Por Leo Zuckermann
Columna: Juegos de Poder
Sobre la explicación de Angélica Rivera
2014-11-19 |
12:02:25
Ayer el Presidente anunció que su esposa esclarecerá todo lo relacionado con la
casa privada de la familia Peña Rivera. En realidad son dos propiedades: una,
sobre Avenida Palmas, que le dio Televisa a Angélica Rivera y otra, sobre Sierra
Gorda, a espaldas de la primera, que está a nombre de una inmobiliaria propietaria
de una de las constructoras más beneficiadas del gobierno del Estado de México
cuando Peña era gobernador y ganadora de la licitación del tren México-Querétaro
posteriormente cancelada. Ambas casas serían propiedad de la Primera Dama. La
segunda fue construida por el reconocido arquitecto Miguel Ángel Aragonés y,
según el vocero presidencial, Rivera la habría adquirido en enero de 2012
pagando, previa firma del contrato, un enganche del 30% del precio pactado; el
resto lo seguiría pagando. Este caso naturalmente ha despertado muchas dudas y
sospechas. Y qué bueno que así sea porque en una democracia las propiedades
privadas de los gobernantes deben estar sujetas al escrutinio público.
Desconozco lo que va a decir Rivera para esclarecer el origen de sus propiedades.
Lo que esperamos es una respuesta clara y contundente que le permita al
gobierno contar con la credibilidad necesaria para sacar adelante una agenda de
combate a la corrupción y vigencia del Estado de Derecho. Quizá la familia
presidencial nunca pueda sacudirse del todo este escándalo, pero sí podría
minimizar el efecto negativo en la opinión pública. En este sentido, creo que el
mensaje de la Primera Dama debería contener cinco elementos:
1. Explicación. Una narrativa que nos permita entender por qué Televisa le regaló
una casa a Angélica Rivera y por qué ella luego compró la lujosa mansión
adyacente a una inmobiliaria propiedad de un constructor del Estado de México
justo cuando su esposo estaba en campaña presidencial.
2. Pruebas. La narrativa tiene que estar acompañada de la evidencia empírica de
que todo se hizo conforme a la ley y a precios de mercado. Que se firmaron
contratos y cheques; que se pagaron todos los impuestos respectivos e hicieron los
traslado de dominio notariados; que Rivera cuenta con los recursos suficientes
para haber pagado el enganche de la casa de Sierra Gorda y el flujo de efectivo
para seguir sufragando las mensualidades; que sí las ha pagado. En fin, la Primera
Dama debe presentar los documentos que sustentan la historia de que no se
cometió ninguna ilegalidad.
3. Reconocimiento. Admitir que, si bien a lo mejor no se violó la ley, se ve muy mal
que la esposa de un político reciba, por un lado, donaciones de una empresa
concesionaria de televisión abierta y, por el otro, compre una casa a un
constructor beneficiado por su esposo. Aceptar que eso no es ni correcto ni
sensato; que eso despierta sospechas de posibles conflictos de interés que pueden
tener un efecto negativo en la imagen del Presidente y su gobierno.
4. Perdón. Este reconocimiento inevitablemente debe llevar a ofrecer una disculpa.
No sé por qué pero los políticos en México son muy refractarios a pedir perdón. Es
un error porque a la gente le gusta que alguien reconozca un error y se excuse por
él. La opinión pública reconocería el coraje, valentía y honestidad de la Primera
Dama si ofrece una disculpa.
5. Consecuencia. Todo lo cual me lleva al último elemento: haría muy bien el
Presidente y su esposa en deshacerse de por lo menos la segunda propiedad que
les vendió Grupo Higa de Juan Armando Hinojosa Cantú. Anunciar que ella, para
que no haya dudas sobre la honestidad de su marido, venderá la casa. Incluso, si
se quiere ser un poco más agresivo, que donará el dinero producto de la venta a
una institución de beneficencia como la Cruz Roja.
Un mensaje de este tipo sería contundente y audaz. Es lo que estamos esperando
porque es lo que necesita el gobierno de Peña para empezar a salir del atolladero.
De lo contrario, si se trata de justificar algo sospechoso con una historia enredada,
sin pruebas y sin reconocer que esto se ve mal, pues la sombra de la Casa Blanca
pesará mucho en lo que resta del sexenio.
Twitter: @leozuckermann