domingo, 05 de mayo del 2024
 
Por Catón
Columna: De politica y cosas peores
Plaza de almas
2014-08-26 | 09:47:59
Culichi... Nadie se alarme ni se exalte nadie.
La palabra “culichi” sirve para designar a
los nacidos en Culiacán o a quienes se han
avecindado ahí. Sirve a los dos géneros la
voz: culichi para el hombre, culichi para la
mujer.
En la mujer pega mejor: “Mucha nalga y
poca chichi, de seguro que es culichi”. En los
estados del noroeste hay una variadísima
laya de adjetivos que hacen las veces de nombres
gentilicios. A los varones de Mexicali,
por ejemplo, se les llama “güevosfríos”, por
la costumbre que tienen de llevar en la entrepierna,
cuando van manejando, la botella
o lata de cerveza helada.
Los culichis son dueños de travieso ingenio.
“Culiacán -dice Chuy Andrade- es
ciudad de las 6 de la tarde pa’ delante”. Eso
quiere decir que ahí gustan las tertulias,
los saraos, las noches de bohemia. Como
consecuencia de esa alegría nocturnal se
ven cosas de gran efecto.
En cierto periódico de Culiacán se publicó
una noticia con este titular: “Navolato a
oscuras por falta de luz”. El modo de hablar
de los culichis es sabroso. Dicen “le echó
agua sucia” por decir que lo calumnió. Dicen
“topón” por decir encuentro inesperado.
Llaman “anclada” a la que nunca se casó.
La expresión “Tiene angora” significa
que alguien es persona de mucha calidad.
Si alguien te pregunta muy serio: “¿Está
usted arranado?’”, es porque quiere saber
si estás casado.
“Aperingarse” algo quiere decir robárselo.
A los que se llaman José no les dicen Pepe,
sino Chepe. Estudiante chilutero es el que
aquí llamamos machetero. Las urracas son
cachoras. Al muy gordo le dicen “buenpalrastro”.
A la muchacha en edad de merecer,
pero soltera aún, la llaman “cuerpodioquis”.
Y escuchen esta frase: “Fulano de Tal es
afaltepán”. La palabra “afaltepán” es síncopa
de “a falta de pan”. Con ese nombre, “afaltepán”,
son designados los que antes de que
hubiera derechos humanos eran llamados
jotos o cuarentaiunos.
Permanece un antiguo resto de lo español:
en las carreras de caballos de los ranchos
la voz de arranque se da con este grito:
“¡Santiago!”. Y va de cuento.
Un cierto señor llamado don Vidal, viudo
y añoso él, vecino de Ahome, quedó prendado
de una muchacha pechisacada y caprichosa
que se llamaba Lica, o así le decían, porque
ése no es nombre de cristiana. Bailaba la
muchacha. Eso quiere decir que trabajaba
en el zumbido, en la zona de tolerancia.
Tan en locura vino don Vidal, se obnubiló
de tal manera, que le propuso casorio a la tal
Lica. Ella aceptó el pedimento, seguramente
porque don Vidal añadía el din al don.
Jamás había oído la perendeca aquella
copla que dice: “No te cases con viejo por
la moneda: la moneda se acaba, y el viejo
queda”. Tampoco don Vidal se sabía esta otra
copla: “El viejo que se casa con mujer niña,
él mantiene la parra, y otro vendimia”.
Fueron inútiles los empeños de sus hijos
-y de sus hijas más- por disuadir del intento
al carcamal. Le dijeron: “Pero, ‘apá: esa vieja
está toda agujerada”. Replicó don Vidal,
pragmático: “No la quero pa’ traer agua”. Y
se casó.
¡Cuán cierto es el poema lépero que mano
anónima escribió en el mingitorio de la
cantina del Hotel Central, en Mazatlán!
Rezan así esos impublicables versos que
ahora publico:
“Dice un doctor de Bolivia / que los males
del amor / no los cura el alcanfor / ni los
baños de agua tibia; / que al que padece de
amor / sólo un culito lo alivia”.
Tampoco se exalte nadie, ni se alarme,
por el uso de ese diminutivo. La musa popular
no reconoce límites; se aparta de los
convencionalismos que a nosotros nos atan
y sujetan.
Libérrimo poeta es Su Majestad el Pueblo:
cuando el relato así lo pida debemos
aceptar lo que según los cánones de la moral
y la retórica son plebeyeces que hacen
fruncir el ceño y todo a los puristas y a los
puritanos.
A la misma especie pertenecen ambos: el
purista es un puritano del lenguaje; el puritano
es un purista de la moralidad. Entre
unos y otros yo me siento incómodo.
Narré hoy esta historieta porque en libros
y conversaciones he recogido por años y años
el genio y el ingenio de la gente de México,
caudal inagotable con que he llenado libretas
y cuadernos de los que saco a veces estos
cuentos.
El que he contado a mí me lo contaron.
Caiga sobre el narrador original la damnación
de puritanos y puristas... FIN.

MIRADOR
››Armando
Fuentes Aguirre
Bravo, bravío fruto es la tuna del
nopal.
Sus espinas guardan un tesoro de
dulzura, igual que la altivez de una
mujer guarda el amor que va a entregar.
Cortadas por mano diestra a la hora
del amanecer, cuando el viento se
aquieta y las espinas duermen, estas
tunas me esperan en un platón de barro
sobre la mesa de la cocina. Son de un
pálido verde -se les llama blancas-, y
son rojas, y son amarillas y de color de
rosa. Todas son dulces, igual que es la
vida cuando los dioses se descuidan.
Fruto de rancho, fruto crecido en
el corral junto a la pared de adobe, la
tuna carece del prestigio de la manzana
o el durazno. Quien la prueba, sin
embargo, quien se lleva a la boca su
dulzor, siente que está gozando a una
muchacha campesina que al principio
se le mostró arisca y que luego se le entregó
al pie de la pared de adobe, a la
hora del amanecer, cuando el viento se
aquieta y las espinas duermen.
¡Hasta mañana!...
MANGANITAS
››Por Afa
“... Salario mínimo...”.
Haré un breve comentario,
sobre el salario esta vez:
tan mínimo en verdad es
que no llega a ser salario.


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