lunes, 29 de abril del 2024
 
Por Gaudencio García
Columna: Plana Mayor
Oídos sordos de la rectora de la UV
2015-04-02 | 21:07:57
No supieron a tiempo escuchar el reclamo airado de la comunidad estudiantil y académica de la Universidad Veracruzana (UV), para garantizar la salvaguarda de los universitarios. Como el Estado mexicano no sólo fueron rebasados por el crimen organizado sino que éste penetró las venas de las propias instituciones públicas.
Para qué lamentar ahora si asumieron la máxima salinista “no los veo ni los escucho”. Atomizados los cárteles de la droga en el país y en la entidad, en pequeñas bandas gansteriles que se aprovechan de la oscuridad y falta de vigilancia en privadas y calles semidesiertas en las principales ciudades del Estado, han puesto en jaque a los ciudadanos de a pie y a la sociedad.
Las células del crimen organizado se han dispersado en la geografía veracruzana, en su paso cometen todo tipo de fechorías para elevar sus ganancias ilícitas, el plagio, derecho de piso y robo con violencia son los delitos más redituables de esta plaga que son como la marabunta.
Tiene rato que han hecho su nicho en las instituciones públicas y privadas de educación superior, superior medio, pero las autoridades de la Universidad Veracruzana y de la Secretaría de Educación de Veracruz, han actuado con lentitud, pasividad e indolencia ante el acecho de la delincuencia organizada. La venta de drogas al menudeo está a la orden del día.
Los protocolos de la UV, de la que es titular Sara Deifilia Ladrón de Guevara, y de la Secretaría de Educación (SEV), bajo el mando ahora del político priista sureño Flavino Ríos Alvarado, han sido insuficientes para contener los focos de violencia, robo, violaciones y plagios que se han cometido en los entornos de las instituciones públicas de educación superior y media superior.
En las cinco regiones del Estado de la Universidad Veracruzana, el crimen organizado y delincuencia común se han convertido en la pesadilla execrable para las comunidades universitarias y académicas, donde el robo a estudiantes y saqueo a los autos de los docentes es uno de los viacrucis recurrentes, ante la pasividad y asimetría de la rectora Sara Deifilia Ladrón de Guevara.
Ni los recientes hechos ocurridos en la conurbación de Veracruz-Boca del Río, donde violaron en diferentes fechas a una decena de jóvenes estudiantes un grupo de facinerosos, conmovieron a la representante de la Máxima Casa de Estudios. No son hechos aislados, como la rectora intenta minimizarlos, son focos rojos que no le han merecido una pisca de su atención, salvo sus comilonas con los mejores chefs de Xalapa y en el Estado.
La cortina que le han formado su séquito de incondicionales y escuderos, le impiden visualizar más allá de su férula las llamas de inconformidad, de angustia, de zozobra y de encono que se ha ido tejiendo de la comunidad docente y universitaria por soslayar oprobiosamente los sombríos rasgos de violencia en las regiones de la Universidad Veracruzana.
Para la comunidad estudiantil y académica de la región de Xalapa, ante la indolencia y obcecada rectora —es la primera vez que la UV es dirigida por una mujer—, no les queda más alternativa que crear comités de vigilancia universitaria para salvaguardar la integridad física, patrimonio y garantías individuales de sus congéneres, por el acecho de los grupos criminales.
Qué sorpresa que hoy tengamos una rectora misandria.
AL CALCE… Qué curioso. Tantas observaciones de la Auditoría Superior de la Federación (ASF) —nada más fueron 183 que están en curso— al gobierno de Veracruz, que el imaginario colectivo pensó perversamente que alguien secuestró a los expertos del Órgano de Fiscalización Superior (ORFIS) y de la Contraloría General del Estado (CGE). Nadie se explica en su sano juicio por qué el extitular de la Sefiplan, Mauricio Audirac Murillo, y sus testaferros no pudieron justificar 41 mil millones de pesos que están bailando del presupuesto 2014 del gobierno duartista. ¿Acaso fueron secuestrados por el crimen organizado o algún otro brazo ejecutor para desviar la atención? ¿Dónde está el dinero ejercido? ¿Qué destino tuvo? Son algunas interrogantes que tendrá que resolver el moderno Sherlock Holmes de la ASF, mientras aterriza el nuevo fiscalizador de hierro para limpiar la caja de Pandora en Veracruz. Comentarios a gaugar@gmail.com o ggaudencio@yahoo.com.mx
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