lunes, 06 de mayo del 2024
 
Por Raymundo Jiménez
Columna: Al pie de la letra
Gobernadores comodinos
2015-02-26 | 10:11:22
Uno de los gobernadores priistas que mejor
provecho personal le supo sacar a la alternancia
en la Presidencia de la República
fue el veracruzano Fidel Herrera Beltrán,
quien de diciembre de 2004 a noviembre
de 2006 coincidió en su mandato con el
primer presidente de extracción panista,
Vicente Fox Quezada.
Político afortunado, a Herrera Beltrán
también le favorecieron ampliamente las
circunstancias, pues en su periodo los precios
internacionales del petróleo mexicano
anduvieron por las nubes, por lo que le tocó
recibir cientos de millones de pesos del fondo
federal de hidrocarburos, cuyo manejo
se dio con gran opacidad.
Gobernó tan cómodo con un Presidente
de otro partido que en la sucesión presidencial
de 2006 no maniobró electoralmente
como durante décadas había demostrado
que lo sabe hacer, por lo que el candidato
del PRI, Roberto Madrazo Pintado, su
“amigo” desde la incursión de ambos en
las juventudes priistas, quedó relegado
hasta el tercer lugar en la votación. En esa
ocasión, Herrera parece haber apostado a
dos cartas: a Andrés Manuel López Obrador,
de la alianza PRD-PT-Movimiento
Ciudadano, quien inicialmente encabezaba
las encuestas con un amplio margen de
20 puntos en las preferencias electorales,
y a Felipe Calderón Hinojosa, del PAN,
que en la recta final, con el apoyo de la ex
lideresa del SNTE, Elba Esther Gordillo,
y la injerencia del propio presidente Fox,
ganó apretadamente la elección por medio
punto porcentual al ex Jefe de Gobierno
capitalino.
Con Calderón no le fue tan bien a Fidel
Herrera como le había ido con Fox, pero
logró concluir y cerrar sin turbulencia su
gobierno, pues pese al manifiesto repudio
del Ejecutivo federal y de algunos de sus
colaboradores como Miguel Ángel Yunes
Linares, ex director del ISSSTE y ex candidato
del PAN a gobernador de Veracruz,
el priista cuenqueño logró imponer a un
leal sucesor en la gubernatura y se libró
del ajuste de cuentas, dejando gravemente
endeudado al estado, pues a unas cuantas
semanas de entregar el poder solicitó y
obtuvo un crédito por 10 mil millones de
pesos dizque para reconstruir viviendas,
carreteras, puentes y escuelas en las regiones
devastadas por el huracán “Karl”, que a
mediados de septiembre de 2010 afectó en
total a 117 de los 212 municipios de la entidad,
según la declaratoria de emergencia
hecha por la Secretaría de Gobernación.
Por su innegable afinidad política con
Herrera Beltrán, el gobernador Javier
Duarte resintió las fobias del presidente
Calderón, quien a regañadientes se vio
obligado a apoyar al joven mandatario
veracruzano sobre todo en materia de seguridad,
pues con gran habilidad Duarte de
Ochoa tejió alianzas con los jefes castrenses,
principalmente con un viejo amigo de
su familia: el almirante porteño Mariano
Francisco Saynez, titular de la Marina Armada
de México, con el cual echó a andar el
4 de octubre de 2011 el operativo “Veracruz
Seguro” luego de que dos semanas atrás
un grupo del crimen organizado había
arrojado 35 cadáveres en el bulevar de la
zona hotelera y comercial de Boca del Río.
Por eso, en la sucesión de 2012, contrario
a lo que más convenía a la mayoría de
los gobernadores del PRI –los cuales, al
ser derrocada en el 2000 la presidencia
imperial priista comenzaron a ejercer el
poder en sus entidades como auténticos
virreyes en los dos sexenios presidenciales
del PAN–, Duarte fue el primer mandatario
estatal en pronunciarse abiertamente por
la precandidatura de Peña Nieto, lo que le
valió un reproche de Calderón.
Y en las elecciones federales de hace tres
años el gobernador de Veracruz se metió
con todo, tan es así que todavía hace poco
el nuevo Instituto Nacional Electoral, por
resolución del Tribunal Federal Electoral,
ordenó al Congreso local aplicar una sanción
económica al Jefe del Ejecutivo del
estado por haber asistido en 2012 a una
comida con Peña durante una gira proselitista
por la entidad, pese a que Duarte
había solicitado por escrito un permiso sin
goce de sueldo para ausentarse ese día de
su despacho.
Peña también perdió la elección en Veracruz,
pero a diferencia de Madrazo en
2006 el mexiquense logró la segunda mayor
votación en el estado, siendo rebasado sólo
por alrededor de mil votos por Josefina
Vázquez Mota, del PAN. El PRI, en cambio,
recuperó las dos senadurías de mayoría
relativa que había perdido seis años atrás,
y ganó 15 de las 21 diputaciones federales,
cuando en esa otra elección únicamente
triunfó en seis distritos electorales.
Sin embargo, la percepción que los peñistas
tienen ahora de Duarte es otra pese
a su recurrente apoyo retórico en las giras
y eventos de Peña Nieto por Veracruz. Así,
al menos, lo acaba de apuntar el senador
priista Pepe Yunes Zorrilla, quien este
martes declaró al programa “Polaca a la
veracruzana” que a los gobernadores de
todos los partidos, pero principalmente a
los del PRI, les conviene tener “un Presidente
débil” porque les permite “negociar
mejor”. Yunes Zorrilla criticó la falta de
solidaridad de los gobernantes del partido
tricolor, pues dijo que “la sociedad tomó
en este momento como ‘villano favorito’
y responsable de todo al Presidente de la
República y eso le significa una comodidad
escandalosa a los gobernadores, pues ya el
malo está allá (en Los Pinos). Todo lo que
no funciona está allá”, remarcó. Y consideró
“una deslealtad de los gobernadores no
reconocer cuáles son las fallas de ellos” y
dejar comodinamente que todo se lo endosen
al Presidente.
Pero Duarte de seguro buscará reivindicarse
con Peña aportándole en la elección
de junio próximo una buena cantidad de
diputados federales para apoyar sus reformas
e iniciativas en la siguiente Legislatura
al Congreso de la Unión. ¿Podrá?
Ya lo veremos.


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