domingo, 28 de abril del 2024
 
Por Leo Zuckermann
Columna: Juegos de poder
Será un triunfo de gobernadores, no del Presidente
2015-04-27 | 09:59:29
Desde 1997, el partido gobernante
pierde escaños en la
Cámara de Diputados después
de las elecciones intermedias.
Fue el caso del PRI
con Zedillo (por primera vez el
tricolor no obtuvo mayoría en
su historia), del PAN con Fox y
también del PAN con Calderón.
Todo indica, sin embargo, que
no será el caso del PRI con Peña
en los próximos comicios de
junio. ¿Por qué?
En las elecciones intermedias
sólo se renueva la Cámara
de Diputados. Trescientos legisladores
se eligen por distritos
en un sistema donde gana el
candidato con más votos,
aunque sea uno solo. Esto suele
beneficiar al partido con más
presencia territorial. En México
es el PRI. Los votos a favor
de los demás partidos están
más concentrados en ciertas
regiones del país.
Cuando hablamos de la
próxima elección, en realidad
debemos hablar de 300 elecciones
a lo largo y ancho del país
donde el PRI es competitivo en
casi todos. Al PRI le favorece,
además, que el voto por los 200
diputados restantes, elegidos a
través de cinco listas regionales
de representación proporcional,
se hace en la misma boleta
que los diputados de mayoría.
El elector que sufraga a
favor del candidato del PRI en
su distrito automáticamente
vota por el PRI en las lista de
los llamados plurinominales.
Si el PRI no gana el distrito,
sus votos le sirven para la representación
proporcional.
Estas reglas producen una
natural sobrerrepresentación
del partido con más votos y
mayor presencia territorial en
los estados, es decir, el PRI.
Aunque los porcentajes
que reportan las encuestas
nacionales son indicativos, para
saber qué puede pasar en junio
debemos hacer un análisis más
fino tomando en cuenta estas
reglas. La semana pasada, en
una mesa de debate con los
principales encuestadores del
país (Ulises Beltrán, Roy Campos,
Jorge Buendía y Francisco
Abundis), todos coincidieron
que existe una probabilidad
alta de que el PRI, junto con
el Verde, tengan mayoría en la
próxima Cámara de Diputados.
Hoy esta alianza no llega a
los 251 diputados que se requieren
para aprobar una ley. Para
su fortuna, se les ha sumado
Nueva Alianza: juntando estos
tres partidos alcanzan los 251.
La diferencia es que, al parecer,
la alianza del PRI-Verde
ya no requerirá del PANAL. De
acuerdo a escenarios presentados
por Beltrán, es muy posible
que priistas-verdes ganen unos
261 diputados en total. De ser
así, se rompería la tradición,
establecida desde 1997, de que
el partido gobernante pierda
legisladores en las intermedias.
Esto, desde luego, sería
una estupenda noticia para el
gobierno de Peña. Sobre todo
para lo que viene: un recorte
al Presupuesto de Egresos que
sólo aprueban los diputados. Y,
de cumplirse este pronóstico,
en Los Pinos descorcharían
el champagne para celebrar:
a pesar de la debilidad de la
economía, Tlatlaya, Iguala y
los escándalos de las casas, el
PRI tendría más diputados que
los que ganaron hace tres años.
Pero tienen que tener cuidado
de no interpretar esto como
una victoria del Presidente. Si
en realidad el PRI-Verde sacan
más diputados de los que hoy
tienen, será un triunfo de los
gobernadores. Hay que recordar
que el PRI gobierna en 20
estados y el Verde en uno. Son
ellos los que están operando
esta elección y, hay que decirlo,
se han vuelto unos expertos en
esta materia.
En 2003, después de analizar
los resultados de la elección
intermedia, escribí un artículo
en Proceso que demostraba cómo
los gobernadores se habían
convertido en los nuevos “virreyes”
del sistema político con
una gran capacidad (política
y financiera) para ganar elecciones.
Y los mejores “virreyes”
eran los priistas. No sorprende,
entonces, que este partido haya
nombrado como delegados en
los estados a ex gobernadores,
sobre todo en aquellos donde
no gobiernan.
En Oaxaca, por ejemplo,
mandaron a un viejo lobo de
mar, el exgobernador veracruzano
Fidel Herrera, para ganarle
la elección a un extraviado
Gabino Cué.
Creo que el argumento de
mi artículo de 2003 (titulado
“Los nuevos virreyes”) seguirá
vigente después de junio: la de
2015 será otra victoria más de
los gobernadores, no del Presidente.
Supongo que en Los Pinos,
urgidos de darle la vuelta a la
crisis de popularidad presidencial
de los últimos meses,
saldrán a “vender” el resultado
como un triunfo de Peña. Están
en su derecho. El problema es
que se lo crean.
Twitter: @leozuckermann


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