lunes, 29 de abril del 2024
 
Por Alfonso Villalva P.
Columna: A ochenta por hora
A ochenta por hora
2015-02-20 | 11:46:35
Seguramente ellos se han cruzado
en su camino. En el microbús,
a pie, o conduciendo su vehículo
particular. Por avenidas ocupadas
o en calles vecinales. Llueva
o truene, revolotean sobre el
asfalto.
Siempre están allí, aparecen
como por arte de magia, sigilosos
al principio hasta que uno reacciona
con el volantazo, el freno
con violencia o el salto hacia
la banqueta una vez que están
encima, rebasando por la orilla,
por el hueco.
Con la misma velocidad que
aparecen se esfuman entre los
coches, haciendo maniobras
circenses entre los pequeños
espacios que deja la apretada
trama vehicular de nuestra ciudad.
Juraría usted que por ahí
no pasan, pero ellos se escurren
a toda velocidad, finalmente ya
dominan –o eso creen- la destreza
profesional.
Las medidas de seguridad no
existen, ni para ellos ni para sus
patrones. Para ellos, son necedades
aburridas y poco prácticas,
pues las protecciones lucen mejor
con un dejo de abandono en el
costado, el casco es más viril
levantado, vaya, con estilo, simplemente
sobrepuesto.
Para sus patrones, es una cuestión
menor, porque al fin están
ya asegurados –los patrones- por
responsabilidad civil y contra las
reclamaciones de los familiares
ambiciosos que, ante una tragedia,
verán la forma de enriquecerse
con veinte o treinta mil pesos,
escudados en el argumento de
la muerte, las lágrimas rodando
por el rostro, la cuadraplegia o la
fractura múltiple.
Se arriesgan en función de la
convicción muy nuestra de que
las tragedias nunca son para uno.
Ellos lo hacen por unos cuantos
pesos y con la esperanza de no
incurrir en faltas para evitar
molestos descuentos a su salario:
unos porque si no llegan en
treinta minutos, la compañía no
le cobra al cliente, sino al repartidor;
otros porque tienen que
cumplir una cuota mínima de
reparto para conservar la plaza.
Todos aspiran a recaudar unas
cuantas monedas de la mano tacaña
que recibe una caja caliente
y grasosa que ellos celosamente
guardan en bolsas sin lavar con
supuestas propiedades térmicas.
Reparten pizzas sintéticas a
diestra y siniestra, jugándose la
vida en una motocicleta sin protección,
sin más límite que el de
su propio destino, sabiendo que
cualquier tarde de estas pueden
partirse la crisma y encontrar
de frente una muerte violenta,
sangrienta y llena de horror.
Su pizza para llevar, y por unos
cuantos pesos el patrón lanza al
muchacho a un acto suicida, usted
paga el boleto con su compra
y ellos danzan entre los coches,
a ochenta por hora, envueltos
en el aroma del auténtico gusto
italiano.
Twitter: @avp _ a
columnasv@hotmail.com


NOSOTROS

Periódico digital en tiempo real con información preferentemente del Estado de Veracruz México


NOSOTROS

Periódico digital en tiempo real con información preferentemente del Estado de Veracruz México