sábado, 27 de abril del 2024
 
Por Catón
Columna: De política y cosas peores
Plaza de almas
2015-04-14 | 09:41:14
Se aburría. Se aburría mortalmente, que es
un modo muy vivo de aburrirse. Una mujer
que se aburre es peligrosa tanto para sí misma
como para quienes la rodean. A ella la
rodeaba por todas partes su marido, lo cual
era uno de los motivos de su aburrimiento.
Ese tedio se traducía en silencio. Pasaba
días sin decir más palabras que las necesarias.
En un principio a él le preocupó su
mutismo. ¿Qué te sucede? Nada. ¿Te duele
algo? No. Pero acabó por acostumbrarse -los
hombres acaban por acostumbrarse a todo-,
y optó por callar él también.
Cuando llegaba del trabajo se encerraba
en su cuarto (tenían habitaciones separadas)
y encendía el televisor. Ella, por su parte, leía.
Esa costumbre, la de leer, fue la causa remota
de su divorcio. La causa próxima fue que la
mujer rompió el silencio. No con palabras,
sino en una forma que él no pudo tolerar.
En cierta librería la señora vio un libro
cuyo título le llamó mucho la atención. Se
llamaba Sacudidas. La autora hablaba de la
agobiante rutina que sufren las mujeres que
pasan la vida en su casa, y proponía una serie
de medidas para romper su hastío.
Algunas de las sugerencias eran -digamos-
extremadas: saltar en paracaídas;
emprender un viaje en bicicleta por el país;
fumar mariguana. Las más, sin embargo,
eran muy asequibles, y no presentaban riesgo
alguno: aprender a tocar las castañuelas;
tomar lecciones de chino mandarín; vender
seguros.
Había otras recomendaciones que a ella
le interesaron grandemente, pues tenían
contenido erótico: tomarte tú misma fotografías
desnuda; ver películas porno (sin
acompañante); acostarte con un hombre
20 años menor.
Fue ahí donde encontró el consejo que
finalmente decidió seguir: comprarse un
vibrador. La autora declaraba que el uso de
juguetes sexuales data de los más antiguos
tiempos: se conoce un dildo -artilugio en
forma de pene- proveniente del paleolítico
inferior.
No sé cuándo haya sido eso, pero todo
indica que fue hace mucho. ¡Anímate!, incitaba
la escritora a sus amables lectorcitas. La
mujer tiene derecho a buscar el goce sexual en
la manera que le acomode más, y un vibrador
es un medio fácil, seguro y económico de
conseguir ese deleite.
Visitar un sex shop es hoy tan natural
como ir al súper. Ahí podrás adquirir cosas
que enriquecerán tu intimidad y le darán
nuevo sentido a tu existencia.
Fue la señora, pues, a una de esas tiendas
-se puso lentes negros, pues era católica, y
con los lentes sentía menos remordimiento-,
y compró un vibrador de la marca Twist and
Shake (placer garantizado o la completa
devolución de su dinero).
Esa misma noche lo probó. Aquello fue
un descubrimiento. Sintió cosas que jamás
había sentido. Volvió a tener vida sexual, que
hacía mucho tiempo no tenía. Al marido
no le extrañó escuchar aquel ruidito en el
cuarto de su esposa; pensó que se estaba
secando el pelo.
Pero una vez las vibraciones lo despertaron
a las 2 de la mañana. Esas no eran horas
de secarse el pelo, razonó. Fue a donde estaba
su señora y la encontró ocupada en aquel
solitario menester. Ella le dijo que no podía
dormir, y que el aparatito era un somnífero
muy recomendado por la ciencia médica.
El tipo no creyó la explicación. Se molestó
bastante. Que tu esposa te engañe con otro
hombre es cosa seria, y más que te sea infiel
con otra mujer; pero que te ponga el cuerno
con un artículo de plástico, aunque sea
americano, es algo inadmisible.
Le ordenó a su consorte que se deshiciera
del vibrador. Ella invocó sus derechos de
mujer. Dijo el marido: O él o yo. La señora
no respondió, y su silencio fue interpretado
por el esposo como señal de que ella prefería
el aparato. De ahí vino el divorcio.
Ahora él sale a la calle buscando un cariño,
buscando un amor, y ella se está en casita
feliz con su Twist and Shake. Desde luego
-lo juro por lo más sagrado- este texto no es
para hacer propaganda a los vibradores, ni
de esa marca ni de ninguna otra.
Tampoco es un relato pornográfico. Menos
aún constituye un alegato feminista.
Trata solamente de las infinitas formas que
puede tener el erotismo, una de las mayores
riquezas de lo humano. Con ese espíritu
lo escribí. Con ese mismo espíritu se debe
leer... FIN.

MIRADOR
››armando
fuentes aguirre
El granizo no conoce la piedad.
Es inmisericorde. Es implacable.
No perdona a la flor, ni tiene compasión
del fruto. Se burla de la oración
de las mujeres y de las maldiciones
de los hombres. Se ríe si cubres tus
árboles con telas protectoras: él
las vence con su peso, y quiebra sus
ramas, y te quiebra a ti.
Granizó ayer en mi huerto. Los
granizos tenían el tamaño de las
canicas con que jugué de niño. En
el techo de la casa se oían como
balazos. Pronto la tierra se pintó
de blanco. Blanco muerte.
¿Cuánto tiempo duró la tempestad?
Unos minutos. Toda la eternidad.
Mañana don Abundio hará su
broma acostumbrada: “El granizo
me acabó la huerta, licenciado”. “A
mí también, don Abundio”. “Ah,
vaya. Entonces la cosa no estuvo
tan mal”.
La gente del Potrero mira el suelo
cubierto con las hojas que tumbó
el granizo y dice: “Lo hace quien
puede”. Algunos dirán que eso es
resignación. Yo digo que es fe. Y con
la fe viene siempre la esperanza.
¡Hasta mañana!...
MANGANITAS
››por afa
“...Renunció el titular de la Conagua...”.
Los periódicos lo anuncian
con caracteres mayores.
Otros hacen cosas peores,
y ni por pienso renuncian.


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