2015-02-24 | 09:45:29

Es preocupante el
silencio que guardan
las autoridades
de la Secretaría
de Finanzas ante
las graves acusaciones
de la Auditoría
Superior de
la Federación por
los faltantes en
desvíos por varios
miles de millones
de pesos, que día
a día deben incrementarse
por
los intereses que
crean estos dineros
públicos.
Entre los argumentos que fortalecen estas
versiones son los continuos cambios de los titulares
de esa dependencia que empezó con Tomás
Ruiz, Carlos Aguirre, Fernando Charlestón y
finalmente con Mauricio Audirac.
El contralor Ricardo García Guzmán advierte
que no se prestará a ninguna componenda de los
supuestamente involucrados asegurando que no
pondrá en juego su prestigio profesional.
Dentro de los nombres de los miembros del
gabinete del gobernador Javier Duarte de Ochoa
figuran, coincidentemente, aquellas personas que
se sabía de antemano que eran los funcionarios
que manejaban las cuentas públicas. Lamentablemente
para ellos la mala fama pública los
acorrala y, sobretodo, lo más difícil en esta vida
de provincia es ocultar el amor y el dinero.
De allí que se repitan los nombres de Gabriel
Deantes, Marcelo Montiel, Jorge Carvallo, Vicente
Benítez, entre otros que han sido señalados
por sus propios empleados que conocen la forma
modesta en que arribaron a sus puestos y la fortuna
que actualmente poseen.
De manera especial la singular preferencia
del nuevo rico por los autos lujosos y las grandes
residencias. Es un complejo psicológico por aparentar
el alto nivel del cargo del funcionario. En
estos casos se cumple el principio de que no es
rico el que más riquezas tiene sino el más medios
tiene para adquirirlas. Cuando se hace el reparto
de cargos públicos lo más importante es aquel
donde más hay.
La riqueza es como el agua salada, entre más
se bebe, más sed da.
El escritor francés, Jean de La Fontaine afirmaba:
¡A cuántos no hemos visto en estos últimos
tiempos, pobres de la noche a la mañana por
haberse enriquecido demasiado aprisa!
El Papa
y el PRI
La imagen de
México a nivel
mundial se encuentra
por los
suelos, ya lo dijo
el Papa Francisco,
lo manifestado
por los obispos
mexicanos es
nuestro país una
nación de terror
y que espera que
a su Argentina no
llegue la mexicanización,
considerada
ésta como
la peor plaga que
pudiera afrontar
una nación.
Hasta el mexicano más premiado con las
estatuillas de los Oscares, Alejandro González
Iñarritu, no se aguantó y pidió “rezar para que podamos
construir el gobierno que nos merecemos”.
El gobierno del PRI tuvo que responder ante
la exhibida que se le dio ante una audiencia de
cientos de millones de espectadores que veían
el desarrollo de la principal ceremonia de los
premiados artistas de Hollywood, al enviar como
respuesta anónima que coinciden con el orgullo
mexicano de que es un hecho que más que merecerlo
estamos construyendo un mejor gobierno.