lunes, 29 de abril del 2024
 
Por Catón
Columna: De política y cosas peores
Transparencia
2014-11-17 | 09:47:37
“¡Qué buen culo tiene esa mujer!”. Así exclamó
el papá de Pepito, sin poderse contener,
cuando vio en la calle a una señora de enhiesto
y firme tafanario ubérrimo. A mis lectores de
otros países les diré que en México la palabra
“culo” no puede decirse en buena sociedad.
Para los españoles, en cambio, el vocablo
es de uso común. La Academia lo define así:
“Conjunto de las dos nalgas”. (Una vez oí a un
borracho gritar entusiasmado al escuchar
música de mariachi: “¡Qué bonitas son las
nalgas! ¡Lástima que estén partidas!”).
Es incuestionable el poderoso imán que
para la vista y el tacto representa esa carnalidad,
tanto que ha provocado siempre la suspicacia
lo mismo de la ley que de la religión.
Hay legislaciones que castigan el trato
carnal “por vaso no idóneo”, y la Iglesia
considera pecado nefando, abominación, el
empleo para propósitos sexuales de lo que
con pudor no falto de involuntario erotismo
ha llamado “la angosta vía”.
A pesar de tales prevenciones ese centro
atrae siempre miradas y deseos. Y sin embargo
su espléndido potencial erógeno es
creación puramente humana.
En términos de naturaleza la pingüe parte
posterior obedece en la mujer a meros propósitos
de ingeniería anatómica, pues sirve
para equilibrar el peso del cuerpo femenino
durante el embarazo. Ya se ve que en ocasiones
lo que hace la naturaleza el hombre lo
reedita corregido y aumentado.
Pero advierto que me estoy apartando
del relato. Vuelvo a él. Pepito se sobresaltó
al oír a su papá decir aquello de: “¡Qué buen
culo tiene esa mujer!”. Le preguntó, confuso:
“¿Qué dijiste?”. El señor, apenado, inventó
una salida. “Dije: ‘Qué buen búho tiene esa
mujer’”.
Inquirió el niño, curioso: “¿Qué es un búho?”.
El padre, aliviado al ver que cambiaba
el curso de la conversación, respondió: “Es
un ave nocturna”. Quiso saber Pepito: “Y los
búhos ¿tienen buhitos?”. “Sí, hijo -contestó
ya tranquilo el señor-. Los búhos tienen buhitos”.
“Y los buhitos -inquirió el chiquillo-
¿tienen buhititos?”. “Sí, Pepito: los buhitos
tienen buhititos”. Prosiguió, incansable, el
crío: “Y los buhititos ¿tienen buhitititos?”.
“Sí -respondió con impaciencia el padre-.
Los buhititos tienen buhitititos”. Insistió el
pequeño: “Y los buhitititos ¿tienen...”. El papá
de Pepito no pudo aguantar más. “¡Ya estuvo
bueno! -explotó-. Lo que dije fue: ‘¡Qué buen
culo tiene esa mujer!’”...
Claridad, en efecto, es lo que muchas veces
se requiere para evitar nuevas preguntas. El
asunto de la llamada Casa Blanca ha socavado
en forma grave la credibilidad de Peña
Nieto. El Presidente ofreció que aclarará esa
cuestión.
Debe hacerlo con prontitud, y sin dejar sitio
a la duda, si no quiere que la ciudadanía siga
insistiendo sobre ese tema, que ciertamente
se presenta poco claro. A fuer de observador
imparcial debo hacer notar que el lugar de
residencia de su esposa se conocía ya: ella
misma lo dio a conocer hace algún tiempo
en una revista de la sociedad.
Nadie entonces se puso a investigar el
origen de esa lujosa mansión, ni los detalles
acerca de su construcción y su régimen de
propiedad. Ahora que el país está ardiendo
se saca a colación lo del fastuoso palacete.
Tal circunstancia, desde luego, no afecta
en nada el fondo del problema. Hay aquí
evidencias de corrupción, de tráfico de influencias.
Esos indicios deben ser transparentados
en forma cabal por el Presidente
para impedir que el descrédito nacido de este
escándalo sea un elemento más de los muchos
que están afectando hoy por hoy el curso de
su administración...
La maestra del colegio de niñas era bizca,
turnia, trasojada, estrábica. La despidieron
porque no tenía control sobre sus pupilas...
Doña Panoplia de Altopedo, aristocrática
señora, salió a correr a la caída de la tarde
en el parque de su colonia. Después de darle
varias vueltas se sintió fatigada y se sentó a
descansar en una banca del jardín. En eso
llegó un astroso vagabundo y tomó asiento
junto a ella. Le dijo el haragán: “Parece que
ésta es mi noche de suerte.
Le agradezco su buena disposición, señora,
porque tengo ya varios meses que no le hago
el amor a una mujer”. “¡Insolente pelafustán
truhán grosero majadero barbaján! -profirió
con indignación doña Panoplia sin siquiera
usar comas en su apóstrofe-.
¿Por qué piensa, bribón inverecundo, que
tengo esa disposición?”. “Y ¿qué quiere usted
que piense, señora mía? -respondió, imperturbable
el vagabundo-. Está usted sentada
en mi cama”... FIN.

MIRADOR
››armando
fuentes aguirre
-¡Mi mujer tiene cada cosa!
Creo que todos los casados del mundo
podrían decir esas palabras.
(Lo mismo, desde luego, podrían
decir todas las casadas: “¡Mi marido
tiene cada cosa!”).
Yo digo esa frase porque... ¡mi mujer
tiene cada cosa!
El otro día, en Monterrey, fuimos a
Costco, una tienda a la que nos gusta
mucho ir. (Esto no es publicidad: es
biografía). En la sección de libros vi
el más reciente de los míos: “Plaza de
almas”. Tenía en la portada una fajilla
promocional: “En la compra de este
libro le obsequiamos un hot dog y un
refresco”.
Dijo mi esposa:
-El libro se va a vender mucho.
Le pregunté con ilusión:
-¿Por qué lo crees?
Me respondió:
-Los hot dogs de Costco son muy
buenos.
Lo dicho: ¡mi mujer tiene cada cosa!
(O, mejor: ¡las mujeres tienen cada
cosa!).
¡Hasta mañana!...
MANGANITAS
››POR AFA
“...El Buen Fin tuvo éxito extraordinario...”.
Fue un gran acontecimiento.
Incluso en algunas zonas
supe que las muchachonas
las ofrecían con descuento.


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