sábado, 04 de mayo del 2024
 
Por Jorge Zepeda Patterson
Columna: Los dilemas de Aristegui, dilemas de todos
Los dilemas de Aristegui, dilemas de todos
2015-03-16 | 09:55:37
¿Qué tienen en común el nombramiento
de Eduardo Medina Mora a
la Suprema Corte y las presiones contra
Carmen Aristegui para que renuncie a
su espacio de radio en MVS? Que ambas
obedecen a la necesidad que tiene
el poder presidencial de neutralizar
espacios incómodos y fuera de control.
La inclusión de Medina Mora, un
funcionario y empleado del ejecutivo,
entre los ministros de la Corte que en
teoría deberían hacer contrapeso al
ejecutivo no hace sino confirmar esta
estrategia de desmantelamiento de todo
aquello que resista al poder central.
Lo de Aristegui va en la misma dirección,
sólo que peor. Los periodistas
críticos nos hemos vuelto fiscales en
este país al denunciar los excesos y malas
prácticas de las autoridades porque
los fiscales institucionales y el sistema
de justicia, que deberían hacerlo, son
en realidad cómplices subordinados
al soberano.
Al controlar a jueces y ministros
eliminan el riesgo que suponen estos
fiscales institucionales; al deshacerse
de Carmen Aristegui quieren neutralizar
a esos otros fiscales no oficiales que
en la práctica subsanan la ausencia de
un sistema de justicia capaz de llamar
al orden a los poderosos.
Hay muy pocas dudas de que MVS
está decidida a presionar a su conductora
para que esta renuncie; la empresa
no desea cargar con el estigma de un
despido. Pero la manera tan ruda en
que la presionan no deja dudas sobre
el propósito.
Se podría decir que Carmen ofreció
el pretexto que andaban buscando
cuando a nombre del noticiero que conduce
hizo una alianza de información
con otros medios, sin consultar con la
empresa. Fue un descuido de Aristegui,
pero un descuido explicable.
Tenía la aprobación de Los Vargas,
principales accionistas de MVS, para
utilizar los contenidos del noticiero en
su propio portal Aristegui Noticias,
y a la vez beneficiaba a la empresa al
incorporar material de su programa de
CNN al propio noticiero. Supongo que
esos valores entendidos explicarían la
omisión de Carmen.
Lo que está claro es que se trata de
un pretexto menor, escalado para convertirlo
en un pecado mortal. La reprimenda
pública por parte de MVS fue
desmesurada y burda, y como quedó
claro que Aristegui no iba a renunciar
después de eso, la empresa decidió atacar
a la yugular: primero con el despido
hostil y desaseado de los reporteros
que investigaron las propiedades de
Peña Nieto y después estableciendo
nuevos lineamientos de producción
editorial que prácticamente le quitan
el control de su noticiero (contratación
de columnistas y reporteros, temas de
investigación periodística, etc.).
Quitarle a Carmen Aristegui el
espacio más escuchado de la radio (o
dejarla allí, sin dientes ni uñas) será
una enorme derrota para la democracia
porque su noticiero se ha convertido
en un verdadero foro de rendición de
cuentas. Desde luego, no todo el público
gusta de la periodista, pero todos se
ven beneficiados del desvelamiento de
las malas prácticas de los poderosos.
Hay quienes critican lo extenso de
sus coberturas que pueden llegar a ser
cansinas (y en efecto, puede uno meterse
a bañar y volver a salir y Carmen
sigue con el mismo tema), pero no deja
de ser una virtud frente al periodismo
“entretenimiento” que se práctica en
otros espacios, sin consideración hacia
lo que es importante en aras de la
“agilidad”. El periodismo dossier que
favorece Aristegui es imprescindible
para combatir la superficialidad que
amenaza convertirnos en meros consumidores
de novedades.
Otros afirman que hay un sesgo en
sus coberturas debido a una agenda
personal de la conductora en temas
como Televisa. Yo simplemente diría
que me parece admirable el esfuerzo
que ella hace para mantener un periodismo
profesional a pesar de los
muchos ataques personales que recibe
procedente de esos y otros frentes.
Al cierre de esta columna se desconoce
la decisión que Carmen tomará.
No lo tiene fácil. Renunciar equivale
a conceder a MVS lo que desea: congraciarse
con la presidencia ofreciendo
la cabeza de la periodista incómoda.
No renunciar supone prestarse a una
mascarada: conducir un noticiero sin
estar en control de sus contenidos.
Por lo demás, es muy probable que
los agravios de la empresa en contra de
la periodista no pararán hasta conseguir
su propósito. Desde luego cabe
una tercera posibilidad; que la presión
de la opinión pública eleve la factura
de imagen a tal grado que conduzca a
los Vargas a rectificar.
Ya sucedió, hace cuatro años, cuando
fue despedida por hacer alusión a los
presuntos hábitos etílicos de Calderón,
y la indignación de la gente obligó a la
empresa a reinstalarla.
Pero francamente no veo las condiciones.
El sistema en su conjunto
se ha endurecido. Cientos de miles de
firmas pidieron que no se instalara a
Medina Mora en la Suprema Corte
y resultaron infructuosas. Pudieron
haber sido millones de firmas y habría
dado lo mismo. Los que están en la
cima han decidido dejar de escuchar.
O para ponerlo en términos de la
Plaza Tiananmen, de China, no es el
momento de ponerse enfrente de los
tanques, porque está claro que estos
no van a detenerse.
@jorgezepedap


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