Por Alfonso Villalva P.
Columna: Animal de costumbres
Animal de costumbres
2015-04-24 |
09:40:53
Una vez más quedé atrapado por el
tráfico de la Ciudad de México precisamente
en esa esquina chocarrera
que a un extremo tiene la efigie
de Luis Donaldo Colosio y al otro,
un malogrado y grosero santuario
erigido sin derecho ni consideración
a las vÃctimas de violencia en los
años recientes.
Agravada la esquina de marras
con propaganda de quienes muy
sonrientes solicitan un voto para
hacer lo que mejor hacen e impedir
que lo hagan los demás competidores
en su detrimento.
De todos los colores, descalificando
al adversario que, para mayores
señas, hace muy poco tiempo
seguramente era ensalzado como
parte del otro grupo al que hoy ya no
pertenece pero quizá pertenecerá
para la siguiente elección.
Allà atrapado y sin salida, en
esa comunidad sui generis que nos
ubica con esos atascos automovilÃsticos,
en ciertos momentos del
dÃa, muy juntos con otros conciudadanos
cuya humanidad está tan
solo a dos palmos de terreno entre
un espejo retrovisor y otro, pero
atrincherados con nuestras corazas
de acero que nos aÃslan de los demás
para siempre.
Allà estaba, decÃa, y con la radio,
los periódicos y las redes sociales
a toda leche reportando desde
Altamira. La balcanización, la
colombianización, la iranización...
¡Pero que arrogantes somos! La
mexicanización, digamos la verdad
con sus letras, rediviva y en glorioso
tecnicolor, recordándonos que en
eso nos hemos convertido desde
hace lustros y lustros, desde que los
grupos que se disputan el control
de nuestro paÃs decidieron salir a
las calles a ajustar sus cuentas, a
pasar fÃsicamente sobre los terrÃcolas
de por acá, a reclutar a niños
para hacer el trabajo sucio -asqueroso-
que su perversidad es capaz
de desarrollar.
Allà estaba ante dos sÃmbolos ignominiosos
que cronológicamente
marcan dos o hasta tres generaciones
de mexicanos que nos hemos ya
hecho a la idea de vivir en presencia
de la sangre, el asesinato cobarde, el
arrebato hostil y bélico; la metralla
en el costado de mamá y las venganzas
callejeras de las pandillas
auspician esta fábrica macabra de
viudas, huérfanos y padres en pena
deambulando para encontrar los
restos mortales de sus vástagos.
Mexicanización. Y aunque no les
guste a los más exquisitos defensores
de una ficticia buena reputación
nacional de paz que hace muchos
años desapareció, aunque lo utilicen
de discurso soberano quienes
degradan impune y soberanamente
nuestra esencia más pura en discursos
banqueteros, aunque encabrite
a los senadores, diputados y
candidatos diversos que muestran
su rechazo al concepto a bordo de
vehÃculos blindados y sin una tumba
vacÃa que llorar. Aun asÃ.
El hombre es un animal de
costumbres, repetÃa el gran Jorge
Zamora a manera de resumen recurrente
para explicar la capacidad de
los seres humanos para adaptarnos
al entorno.
La costumbre se nos está haciendo
tener luto permanente por
aquÃ: las muertas de Juárez, Acteal,
Aguas Blancas, Ayotzinapa, Apatzingán,
Veracruz, Torreón, Altamira
y todo Tamaulipas... VÃctimas
en forma de cardenales, maestros,
diputados, alcaldes, transeúntes,
candidatos presidenciales, amas
de casa, estudiantes, legisladores...
Yo no me quiero acostumbrar asÃ.
¿y tú?