2014-12-03 | 21:22:20

Corona, la bebida oficial de esta columna informa: Diciembre 3 – Su servidor 0. Definitivamente este no es mi mes. Las hostilidades comenzaron desde el mismo día primero, y el martes dos ya había amanecido con infección en la garganta por el mendisisérrimo frío que se cuela por las delgadas ventanas de mi casa (¡ándale! Pero sigue comprando en abonos). Y cuando pensaba que ya nada podía estar peor, este miércoles me levanté dispuesto a poner todo de mi parte, me fui a correr bien coqueto y cuando volví y abrí la llave del agua caliente para bañarme, diciembre me trae la nueva sorpresa de que se había terminado el gas y me tuve que poner una soba con agua helada.

¡Ay! No fuera yo diputado porque entonces sí la gozaría. Apenas este martes un cónclave de diputados panistas (de quienes no pienso mencionar nombres para no quemarlos) se reunieron a compartir el pan y la sal en uno de estos restaurantes de moda en que te sirven carne a mansalva y los comensales en calidad de zombis menean el cuello para asentir y que sea depositado en la losa otro pedazo de carne. Una vez satisfechos y con la piel brillosa la única recomendación sana es salir corriendo a hacerse unos exámenes del colesterol, presión y de biometría hemática.

Hasta ese restaurante llegaron uno por uno para no hacer bulla los diputados panistas. Me imagino que pagaron descorche porque las botellas comenzaron a llegar en cajas desde afuera (tampoco me voy a poner a mentirles) y me imagino que cada quién pagó su cuenta. Bonita fue la forma en que se atendieron: una botella de Ron Zacapa XO, una de Johnnie Walker Platinum, un tequila Herradura extra añejo Selección Suprema, y lo más amoladón fue un vinito que a la distancia no pude apreciarla marca (tengo buena vista pero no soy águila). Nada de eso está mal, no los critico, al contrario, los envidiaba a la distancia porque andando malo de la garganta lo único que pude pedir fue una coca cola –al tiempo-.

Una gacelita que conocí hace años pagaba mucho (a mi juicio) de ayudantía doméstica, situación que le hice saber de la forma más cordial posible. Ella, sin el menor empacho me contestó “¿para qué trabaja la niña si no es para pagarle a la chacha?”. Y sí, tiene razón, en esta vida que de por sí es desasosiego y contradicción, hay placeres que son menester pagarse aunque nos quedemos sin dinero. Qué bueno que esos diputados pudieron sentarse a convivir sanamente en un martes a libar sin compromisos cuatro botellas de alcohol que en suma costarían diez mil pesos aproximadamente…

Así debiéramos ser, desprendidos y autocomplacientes, no que toda la vida se nos va en horarios de hijos, esposos y esposas, y llegamos al punto de ser felices viendo a los demás ser felices. Vivir en México no es fácil y no es cierto que alcance con seis mil pesotes (imbécil tipo, de verdad) para satisfacer todas las necesidades. Esa precaria situación económica nos convierte casi en monjes tibetanos, que nos desprendemos de todo con tal de que a nuestros seres queridos no les falte nada.

Debemos ser desprendidos y autocomplacientes porque la vida sigue, y todos contenemos la respiración para saber si otra vez romperemos el récord de recaudación del Teletón o si López Dóriga bailará si le llenan su alcancía digital.

Cada quien trae su música. Pero hasta los que dicen que no cooperan indirectamente lo hacen al comprar las marcas del Teletón. Y aunque este tema no tenga nada que ver con todo lo anterior (muy aguda esta precisión por cierto), pues lo metí así como no queriendo porque me quise dar un gustito ¿Cómo la ve? Así que anímese usted también y tómese de vez en cuando sus gustos aunque le cuesten o sean gratuitos, y cuando pueda invierta en Usted sin remordimientos de egoísmo. Todos tenemos derecho de vez en cuando porque para eso trabajamos… ya ve, hasta los diputados tienen derecho a festejar el aumento de 200 millones de pesos en prerrogativas. Total… ¿para qué hacen política si no es para libar sabroso?

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