sábado, 27 de abril del 2024
 
Por Catón
Columna: De política y cosas peores
Peña Nieto en tres actos
2015-01-19 | 09:30:39
Alguno de mis cuatro lectores recordará seguramente
aquellos chistes que estuvieron muy de
moda hace algunos años, llamados “telones”, casi
siempre ingenuos, y aun bobalicones. Quien contaba
una de esas gracejadas hacía el breve relato
de lo que sucedía en cada acto de una supuesta
obra de teatro dividida en tres, y luego preguntaba
a los oyentes: “¿Cómo se llama la obra?”.
Recuerdo ésta: “Primer acto: aparece un
hombre pelirrojo que es padre de cinco hijos.
Segundo acto: sale otra vez el pelirrojo, que ahora
es padre de diez hijos. Tercer acto, vemos al
mismo pelirrojo, que tiene ahora 15 hijos. ¿Cómo
se llama la obra? ‘El Gran Cañón del Colorado’”.
Acerca del gobierno de Enrique Peña Nieto se
podría decir: Primer acto: en forma inteligente
y hábil el Presidente logra que los partidos de
oposición se sumen a su Pacto por México, y saca
adelante reformas estructurales importantes.
Segundo acto: esos brillantes logros, y los
demás que había conseguido Peña, son prácticamente
anulados por un terrible acto de violencia
criminal, el de Ayotzinapa, no cometido por su
gobierno, sino por autoridades locales pertenecientes
a un partido opuesto al suyo.
En parecida forma han afectado al Presidente
algunas acciones que presentan evidencias claras
de tráfico de influencias, acciones en que se vieron
involucradas personas muy cercanas a él. Aún
no tiene título la obra, pues falta el tercer acto.
¿Logrará Peña Nieto remontar la fortísima
corriente de opinión que ahora priva, tan contraria
a él y a su administración, o se verá forzado a
mantener al pairo la nave del Estado, vale decir
sin moverse, a la expectativa, para seguir luego
navegando cuando las circunstancias sean
mejores?
Soy malo para leer el futuro, y tengo también
problemas con el pasado, el presente, el copretérito
y el pospretérito, pero nos encontramos
ahora en el tercer acto de esa obra, que quizá
vaya tener cuatro o más.
Están empezando ya los procesos para elegir
gobernador en varios estados del país y para renovar
la Cámara llamada con mucho acierto “baja”.
Del resultado de esas elecciones -especialmente
la de diputados- dependerá en gran parte lo que
sucederá el resto del sexenio. ¿Cómo se llamará
la obra? No lo sé.
Tercera llamada, tercera. Continuamos. ¡Brrr!
Tu última frase, inane escribidor, nos hizo sentir
las mismas mariposas en el estómago que sentías
tú cuando participabas en ese rito religioso que se
llama “teatro”, y aquellas palabras sacramentales
te convocaban a salir a escena.
Correspóndete ahora poner el bálsamo amable
del humor en el desasosiego que causaste. Narra
algunos breves chascarrillos y luego haz mutis a
la manera de Talma, el gran actor, que cuando
terminaba su actuación alzaba la mirada al cielo
y levantaba el dedo índice como hacen ahora los
jugadores de futbol.
Pepito estaba pescando en un riachuelo. Pasó
por ahí doña Pasita, bondadosa dama, y le preguntó
con dulce voz: “Dime, buen niño: ¿estás
pescando?”. “No, señora -replicó el tremendo
muchachillo-. Estoy ahogando lombrices”...
Babalucas marcó en el teléfono un número
equivocado, y le contestó una voz de mujer. “Susiflor
-propuso él-. ¿Vienes a mi departamento a
hacer el amor?”. “No soy Susiflor -respondió con
sequedad la voz. Y dijo con enojo Babalucas: “No
es eso lo que te estoy preguntando”...
Nada dejaba contento nunca a Sinis Trorso,
hombre que a todo le veía el lado malo. Era golfista,
y en cierta ocasión hizo un hoyo en uno, la
máxima hazaña de ese deporte. “¡Joder! -exclamó
con disgusto-. ¡Justamente ahora que necesitaba
practicar mi putt!”. (Para los que tienen la fortuna
de no conocer las torturas del golf -yo no
las conozco- el putt es el tiro corto que se hace
para meter la pelota en el hoyo después de que
cayó cerca de él)...
El hijo de don Hamponio, el narco de la esquina,
estaba jugando con una sierra eléctrica. “Deja
en paz ese aparato -le ordenó su mamá-. Vas a
lastimar a tu hermano”. Contestó Hamponito:
“Ahora es mi medio hermano”...
Dos amigos pasaron la noche en un hotel, cada
uno en su respectiva habitación. Al día siguiente
uno le comentó al otro: “Anoche batallé para
conciliar el sueño”. Preguntó el amigo: “¿Estaba
dura la cama?”. Respondió el primero: “No. Pero
otra cosa sí”... FIN.

MIRADOR
››armando
fuentes aguirre
Hartmann Borns, el politólogo alemán
cuyas teorías sobre la sociedad
actual privan ahora en Europa, afirma
que la modernidad no es una etapa de la
historia, ni una forma de vida colectiva:
es una condición individual.
“Más que un fenómeno general situado
en el tiempo -escribe- la modernidad
es un sentimiento, una actitud personal”.
En efecto, junto a modernas manifestaciones
de vida es posible encontrar rasgos
que pertenecen no ya a décadas pasadas,
sino aun a pasados siglos. Dice el pensador:
“Al lado del Internet la burka”.
Ejemplo de ello son los recientes sucesos
de París. En esa ciudad ciertas formas
medievales de conducta se manifestaron
con violencia. Así las cosas no podemos
calificar a nuestro mundo de “moderno”,
aunque vivamos en el siglo XXI. Podemos,
a lo sumo, decir que en todas partes
algunos de sus habitantes son modernos
y otros no, pues siguen viviendo en un
mundo en el cual prevalecen los dogmas
del pasado, las mismas antiguas formas
de ignorancia, fanatismo e intolerancia
de los antiguos tiempos.
No hablemos, pues, de “el mundo
moderno”. Ese mundo no existe; jamás
ha existido. Hablemos más bien, como
propone Borns, de “hombres y mujeres
a cuya acción, a veces heroica, se debe
que el mundo se vaya modernizando, es
decir haciéndose más humano”.
¡Hasta mañana!...
MANGANITAS
››por afa
“...Se deprime la economía...”.
Petróleo y peso caídos...
Carestía e inflación...
Según va la situación,
todos somos deprimidos.


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