sábado, 27 de abril del 2024
 
Por Catón
Columna: De política y cosas peores
Indecisiones
2014-12-03 | 09:36:27
En los primeros tiempos, los del Antiguo
Testamento, Yahvé tenía por principal ocupación
inventar castigos para los humanos.
Hacía caer sobre ellos plagas espantosas;
les incendiaba sus ciudades y cultivos; les
confundía las lenguas; tornaba en sangre
el agua de sus ríos; los convertía en estatuas
de sal.
Cierto día se le ocurrió un castigo nuevo:
haría llover sobre hombres y animales de
modo que se ahogaran todos y no quedara
ningún ser vivo sobre la superficie de la
tierra. Salvaría únicamente a un varón, no
porque fuera totalmente justo -Noé también
tenía sus pecadillos-, sino porque el Señor
necesitaba un testigo que narrara después lo
sucedido, y que sus hijos no se apartaran ya
de sus mandatos por el miedo de ahogarse
ellos también.
Ese temor subsiste todavía. En mi caso,
cuando hago algo que se sale del reglamento,
y empieza a lloviznar, me pongo muy nervioso
y digo en mi interior: “¡Uta! ¡Ya supo!”.
Pero veo que me estoy apartando de un relato
que ni siquiera he comenzado todavía.
Sucede que Noé hizo entrar en el arca a
una pareja de cada especie de animales. Era
muy previsor ese patriarca. Se preparó para
el Diluvio a pesar de que su esposa le decía
con tono agrio: “A ver si ya dejas de estar
haciendo ese adefesio y te metes a la casa.
¿No ves que va a llover?”.
Tan prudente era Noé que quiso evitar
desde el principio que ya en el arca los animales
se entregaran a sus efusiones amorosas,
pues eso -pensemos, por ejemplo, en los
elefantes, los hipopótamos y los rinocerontes-
haría peligrar la estabilidad de la nave.
Así, convocó a todos los machos y les
pidió que le entregaran el atributo que los
distinguía como tales. Él no se despojó del
suyo (“Mi mujer casi no se mueve” -declaró
a título de justificación), pero a cada animal
le entregó un papelito que decía: “Vale por
un pito de.” y el nombre de cada espécimen.
Cuando acabó el Diluvio y se secó la tierra
el buen Noé hizo que los machos se formaran
para bajar del arca, y conforme iban saliendo
les entregaba su correspondiente atributo de
másculo. El monito descendió del arca y le
dijo lleno de sobresalto a la monita: “¡Noé me
dio por equivocación el vale del asno, y mira
lo que me entregó!”. Respondió la monita,
presurosa: “¡Tú hazte tonto y camina más
aprisa!”...
Si Peña Nieto quiere tranquilizar a la Nación,
primero debe tranquilizarse él mismo.
Lo digo con pesar, pero se le ve nervioso,
aturrullado. Su decisión de cancelar la visita
que iba a hacer al estado de Guerrero es una
muestra más de ese peligroso pasmo.
Han desaparecido la firmeza y capacidad
que demostró en los primeros tiempos de su
gestión presidencial, cuando sacó adelante
el Pacto y actuó con energía en la conducción
de los asuntos de gobierno. Atravesamos
tiempos muy difíciles. El Presidente no debe
dar la impresión de que el país está al garete.
Su plan decenal no encontró eco porque lo
presentó ante un grupo de notables en vez de
hacerlo de cara al pueblo, a la gente común,
y después de pulsar la opinión pública. No
debe guarecerse en su círculo de poder; debe
acercarse más a la ciudadanía.
En estos momentos el país necesita dirección;
requiere un liderazgo. Si el Presidente
no aporta eso temo pensar quién lo aportará.
¡Otra vez, insensato columnista, pones
zozobra en la República con tus sombrías
premoniciones! ¿Quién eres tú para intranquilizarla?
Ea, narra algunos chascarrillos
finales y luego calla. El silencio
es la inteligencia de los tontos.
Dos vedettes que hacía tiempo no se
veían se toparon en la calle. Una de ellas
lucía un profuso nalgatorio; un par de
exuberantes glúteos de vastas proporciones,
mayores que los de la Venus
Calipigia. Le dijo la otra: “Veo que has
ampliado el negocio”...
Dulciflor y su novio estaban en la sala
de la casa de ella. Asomó por la escalera la
mamá de la chica y le preguntó: “¿Está ahí
Pitorro, Dulciflor?”. “Todavía no, mami
-contestó ella acezando con agitación-,
pero ya merito llega”...
La recién casada dio a luz. El médico
les informó a los felices padres: “Tuve que
recurrir a una cesárea. El bebé estaba
en una posición torcida; todo encogido;
chueco; una pierna por un lado, otra por
otro. Jamás había visto yo una postura
tan complicada”. La joven madre se volvió
hacia su marido y le habló con tono de
reproche: “¿Lo ves, Libidiano? Te decía
que no hiciéramos eso en el vocho”. FIN.

MIRADOR
››Por Armando
Fuentes Aguirre
Llegaron sin anunciarse, de repente.
Confieso que al principio me sobresaltaron.
Jamás las había visto,
y su presencia me inquietó.
Eran criaturas extrañas, ciertamente.
Su rostro de ángel cobraba
de pronto traza demoníaca. Se veía
que eran capaces de hacer el mayor
bien, y también de causar el mayor
mal. En ocasiones mostraban soberbia,
y en otras actuaban con humildad.
Decían grandes verdades,
pero difundían también feroces calumnias
y mentiras descomunales.
Proponían mensajes amorosos, y
luego entregaban textos llenos de
odio. Lo mejor del hombre y la mujer
aparecía en ellas, pero también
lo peor.
Les pregunté, confuso.
-¿Quiénes son ustedes?
Me respondieron:
-Somos las redes sociales.
¡Hasta mañana!...
MANGANITAS
››Por Afa
“...Vándalos en las manifestaciones
de la Ciudad de México...”.
Actúan siempre muy mal
esos porros camorristas.
Vuelan para asambleístas
del Distrito Federal.


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