domingo, 28 de abril del 2024
 
Por Catón
Columna: De política y cosas peores
Autonom ía, inev itable
2014-11-08 | 10:05:18
Don Recesvindo, soltero contumaz, tenía un
perro al que dio un nombre tradicional: Fido.
El caniche no solo era muy listo: era también
animalito honrado.
Todas las tardes su dueño le colgaba un canastillo
al cuello y lo enviaba a la panadería a
traer el pan de la merienda.
En el canastillo ponía don Recesvindo la
cantidad exacta para pagar lo que solía merendar
con el chocolate: dos panes de esos que
en unas partes se llaman “conchas” y en otras
se denominan “bombas” o “volcanes”.
El panadero conocía los gustos de su cliente
y, tras recoger el dinero del canastillo, ponía en
él una concha de vainilla y otra de chocolate.
Pese a la sabrosura de los panes jamás se supo
que Fido se comiera alguno, aunque tuviera
hambre. Por eso me duele decir que el animalito
tenía esa honradez a la cual don Jacinto Benavente
llamaba “de la cerradura”.
En efecto, la cerradura guarda con fidelidad
la puerta hasta que alguien llega con la llave
adecuada. Entonces la cerradura cede, como
cede la honestidad de algunos hombres cuando
alguien les toca el punto débil: dinero, poder,
fama, una mujer, etcétera.
Pero advierto que me estoy apartando del
relato. Vuelvo a él. Sucedió que una tarde don
Recesvindo no tenía moneda fraccionaria para
pagar el pan. Puso entonces en el canastillo un
billete de 100 pesos, sabedor de que el tahonero
se cobraría las conchas y le devolvería el correspondiente
cambio, vuelta o feria.
Fue pues el perrito a la panadería, y don
Recesvindo se aplicó a hacer su cotidiano soconusco,
pues nunca tardaba Fido en regresar.
Se extrañó mucho el solterón cuando el perrito
se demoró ese día más que de costumbre. Lo
esperó 5 minutos, 10, un cuarto de hora, y del
can ni sus luces.
Don Recesvindo, inquieto, fue a buscarlo.
Cuando llegó a la panadería se quedó estupefacto:
en la acera del frente estaba Fido follando
vigorosamente con una finísima perrita de la
raza poodle.
“Pero, Fido -le dijo consternado-. Nunca
habría esperado de tu persona una conducta
así, tan reprensible. ¿Por qué haces esto, y en
plena vía pública?”.
Para asombro del solterón, le contestó el perrito
sin dejar de hacer lo que estaba haciendo:
“Perdóneme, don Reces. Siempre había tenido
la gana, pero nunca había tenido la lana”.
(Nota aclaratoria: cuando digo que la perrita
era de la raza poodle no pretendo en modo
alguno sugerir que las hembras pertenecientes
a ese linaje sean particularmente proclives a
ligerezas o frivolidades. En todas las razas caninas,
inclusive la de San Bernardo, con todo
y su respetable nombre, es posible encontrar
ejemplares así, dados a veleidades de conducta.
Lo hago constar para no herir la susceptibilidad
de nadie).
No sé si la autonomía del Politécnico sea
conveniente o no, pero sí sé que es inevitable.
Hace algunos años -en tiempos de Fox, para
ser más precisos- se evaluó la posibilidad de
dar al Poli un régimen jurídico semejante al
de la Universidad.
La idea, sin embargo, encontró fuerte
oposición en el cuerpo colegiado que reúne a
los exdirectores del Instituto, y no prosperó
la iniciativa. Así, lo que se pudo conseguir en
modo pacífico y ordenado será resultado ahora
de una crisis.
La autonomía del Politécnico tendrá que
darse, es obvio, como también es obvio que
a partir de los acontecimientos que ahora vemos el
IPN sufrirá los mismos males que ha padecido la
UNAM como parte de su vida autonómica: huelgas
porque sí y porque no; paros porque no y porque
sí; grillas y politiquerías de todo orden y desorden.
El cumplimiento de este vaticinio, que hago con
cierto dejo de tristeza, es igualmente inevitable.
El magnate de los negocios hacía un viaje en su
jet particular. Por el sistema de sonido se escuchó
la voz del piloto: “En unos minutos más vamos a
aterrizar. Por favor abroche su cinturón y ponga a
la azafata en posición vertical”.
Don Chinguetas se compró en el súper una
lengua de cerdo adobada. Se proponía cenársela
esa noche, pero en un descuido suyo, el gato de la
casa se la llevó.
A consecuencia del suceso don Chinguetas
andaba mohíno y silencioso. Le preguntó doña
Macalota, su mujer: “¿Qué te pasa? ¿Te comió la
lengua el gato?”.
La esposa de Meñico tuvo un bebé. El flamante
papá veía arrobado a su hijo. Le dijo con orgullo
a su mujer: “Está muy bien dotado de allá abajo
¿verdad?”. “Sí -confirmó la señora-. Pero en los ojos
sí se te parece”. FIN.

MIRADOR
››armando
fuentes aguirre
En ocasiones no debemos hacer demasiado
caso a las palabras.
Pensemos, por ejemplo, en el fabricante
de ascensores que instaló uno en aquel
edificio de cien pisos. Para probarlo el
propietario subió hasta el último. Cuando
quiso bajar, el elevador no funcionó. El
dueño llamó por teléfono al fabricante.
Éste le dijo: “Fíjese en el nombre: es ascensor,
no descensor”.
Hay quienes se oponen al uso da palabra
“matrimonio” para designar a las
uniones entre personas del mismo sexo.
Aducen que esa palabra viene del vocablo
latino que designa a la madre. Por lo tanto
la unión de dos homosexuales no debe
ser llamada matrimonio. En respuesta
alguien podría decir que la palabra
“patrimonio” viene del latín “pater”, que
significa padre. Desde ese punto de vista
la mujer no podría tener un patrimonio.
No hagamos demasiado caso a las
palabras. Por encima de ellas pongamos
la equidad y la justicia, el sentido de igualdad,
el respeto y comprensión a los demás.
¡Hasta mañana!...
MANGANITAS
››por afa
“Se descubrió un venado con colmillos”.
La nota no es específica, mas no creo
pensar mal si digo que ese animal debe
andar en la política.


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