizado que en el sexenio fidelista
se asentaron y operaron impunemente
aquí–, el gobernador Duarte sigue
permitiendo el activismo político de su
antecesor en lugar de que lo llamara a
cuentas.
Ayer, en una reunión con empresarios
en el puerto de Veracruz, Duarte de
Ochoa confesó que “me tocó gobernar
en una de la situaciones más complejas
y difíciles, me ha tocado bailar con la
más fea”.
“Como dicen aquí en mi tierra,
‘permítanme sincerarme unos minutos’:
no estábamos preparados para
este complejo escenario que se tenía,
con grandes desastres naturales por
huracanes, el flagelo de la inseguridad
como en el resto del país”.
Pero Duarte también comentó que
había trabas burocráticas que “privilegiaban
más la corrupción que la
apertura de negocios, las facilidades a
los empresarios para la incentivación
del empleo”.
Resulta increíble que hasta el
momento no haya responsables del
quebranto financiero que no sólo ha
causado por “motivos de salud” la sorpresiva
renuncia del último titular de
la Sefiplan, Fernando Charleston Hernández,
sino que también ha retrasado
el pago puntual de las pensiones y que
ahora amenaza hasta los salarios de los
empleados de confianza, aparte de lo
que se adeuda a centenares de constructores
y proveedores del gobierno estatal.


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