domingo, 28 de abril del 2024
 
Por Catón
Columna: De política y cosas peores
Sembraron corrupción en el campo
2015-04-13 | 09:33:31
Un individuo comentó: “Mi esposa es un objeto
sexual. Siempre que le pido sexo objeta”...
El petrolero texano llegó al Banco Mundial
y dijo: “Vengo a pedir un préstamo”. Le preguntó
el director: “¿Cuánto quiere?”. Replicó
el texano: “¿Cuánto tienen?”...
La linda chica invitó a Babalucas: “Ven
esta noche a mi casa. No habrá nadie”. Fue
Babalucas. Y en efecto, no había nadie...
Celiberia Sinvarón, madura señorita soltera,
recibió en su casa la visita de don Gerontino,
añoso caballero. Le ofreció una copita de
rosoli, y luego otra, y otra más. Animado por
esas libaciones don Gerontino dijo: “Amiga
mía: podrá haber invierno en mis canas y
otoño en mi rostro, pero llevo en el corazón
un cálido verano”.
Replicó la señorita Himenia, a quien también
le habían hecho efecto las copitas: “Todo
eso del invierno, el otoño y el verano en las
canas, el rostro y el corazón está muy bien,
don Gerontino. Pero me gustaría que tuviera
un poco de primavera más abajo”...
El famoso general daba una conferencia
a los soldados. Dijo: “Fui militar durante 50
años. Combatí en cuatro guerras, anduve por
los cinco continentes, y nunca me sucedió
nada malo”. Un recluta le comentó, admirado,
a su vecino de asiento: “¡Qué suerte tuvo!
¡Deben haberle tocado puras muchachas
sanas!”...
El bebé nació pelirrojo. La enfermera,
curiosa, le preguntó a la flamante madre:
“¿El papá del niño también es pelirrojo?”.
“Quién sabe -respondió la muchacha-. No
se quitó el sombrero”...
Alguna vez un sociólogo, un economista o
un historiador hará el balance de la Reforma
Agraria realizada en tiempos del Presidente
Cárdenas, con el reparto de tierras y la creación
del ejido, y dirá la verdad acerca de los
efectos que trajo consigo esa reforma.
La historia oficial se encargó de inventar
una leyenda negra acerca las haciendas mexicanas.
Se trazó el dibujo de un hacendado
feroz que esclavizaba a los peones y los tenía
atados a la hacienda igual que siervos de la
gleba.
No dudo que hayan existido algunos de esa
laya, pero la verdad es que el caso general era
el del hacendado paternalista que protegía a
sus trabajadores -siquiera fuese por interés- y
les daba una existencia digna.
En todos los casos las haciendas de México
eran altamente productivas. ¿Cuáles fueron,
en cambio, los frutos del ejido? La tierra se
dividió en tal modo que dejó de producir. En el
campo se instauró una tremenda corrupción.
Los campesinos quedaron convertidos
en una especie de menores de edad o incapacitados
que ni siquiera eran dueños de la
tierra que trabajaban, y a quienes los líderes
explotaron más que cualquier hacendado de
los antiguos tiempos.
En lo general el ejido acabó produciendo
sólo una tristísima cosecha de migrantes que
abandonaron el campo para ir a buscar la
vida en la ciudad o en los Estados Unidos.
Decir eso no es políticamente correcto. Pero
es la verdad.
En el consultorio médico el señor le preguntó
a la mujer: “Perdone mi curiosidad,
señora: ¿con qué lee usted?”. “Con los ojos,
naturalmente” -respondió ella, atufada. “Ah,
vaya -dijo el señor-. Como hace media hora
está sentada arriba del periódico...”...
Eglogia, muchacha pueblerina, se vio
precisada a ir a la ciudad en busca de trabajo.
Muy desconsolado se quedó en el pueblo
Gorgonio, su marido. Pasó un año sin que
los dos se vieran. Cierto día Gorgonio recibió
un telegrama: ¡Eglogia regresaba al pueblo!
Debía él ir a esperarla en la estación del tren
tal día a tal hora.
Cuando llegó la feliz fecha ahí estaba Gorgonio
en la estación, a lomos de su burro.
No vio, sin embargo, que por ahí andaba
una burrita. El asno se alborotó. Empezó
a rebuznar, agitado; se meneaba y revolvía
en tal manera que su dueño apenas lo podía
contener. “¡Mira! -le dijo Gorgonio al jumento
entre enojado y burlón-. ¡Como si el telegrama
lo hubieras recibido tú!”...
Al salir de la iglesia donde se casaron el
novio y la novia estaban recibiendo las felicitaciones
de familiares y amigos. El recién
casado se sorprendió al ver que de pronto su
mujercita se levantó el vestido y, volviéndose
de espaldas, le mostró a un sujeto sus lindos
y profusos encantos posteriores.
“¿Qué haces, Nalgarina?” -le preguntó
espantado. Respondió ella con vengativo
acento: “Ese pendejo fue mi novio, y quiero
que vea de lo que se perdió”. FIN.

MIRADOR
››armando
fuentes aguirre
Cuando yo ya no sea yo la primavera
seguirá siendo primavera.
Cuando yo ya no esté seguirán
estando los niños de la escuela y las
muchachas que pasan riendo por la
calle.
Cuando yo sea ausencia seguirá
la presencia del frágil hombre y de la
fuerte rosa.
Cuando yo me haya ido regresará la
lluvia, y sobre mi lugar vacío brillará
otra vez la luna.
Cuando yo sea nada seguirá habiendo
todo.
Quiero amar a la primavera aun
sin mí, y a los niños y a las muchachas
aun sin mí, y a los hombres y a las rosas
aun sin mí. Que llueva la lluvia y que
la luna brille aun sin mí.
Amo a todas las cosas porque de
ellas vengo y a ellas volveré. En el
paisaje sin mí me miro ya desde hoy.
¡Hasta mañana!...
MANGANITAS
››por afa
“...Comprará México vagones de
ferrocarril...”.
Observadores muy duchos
rechazan las inversiones,
pues afirman que vagones
en este país ya hay muchos.


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