domingo, 05 de mayo del 2024
 
Por Leo Zuckermann
Columna: Juegos de Poder
Los trenes de Peña Nieto
2014-08-19 | 09:23:05
Me llama la atención la fijación que tienen algunos políticos con los trenes. Supongo que está relacionada con su idea de lo que debe ser un país desarrollado. Quieren su propio Shinkansen, el impresionante tren bala japonés que viaja a velocidades de hasta 300 kilómetros por hora. La pregunta es si tiene sentido económico o no el construir este tipo de trenes. Porque igual puede ser una excelente idea o un desperdicio enorme de recursos de los contribuyentes (estoy hablando de trenes de pasajeros, no de carga, que son los que le gustan a los políticos). ¿Tiene sentido construir nuevas líneas de este tipo de ferrocarriles? ¿En dónde?
El presidente Obama es uno de esos políticos. En su Informe Presidencial de 2011 prometió que, en un lapso de 25 años, el 80% de los estadounidenses tendría acceso a un tren de alta velocidad: “esto nos permitirá ir a lugares en la mitad de tiempo de lo que se tarda en coche. En algunos viajes, será más veloz que volar”. Desde entonces ha gastado once mil millones de dólares de los taxpayers y resulta que “los proyectos en su gran mayoría no han ido a ningún lado”. Esto de acuerdo a un reportaje muy interesante de Ron Nixon en The New York Times.
En la nota, un profesor de ingeniería civil de la Universidad de California, C. Williams Ibbs, define con claridad cuáles son los países con las condiciones para proyectos de ferrocarriles de pasajeros de alta velocidad: con alta densidad de población, altos precios de la gasolina, altas tasas de uso del transporte público y bajas tasas de propietarios de automóviles. Efectivamente: Estados Unidos no reúne ninguna de estas condiciones. De ahí el fracaso de la administración Obama.
En México también tenemos nuestros políticos obsesionados con los trenes de alta velocidad para pasajeros. Uno de ellos es López Obrador quien en sus dos campañas presidenciales prometió construir varios. En la de 2012 habló de tres rutas que costarían unos 90 mil millones de dólares financiados por el gobierno federal y la iniciativa privada. La primera sería de México a Nuevo Laredo, la segunda de México a Tijuana y la tercera de Palenque a Punta Venado.
“El costo del boleto sería subsidiado por el gobierno federal”. No entiendo por qué el contribuyente debería hacerlo pero finalmente esto no es un tema relevante ya que López Obrador perdió. El que sí ganó la elección fue Peña quien también tiene su fijación con este tipo de ferrocarriles. El gobierno ya presentó tres que tendrían que comenzarse a construir pronto: “La ruta México-Toluca, la transpeninsular para la ruta Mérida-Playa del Carmen, así como la Línea 3 del tren eléctrico de Guadalajara”.
La semana pasada se anunció un cuarto, el México-Querétaro, que tendría que iniciar operaciones en el segundo semestre de 2017. El secretario de Comunicaciones y Transportes informó que “al tratarse de un tren de alta velocidad la licitación debe ser necesariamente integral, es decir, que la empresa ganadora del concurso deberá hacerse responsable del material ferroviario y la obra civil en su totalidad”. Supongo que esto es para evitar algo como lo que sucedió con la infame Línea 12 del Metro del DF.
La inversión del tren a Querétaro será cuantiosa: 40 mil millones de pesos. Se trata de un ferrocarril que se desplazará, con electricidad, a una velocidad de 300 kilómetros por hora. No se informó, sin embargo, si los boletos estarán subsidiados por los contribuyentes.
Me queda claro que en México tenemos condiciones diferentes que en Estados Unidos: la región central del país es de alta densidad poblacional, hay una alta tasa de uso de transporte público y una baja tasa de propietarios de automóviles (278 por cada mil habitantes versus 786 en el vecino del norte). En cuanto a la gasolina, el precio es similar al de Estados Unidos, pero es relativamente más cara si tomamos en cuenta el menor poder adquisitivo de los hogares mexicanos. Por tanto, la idea de trenes veloces de pasajeros bien podría tener sentido.
Lo que no me queda claro son las rutas propuestas por el gobierno de Peña. ¿Habrá un estudio económico serio que sustente que son las mejores? ¿No hay otras alternativas? ¿Por qué no construir trenes suburbanos como existen en Japón en las áreas poblacionales más densas? Pongo estas dudas sobre la mesa porque sería muy desafortunado que, dentro de cuatro años, miles de millones de dólares después, los contribuyentes nos amaneciéramos con la noticia de un fracaso ferroviario en México similar al de Obama en Estados Unidos.

Twitter: @leozuckermann
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