domingo, 28 de abril del 2024
 
Por Maricarmen García Elías
Columna: Animalia
¿Qué pasa con los niños?
2014-08-08 | 20:46:57
La infancia en México enfrenta grandes retos y un panorama incierto en muchos aspectos. Como nunca en los últimos años se ha incrementado la deserción escolar y cada vez es más común ver a los niños , a muy temprana hora soportando calor o lluvia, en los cruceros pidiendo limosna, haciendo malabares o vendiendo algo para subsistir ellos y sus familias, en vez de estar en la escuela estudiando.
Hay una creciente evidencia de la importancia de la educación en el desarrollo económico. Aquellos países asiáticos que han alcanzado altos niveles de crecimiento en las últimas décadas, se caracterizan por un obsesivo énfasis en la educación como factor de desarrollo.
China, Corea, Singapur, por poner sólo tres ejemplos, son países que han logrado tasas de crecimiento anuales promedio superiores al 6 por ciento en las tres últimas décadas, y que muestran impresionantes logros en sus políticas educativas, reflejados en posiciones destacadas en las pruebas Pisa, que evalúan la calidad de los sistemas escolares en cerca de 70 países del mundo.
La inversión en educación no sólo permite la acumulación de capital humano, un factor productivo que contribuye, de manera decisiva, al crecimiento económico; también impulsa el desarrollo de ventajas competitivas, en un mundo globalizado en el que es cada vez más difícil encontrar nuevos sectores que detonen el crecimiento.
Ninguno de los tres niveles de gobierno ha enfrentado este problema con eficacia , como siempre las intenciones –si es que algunos las tienen- quedan en discursos pero no en hechos. El poco crecimiento económico del país y los años de atraso ( cerca de 70 años según algunos estadistas fiables)que llevamos en comparación del desarrollo que han alcanzado otros países pudieran ser la causa de que hoy la infancia mexicana enfrente un panorama adverso.
Tan habitual resulta incluso para la gente pasar cerca de estos niños desnutridos y con la ropa llena de hoyos, o verlos trabajar en el campo, en los supermercados o en los bares y hacer como que no pasa nada, el pensamiento común es “quien los manda a tener tantos hijos”, lo cierto es que en teoría y de acuerdo a la ley, todos los ciudadanos tendrían que gozar de lo básico para vivir de manera decorosa independientemente de la planificación familiar , lo cual es decisión de cada persona. Esto en cuanto a políticas públicas gubernamentales se refiere, mismas que es urgente actualizar y no escatimar en recursos tanto humanos como financieros para rescatar a una generación de infantes con un futuro que se puede forjar prometedor.
Por el lado social, la situación de los niños también enfrenta algunas cuestiones complicadas, tenemos por ejemplo a aquellos padres que le dedican un mínimo de tiempo a la educación de sus hijos ya sea por lo absorbente de la rutina o por diversas razones, aquellos que les traspolan sus gustos y sus costumbres sin importar si son adecuadas o no para el niño provocando una infancia en decadencia.
Es así como , cual fábrica de ciudadanos, se producen en serie aquellos niños que hacen bullying a otros, aquellos que no respetan ni a sus papás, aquellos que maltratan animales en el entendido de que la línea para pasar de agredir animales a personas es delgadísima, aquellos que simplemente son insensibles a todo y van por ahí sin un plan de vida ni nada provechoso que ofrecer de sí mismos a la sociedad, lo que desencadena otros problemas como la violencia, el desempleo, la pobreza, etc.
Ningún niño tiene por qué llegar a esos extremos cuando hay tantas acciones sencillas y gratis para evitarlo. Sucede igual con las naciones, ninguna tendría por qué padecer hambre, pobreza, inseguridad, guerras , etc. si tan sólo se apostara por la preservación de una infancia libre de males, para conseguir una sociedad desarrollada, pacífica y próspera.
Pero en cambio es tan cómodo seguir en nuestra zona de confort pensando que ya habrá alguien que cambie el destino por nosotros, y continuamos enseñando a los niños a no compartir, a no compadecerse por los demás, seguimos llevando a los niños al circo , a los toros y a las luchas para que vean la explotación, la crueldad y la violencia como algo normal, es decir, seguimos enseñándoles antivalores que acaban con la confianza en ellos mismos y con la esperanza de que cada generación nueva sea mejor que la anterior.
Los gobernantes y legisladores enfrentan un reto para revertir este panorama y diseñar políticas públicas y leyes que protejan los derechos de la infancia y les alleguen de una vida segura y con oportunidades . La atención total e integral a la primera infancia es, no sólo una necesidad desde lo social, sino una buena inversión, como lo ha señalado reiteradamente el premio Nobel de Economía, James Heckman: las desventajas generadas por el descuido y el maltrato en las edades tempranas, son costosas de superar en etapas posteriores del desarrollo de la persona, y representan un pesado lastre para todos. gaem80@gmail.com


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