2014-10-03 | 21:39:52

Ojalá solo fuera en León, Guanajuato, como decía José Alfredo, lo real es como decía Jorge Negrete, México lindo y querido, porque en todo México y en toda su historia nuestro país ha estado marcado por la violencia, en épocas anteriores con el sello de la valentía y los ideales.
Hoy día y desde hace mucho por los complejos de unos cuantos pelagatos, la traición y la cobardía. Desde niño, y es de sentido común, me cuestionaba cómo México olía a sangre y esto muchos años antes, ya no de escuchar aquella anécdota del tren y los alumnos, sino saber tan siquiera el nombre de Vasconcelos al que conocería por la novela “Senda de gloria”.
Desde la época prehispánica y quizá mucho tiempo atrás, por lo mismo de su riqueza, este ha sido un punto geográficamente rico y por ende conflictivo, el país corcho como bien se le dice, que a pesar de todo el daño que le han hecho los acomplejados corruptos, la religión y algunos extranjeros, lejos de la misma falacia, utopía o quimera, si quisiéramos se podría, pero la realidad es que pocos queremos y esos que queremos acabamos por decir adiós a nuestra tierra buscando no menos de lo que nos merecemos.
La conquista, la inquisición, la revolución, pasando por muchos hechos sangrientos, lo peor, entre compatriotas, hacemos parada en el 2 de octubre del 68, un hecho sin precedentes en la historia, no solo de México sino mundial, de lo que se sabe se dice y he investigado, bien se podría hacer una enciclopedia, pero es cuestión que en estos momentos en sí no nos atañe.
Los libros como entretenimiento bien, por citar los dos primeros que leí, La plaza, de Luis Spota y La noche de Tlatelolco de Poniatowska, entretenidos, pero muy lejos de ser documentos históricos o algo por el estilo, de lo que más recuerdo del segundo fue la bayoneta traspasando el cráneo de un niño, al final ni el índice de lo que sucedió, al igual que muchas películas como Rojo amanecer, que, sí permitieron pasar lo que pasa ahí multiplíquelo por 100 y empezará a darse una pequeña idea de lo que sucedió aquella noche en la Plaza de las Tres Culturas.
Quiénes fueron los culpables y quiénes los inocentes, yo creo que aquí de músico, poeta y loco todos tenemos un poco, ni blanco ni negro, cada parte tuvo su circunstancia y cada parte tuvo su pequeña o gran culpabilidad, ni del mismo Díaz Ordaz podría decir que estuvo cerca de ser héroe o villano, atrás había mucha más porquería.
Nada que ver con el Mayo francés o la Primavera de Praga, lo de la influencia socialista sí que fue mentira cochina, la peor y más asquerosa actuación, la de las televisoras, mucho paripé en las embajadas de diversos países del mundo, pero nada pasó, el único que renunció a su cargo de embajador en la India fue Octavio Paz, muchos testigos afirman lo de las grúas, Jorge Castañeda dice que fueron 68 estudiantes muertos, mientras la BBC y otros medios internacionales citan entre 200 y mil 500, usted a quién le cree, hasta la pregunta es tonta.
Hoy día como muchos otros, hechos sangrientos, solo nos queda ni el perdón ni olvido, lo del perdón al igual que el castigo sale sobrando, ya la mayoría o están o se hicieron los muertos, lo de no se olvida, más que abrir la herida cada 2 de octubre que sea un recuerdo para que no vuelva a suceder y esto no va ser con armas de fuego, la única arma pura y dura que vale es la educación, por muy malos que sean los planes, en la calle se aprende mucho más que una escuela o universidad, todo es cuestión de lo que busque y le interese a cada quien.
Adelantamos pasando por Acteal y Aguas Blancas hasta llegar a Iguala y vuelvo a lo mismo, ya no en este momento qué fue lo que pasó y por qué habrá mucha mierda oculta, porque la hay, la cuestión es que seguimos siendo un país que apesta a sangre, por una, por otra, pero cada vez peor, nadie sale vivo de aquí mi querido Jim. Yo solo pinto lo que veo.