lunes, 29 de abril del 2024
 
Por Raymundo Jiménez
Columna: Al pie de la letra
El padrino Fidel
2014-07-16 | 10:05:54
Quién sabe qué juego se trae entre
manos el exgobernador Fidel
Herrera Beltrán, pues cuentan
que el antepasado fin de semana,
en una cena en la ciudad de
Coatepec en la que reapareció
como padrino de una generación
de egresados de la carrera
de Relaciones Industriales, de
la Universidad Veracruzana, el
exmandatario estatal le habría
confiado al alcalde priista de ese
municipio cafetalero, Roberto
Pérez Moreno, que la candidata
del PRI a la diputación federal
no sería la exsenadora y actual
titular de la Secretaría de Protección
Civil del estado, Noemí
Guzmán Lagunes –contra
la cual, coincidentemente, en
los últimos días se ha desatado
una ruda campaña mediática
y en redes sociales–, sino otra
guapa y joven mujer que ni siquiera
es nativa o vecina de ese
distrito electoral: Corintia Cruz
Oregón, exregidora del Ayuntamiento
de Xalapa y actual
secretaria de Organización del
Comité Directivo Estatal del
partido tricolor.
No se sabe si Herrera Beltrán
deliberadamente soltó y dejó la
víbora chillando a sabiendas de
que el munícipe coatepecano,
conocido popularmente como
“Juanelo”, simpatiza más con el
actual diputado local Juan Manuel
Velázquez Yunes, exalcalde
de Perote y su presunto socio en
la compra de un precioso rancho,
o si acaso el zorruno político
cuenqueño estaría buscando
congraciarse con el gobernador
Javier Duarte, protector de la
exregidora Cruz Oregón, a sabiendas
de que su sucesor estaría
vetando presuntamente la
nominación de la exalcaldesa
del puerto de Veracruz, Carolina
Gudiño Corro, la consentida
del Tío Fide, a cuya desairada
ceremonia de registro civil y
bautizo de su primogénita, el
sábado 5 de este mes, no acudió
ningún miembro del gabinete
duartista pero sí el exmandatario
oriundo de Nopaltepec.
Ello, al parecer, habría motivado
que hace una semana en
la principal columna política
de un influyente diario capitalino
se deslizara una absurda
intriga en contra de Duarte
de Ochoa, de quien se aseguraba
que andaba “como que
inquieto, medio nervioso, algo
intranquilo”, dizque porque “el
gobernador anda viendo cómo
diablos reconciliarse con su
némesis, Fidel Herrera”, y que
no era “tanto por gusto, sino por
necesidad”, ya que “desde el DF
le hicieron saber a Duarte que el
panorama electoral en Veracruz
no pinta nada bien para el PRI
en la elección intermedia, por
lo que –¡desde ya!– tiene que
hacer amarres, cerrar filas y
cicatrizar heridas para evitar
un descalabro”.
Este comentario, sospechosamente,
se deslizó casi una semana
después de la ceremonia
civil y religiosa de la hija de la
soberbia exmunícipe porteña,
no obstante que según versiones
periodísticas, la noche del
domingo anterior –29 de junio–
Herrera Beltrán se habría
reunido en Casa Veracruz con
el gobernador Duarte, a cuyo
encuentro se sumaron también
el secretario de Gobierno, Erick
Lagos Hernández; el titular
de la Secretaría de Desarrollo
Social, Jorge Carvallo Delfín,
y el coordinador general
de Comunicación Social del
gobierno del estado, Alberto
Silva Ramos, quienes aparentemente
estarían “amarrados”
como virtuales candidatos del
PRI a la diputación federal por
los distritos de Acayucan, San
Andrés Tuxtla y Tuxpan, respectivamente.
Solo que a diferencia de febrero
de 2013 –cuando en la víspera
de la elección local de ese año se
mandó a filtrar deliberadamente
en los medios de comunicación
una fotografía de esa otra
reunión en Casa Veracruz entre
Javier Duarte y Fidel Herrera,
los cuales fueron acompañados
por Lagos Hernández a la
sazón, el presidente del CDE
del PRI y por los diputados
locales del partido tricolor que
lideraba en ese entonces Carvallo
Delfín–, en esta ocasión,
Herrera Beltrán parece sentir
que sus exdiscípulos lo estarían
excluyendo de la estrategia y
operación electoral del proceso
federal de 2015, y que sobre todo
su opinión ya no tendrá mayor
peso a la hora de seleccionar a
los 21 candidatos a diputados
al Congreso de la Unión por el
principio de mayoría relativa,
pues ha trascendido que el exgobernador
andaría presionando
para que la exalcaldesa porteña
Gudiño Corro sea postulada
por el distrito urbano de la
ciudad de Veracruz, mientras
que por Cosamaloapan habría
intentado perfilar a su hijo Javier
Herrera Borunda, cuando
de Palacio de Gobierno están
considerando por el puerto jarocho
a la diputada local Anilú
Ingram Vallines y a la senadora
suplente Ainara Rementería
Coello –ambas muy cercanas al
gobernador Javier Duarte–, en
tanto que por la circunscripción
de la que es oriundo y ha sido
representante popular el Tío
Fide se ha venido autopromoviendo
desde principios de este
año el tesorero del estado, Tarek
Abdalá Saad.
Para dar fin a este jaloneo,
Herrera Borunda optó por
deslindarse públicamente y
desmentir la versión de que
aspira a ser candidato del PRI
a la diputación federal por el
distrito de Cosamaloapan.
El hijo del exgobernador dijo
que no le interesaba la política
pese a tener el “gran ejemplo”
de su padre, Fidel Herrera. El
joven abogado expresó que seguirá
al frente de su despacho y
en la fundación “Papel Social”.
Según el abogado no le interesa
por ahora la actividad política
ni mezclar sus tareas altruistas
con el tema electoral.
A diferencia de su hiperactivo
progenitor –quien evidentemente
debe añorar aún “la
plenitud del pinche poder”–,
Javier Herrera muy prudentemente
decidió bajarse del ring.
Herrera Beltrán debería hacer
lo mismo y alejarse del estado
y de quienes lo gobiernan, tal
como sabiamente lo han hecho
otros exgobernadores priistas
sobrevivientes como Patricio
Chirinos y Miguel Alemán Velazco.
Pero en el caso de Fidel
es imposible. Sería tanto como
pedirle que atentara contra su
propia naturaleza.


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