Por Rafael Arias
Columna: Sucesión, cuantificar daños e identificar responsables
Sucesión, cuantificar daños e identificar responsables
2015-02-23 |
10:37:59
Faltan 647 días. 92 semanas. 21 meses. Bien se sabe que teoría y práctica aconsejan realizar un diagnóstico, un análisis objetivo, actualizado y confiable del asunto, problema o tema que se pretende enfrentar, atender y resolver. En el caso de LA SUCESIÓN EN VERACRUZ es, debe ser requisito obligado para darle seriedad, efectividad y nuevos alcances a la democracia. Es imprescindible no ir a ciegas, con ideas equivocadas, improvisadas o desactualizadas. Ciudadanía y sociedad, aspirantes y suspirantes, así como gobernantes, funcionarios y empleados, todos estamos obligados a tener conciencia de la responsabilidad que se adquiere, y saber del tamaño y complejidad del reto. Para un buen comienzo y un mejor final es determinante, tanto en la consecución de los objetivos, logros y avances, como en la solución de los problemas y el éxito mismo, diagnosticar y evaluar bien y a tiempo. Sin duda, esto no es fácil, nunca lo ha sido, ni lo será. Pero, ¿por qué elegir, nombrar o ratificar a mediocres e ineptos, ineficientes y delincuentes protegidos por complicidad e impunidad? ¿Hasta cuándo, en verdad se hará efectivo, combatir y erradicar corrupción y simulación? Simular gobernar Más, cuando el ambiente está lleno de falsa información; abundancia de intereses distorsionadores de todo tipo; verdaderas resistencias y oposiciones a que se cambien las condiciones y el statu quo, y, sobre todo, cuando por inercia y comodidad se recurre a la costosa costumbre y práctica preferida de la simulación, como forma de engaño, entretenimiento y justificación, de una vieja forma de hacer como que se hace y dejar que la problemática crezca en alcances y complejidad, obteniendo de ello, como es costumbre, ventajas y beneficios personales, familiares y de grupo. Simular gobernar es¸ para desgracia de los pueblos, solo una bomba de tiempo que, tarde o temprano, exhibe caros y perjudiciales pretextos, paliativos, apariencias, ocurrencias y distractores frente a necesidades e inconformidades sociales crecientes. No más de lo mismo En el lugar de no pasa nada y todo va bien, tanto buena parte de sus gobernantes y funcionarios, como sus respectivos socios practican hasta la ignominia viejas y nuevas formas de simulación y optimismo extremo, injustificado y ofensivo.
Todo siempre lo ven en positivo y a todo sacan provecho, incluso de una desgracia hacen negocios. De cualquier desastre natural, social o gubernamental sacan provecho, sin el menor recato lucran con dolor y desgracias individuales y sociales; y, en todo caso sostienen que no importa el daño, lo que interesa es el tamaño del beneficio que pueden obtener. Los sastres de los desastres ¿Dónde está la actitud responsable y justiciera? Incluso, por qué solo quedarse en la cuantificación de daños y no ir más allá, cuando menos en tres aspectos imprescindibles. Esto es, determinar la responsabilidad parcial o total de los daños causados; segundo, establecer la obligada prevención, evitar se reproduzcan y repitan en el futuro, y detener y controlar la inercia destructiva; y tercero, impedir la operación y fortalecimiento, en ventajas y beneficios, de los sastres de los desastres dentro y fuera del gobierno. Esos que lo mismo lucran con dolor, sacrificio y sufrimiento del pueblo. Los que se auto promueven y exaltan apoyos institucionales que están obligados a proporcionar, así como su papel de “salvadores”, de reales o supuestos, “eficientes funcionarios”. Los mismos que usan y abusan de atribuciones institucionales, y del manejo y disposición de recursos públicos. El caso es que el desastre mayor es conformarse y permitir que a los servidores públicos se les permita no hacer nada o repetir inútiles comportamientos y costosas rutinas. Evitar los desastres requiere más, mucho más que la simple cuantificación de daños. Ineficiencia y delincuencia institucional crecen. Siniestros naturales, crisis, desaceleración, recesión y confusión favorecen desastres económicos y sociales característicos de pobreza y hambre, inseguridad e injusticia, incertidumbre y protesta social, corrupción e impunidad dentro y fuera de los gobiernos. Profesionales de despensas y dispensas, condicionadores y clientelistas de programas oficiales. Favorecidos de la irresponsabilidad, ineptitud y complicidad, así como del encubrimiento y la impunidad gubernamental. Todo lo aprovechan y sacan beneficio. Sucesión legal, legítima y efectiva que identifique y consolide lo bueno y corrija lo malo. No repetición encubridora.
*Academico.IIESES-UV@ RafaelAriasH Facebook:Verac ruzHoydeRafaelAriasHdez