lunes, 29 de abril del 2024
 
Por Catón
Columna: De política y cosas peores
Plaza de almas
2014-10-14 | 09:30:37
“Tendremos que casarlos”. “Pero ¿cómo?
Es imposible”. “Hablaremos con el obispo,
y a querer o no tendrá que darnos su autorización.
Las cosas no pueden seguir tal
como están. Si las dejamos que corran va a
suceder una tragedia. Casarlos es la única
forma de acabar con el problema”. Al día
siguiente fueron con el obispo.
Cuando Su Excelencia oyó lo del matrimonio
se escandalizó en tal manera que
los visitantes temieron por el resultado de
su gestión. Les dijo que aquella propuesta
no sólo era locura: era también sacrilegio.
Llamó a su secretario y le pidió que
le llevara un vaso de agua para tomarse
la pastilla que solía tomar cuando algo le
descomponía los nervios.
Luego les manifestó que en toda su vida
jamás había oído un despropósito como
ése. Si autorizaba un matrimonio así ¿qué
iban a pensar de él los demás obispos? Y
el señor cardenal ¿qué iba a pensar? No,
de ninguna manera podía permitirles esa
aberración.
Ellos, por turno, fueron exponiendo las
razones que les asistían para fundar aquella
unión, ciertamente irregular. Cosas más
extrañas se habían visto en la Iglesia, dijo
uno. “No en mi diócesis” -replicó el obispo.
El otro fue más atrevido: ¿acaso no había
autorizado Su Excelencia la anulación
del matrimonio de doña Fulana, que tenía
20 años de casada y siete hijos, para que
pudiera desposarla aquel rico viudo que se
había encaprichado con ella, y que como
era tan católico no concebía casarse sino
por la Iglesia? “Opté por el mal menor -se
defendió el obispo-. Además ese señor es
un gran bienhechor nuestro.
El matrimonio que ustedes proponen,
sin embargo, está fuera de toda razón. No
lo permitiré. En nombre de la santa obediencia
les prohíbo hacer lo que pretenden”.
Así diciendo Su Excelencia se tomó otra
pastilla calmante.
No contaba con el argumento Aquiles
-así se llama en Lógica el que es irrebatible,
contundente- que sus interlocutores
llevaban en la manga.
Le dijo uno de ellos: “Señor: si no nos da
usted su anuencia para realizar esa boda
correrá la sangre de dos pueblos. Los ánimos
están muy exaltados. Seguramente
habrá una masacre, y usted será el directo
responsable de ella, pues no nos dejó hacer
lo necesario para evitarla.
Denos el permiso, señor. A grandes
males grandes remedios”. No es que Su
Excelencia fuera timorato: era prudente.
Aquel argumento lo desarmó. ¿Iba a dejar
que sus ovejas se mataran entre sí? Echó
mano del vaso para tomarse otra pastilla
sedativa, pero el vaso ya no tenía agua. Así,
nervioso, autorizó aquellas irregulares
nupcias...
Fue así como se casaron San Juan Evangelista
y Santa María Magdalena. ¿Cómo
está eso? ¿Un matrimonio entre santos?
Explicaré el asunto. San Juan era el patrono
de Tepetlán del Río. El pueblo vecino,
Acatita del Valle, tenía como patrona a
Magdalena.
Los devotos de ambos pueblos sostenían
que su santito -o santita- era mejor que el
otro, y hacía más milagros, y más grandes.
Al paso del tiempo la rivalidad se fue
enconando.
Con motivo de una procesión en que
ambos santos se toparon, y San Juan no
dejó que pasara Santa Magdalena, los feligreses
de uno y otro pueblo se dieron cita
para enfrentarse en una batalla campal en
que dirimirían finalmente, a pedradas y
machetazos, la cuestión.
Los curas de las dos parroquias, asustados
por tan tremendo desafío, trataron de
disuadir a sus respectivos fieles de llevar a
cabo aquel enfrentamiento. Sus prédicas
fueron infructuosas. Desesperados, se les
ocurrió una idea: casarían a los dos santos.
Así, siendo ya una sola carne por virtud del
sagrado matrimonio, la lucha entre ellos y
sus respectivos pueblos no tendría razón
de ser.
Con permiso de Su Excelencia se efectuó,
pues, el matrimonio de San Juan y Santa
Magdalena, oficiado por ambos sacerdotes.
Por primera vez los de Acatita y los de
Tepetlán se unieron en una celebración
común. Hubo gran fiesta. En el banquete
de bodas -con presencia de los novios en
sus respectivas imágenes- se sirvió pulque
y barbacoa. Luego se organizó el baile.
La alegría fue general, y los dos pueblos
quedaron unidos para siempre por los indisolubles
lazos del connubio. Dijo uno de
los lugareños: “Ya casados que se agarren
ellos. Nosotros ya no nos agarraremos”...
FIN.

MIRADOR
››armando
fuentes aguirre
Historias del señor equis y de su
trágica lucha contra La Burocracia.
El Funcionario del Estado hizo llamar
al señor equis y le dijo:
-Me piden que renuncie. Para eso
haré una Consulta Popular. Antes, sin
embargo, haré una Consulta Popular
para saber si debo hacer una Consulta
Popular. Pero primero haré una Consulta
Popular para saber si debo hacer
una Consulta Popular a fin de saber si
debo hacer una Consulta Popular.
El señor equis quedó desconcertado.
Manifestó:
-No entiendo.
Le dijo el Funcionario del Estado:
-Es una pena. Tú no puedes hacer
una Consulta Popular.
¡Hasta mañana!...
MANGANITAS
››por afa
“...El asunto del Politécnico pasa a
la SEP...”.
Gobernación, prontamente,
tras pulsar la situación,
le aventó, sin dilación,
aquella papa caliente.


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