domingo, 05 de mayo del 2024
 
Por Aurelio Contreras Moreno
Columna: Rúbrica
La Sopa y la agonía de una ciudad
2014-09-22 | 10:00:03
Una triste sorpresa tuvimos quienes vivimos
o han vivido en Xalapa, la capital del
estado de Veracruz, nos enteramos que el
sábado 20 de septiembre cerró sus puertas
un restaurante que en sus 26 años de existencia
logró convertirse en un verdadero ícono
de lo que alguna vez fue llamado la “Atenas
veracruzana”.
Sin exagerar, el restaurante La Sopa fue
punto de reunión de miles de personas a lo
largo de casi tres décadas. Fue un espacio de
expresión cultural, de convivencia armónica,
de gastronomía y de amistad. Cualquier
visitante de la ciudad tenía que pasar por ahí
si quería decir que de verdad conoció Xalapa.
El son jarocho, el huapango, el bolero,
el teatro, las artes plásticas y la danza encontraron
en su recinto un hogar cálido y
fraterno. La accesibilidad de sus precios
lo convirtió en el sitio donde estudiantes,
artistas, burócratas, profesores y reporteros
acudían a degustar sus platillos sin desgastar
demasiado su economía. Amores y desamores,
tratos, negocios, obras de arte, viajes, se
acordaron en este lugar que cerró sus puertas
discretamente, sin una fiesta de despedida,
porque nada había que celebrar.
Y no lo hay porque la causa de su cierre es
dolorosa. Porque tiene que ver con la agonía
cada vez más veloz de la ciudad de la que
muchos nos enamoramos locamente y que
ya no volverá a ser lo que fue.
La Sopa deja de existir porque sus dueños,
el chef internacional Pepe Ochoa y el reconocido
fotógrafo Miguel Femat se cansaron de
ser víctimas de extorsiones de los delincuentes
que asuelan a la ciudad, a la vista de todo
el mundo, a cuadra y media del palacio de
gobierno en el que despacha Javier Duarte
de Ochoa, a dos del edificio de la Secretaría
de Seguridad Pública donde “trabaja” Arturo
Bermúdez Zurita, y a dos más de donde tiene
sus oficinas el alcalde Américo Zúñiga. En
el corazón de la ciudad.
El de La Sopa es un capítulo más de la
tragedia que vivimos los veracruzanos, a
quienes nos han despojado de la libertad
de ser, de trabajar, de montar un negocio,
de caminar por las calles a cualquier hora
sin temor a ser asaltados o asesinados. Nos
robaron nuestro derecho a vivir en tranquilidad,
en paz.
Porque lo mismo sufren esta situación los
habitantes de las colonias periféricas, donde
la violencia es el pan de cada día, que los de
los fraccionamientos residenciales, donde
los atracos son cada vez más frecuentes.
Ni siquiera en el centro de Xalapa se puede
andar sin zozobra. La abulia, ineptitud y por
qué no decirlo, la complicidad de quienes
tienen y tuvieron el poder y la autoridad, ha
sumido a Veracruz en una espiral de decadencia
de la convivencia social.
Xalapa agoniza mientras los gobernantes
viven en una burbuja, en una borrachera de
poder sexenal que, si por ellos fuera, se extendería
por 30 años, como se han ocupado de
hacérnoslo saber. Sus “blindajes” a la entidad
son retórica barata para intentar ocultar su
rotundo fracaso como servidores públicos.
Quizás porque su intención jamás fue servir,
sino servirse de la sociedad, que muy caro
paga su propia indolencia.
El cineasta veracruzano Ricardo Benet
fue quien, a través de una publicación en
su cuenta de Facebook, nos puso al tanto
de la muerte de La Sopa, de esta manera.
“Anoche, tras una tarde gris de lluvia, una
veintena de habituales nos reunimos en lo
que sería la última noche de La Sopa. Tras 26
años de cientos de enfrijoladas, enmoladas
y gordas cuenqueñas, la precaria situación
económica aunada al secuestro ciudadano
al que nos han predestinado la inseguridad y
el acoso de autoridades (ser joven en Xalapa
es sinónimo de delincuente), nos va dejando
huérfanos de pasado”.
“No hubo anuncios ni convocatoria…
Como la noche, fuimos cayendo por goteo,
con discreción pero mucho afecto. El sentimiento
en general era de desamparo –no
había mucho que celebrar- Xalapa se queda
sin uno de sus íconos. Lugar de encuentros y
reuniones, continuación de charlas, inicio o
final de la noche. Pero también opción para
decenas de jóvenes que allí encontraron un
empleo temporal. Fines de semana de arpa
y huapangueros. Lugar donde nunca se le
negaba el baño o un vaso de agua al trasnochado
vendedor ambulante…
“En un mundo donde la inmediatez va
ganando y se desprecia la permanencia y el
afecto, el compromiso y la pasión… algunos
nos seguiremos negando al olvido, a la
lobotomía…
“Gracias Pepe y Miguel por habernos dado
un espacio y una noción de pertenencia…”
El epitafio de La Sopa pareciera ser también
el de Xalapa, el de Veracruz mismo.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras
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