lunes, 29 de abril del 2024
 
Por Catón
Columna: De política y cosas peores
Orgullo mexicano
2014-10-09 | 09:49:41
Aquella chica estaba ligeramente embarazada.
Le dijo a su galán: “¿Ya se te olvidó que
me prometiste casarte conmigo?”. “No se
me ha olvidado -replicó el cínico individuo-.
Pero dame un poco más de tiempo y se me
olvidará”...
Fui a la cuna de la civilización. No estoy
hablando de Saltillo: me refiero a Atenas, la
eterna capital de Grecia, ciudad fundacional
del pensamiento filosófico, de la belleza, de
la democracia y de otras galas del mundo de
occidente cuyos frutos perviven hasta hoy
(9 de octubre de 2014).
Mi esposa y yo fuimos allá gracias a la
invitación que me hizo Tarsicio Navarrete
Montes de Oca, nuestro embajador en México.
Tarsicio es hombre amable, afable, que
ama profundamente a México y lo representa
con tino y elegancia. En la residencia de la
embajada, de la cual es cálido anfitrión junto
con su gentil esposa Luz María, se cultivan y
dan a conocer las buenas cosas mexicanas:
la comida y la canción, el arte y la cultura.
A Tarsicio y Luz María les expreso mi
agradecimiento, lo mismo que al eficiente
Ministro Fernando Sandoval, y a su señora
Martha, igualmente gentilísima. Gracias
también al cordial personal de la embajada:
a Rosa, a Paloma, a Mihalis y Sebastián.
En Atenas dicté tres conferencias. Peroré
primero en Asclaye, sitio de reunión de los
latinoamericanos, donde campean el donde
de gentes y el grato humor de don Gerónimo
Vázquez, su presidente.
Luego tuve el honor de hablar en el Instituto
Cervantes, casa de España en Grecia,
que preside con señorío su director, don
Víctor Andresco. Ahí una hermosa dama
griega, traductora oficial de la ONU, me
dijo al final unas lindas palabras: “Me sería
muy difícil traducir sus conferencias. Son
una obra de arte, y la belleza no se puede
traducir”.
Estuve luego en Abanico, institución
dirigida con brillo por Leonora Moroleón,
donde se enseñan las lenguas romances a
los atenienses. ¡Qué sonoro aplauso recibí
ahí de los estudiantes! Un orgullo adicional:
por un feliz encadenamiento de las circunstancias
nuestra visita a Atenas coincidió con
la presencia ahí de la doctora María Leoba
Castañeda Rivas, la primera mujer en ser
electa directora de la Facultad de Derecho
de la UNAM.
Conocer y tratar a la prestigiada jurista
fue para mí un honor, y más cuando me convocó
a regresar a mi alma mater. Lo haré, si
la vida me autoriza, y llevaré conmigo mis
recuerdos de estudiante joven y mi agradecimiento
de hombre añoso que nunca olvida
lo que ahí aprendió.
Otro hecho felicísimo: asistí con mi mujer
a la celebración de nuestra Independencia,
en el hermoso patio del Museo Bizantino.
Es la fiesta que más espera el mundo diplomático
de Atenas, por la alegría y colorido
de ese festejo mexicano.
Asistieron casi todos los embajadores
de los países que tienen representación
en Grecia, y acudieron también cientos de
mexicanos y latinos. Desde un balcón del
bellísimo recinto el embajador Navarrete
dio con emoción el Grito, y sus vivas a México
fueron coreados por el entusiasmado público.
La noche se vistió con el lujo de la actuación
de un grupo de artistas encabezados
por José Guadalupe Palacios y su asistente
Ana. Deslumbraron a la concurrencia con
su música y su danza.
En verdad me sentí orgulloso de ellos: de
Hugo Daniel Mellado, que canta hermosamente
lo mismo las canciones vernáculas de
México que la canción del mundo; Rodrigo
Ilizaliturri, pianista extraordinario; Jazmín
Luévano, soprano talentosa; Gilberto Cruz
y Mónica López, cuyos bailables fueron ovacionados
por la gente.
Conservaré la memoria de este viaje como
una de las más bellas de mi vida. Por ella
le doy gracias a mi nuevo amigo, Tarsicio
Navarrete, que tan en alto ha puesto siempre
el nombre de nuestro país.
Un sujeto se presentó en la Procuraduría
del Consumidor. Dijo: “Mi mujer tiene
una semana perdida. No la encuentro”. Le
contestó un funcionario: “Ese asunto no es
de nuestra competencia. Debe usted ir a la
policía”. “¡No! -se alarmó el tipo-. ¡Ellos sí la
encuentran!”. La señora llamó por teléfono
al conserje del edificio.
Le dijo: “Me está goteando el caño principal”.
Respondió el hombre: “Le agradezco la
confidencia, señora, pero creo que debería
guardarse para usted misma sus intimidades”.
FIN.

MIRADOR
››armando
fuentes aguirre
Llegaron sin presentarse y me dijeron:
-Somos los puntos sobre las íes.
Me desconcerté al verlas, pues no
las esperaba. Les pregunté, dudoso:
-Y ¿en qué puedo servirlas?
Me dijeron:
-Estamos cansadas ya de que nos
pongan. Todo mundo dice eso de poner
los puntos sobre las íes. ¿Por qué no dicen
también “poner los acentos”? ¿Por
qué no usan otras letras y hablan, por
ejemplo, de poner la diéresis en la u?
Oí su queja y la encontré sumamente
razonable. Quise, sin embargo, poner
los puntos sobre las íes. Iba a hacerlo,
pero me contuve por su actitud beligerante.
Callé entonces, no fuera que los
puntos sobre las íes me pusieran los
puntos sobre las íes a mí.
¡Hasta mañana!...
MANGANITAS
››por afa
“...Siguen los conflictos en Iguala”.
Por eso ayer pregunté
-preguntar no está de sobra-,
y lo hice con gran zozobra:
“Iguala, sí. Iguala ¿qué?”.


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