sábado, 27 de abril del 2024
 
Por Leo Zuckermann
Columna: Juegos de Poder
2015-05-20 | 21:33:24
Una comparación de la casa de Peña vs la de Ebrard


Pablo Hiriart, colega columnista de El Financiero, cuestiona por qué los que protestaron por la casa blanca de Peña “ahora no ponen el grito en el cielo por el flagrante conflicto de interés de Marcelo Ebrard con la privatización de un inmueble en beneficio de su hermano…donde él vive ahora”. Es una buena pregunta y creo tener una respuesta: porque Peña es Presidente y Ebrard un simple ciudadano.
Antes de explicar mi argumento, resumo el escándalo inmobiliario de Ebrard destapado por Milenio esta semana. Como jefe de gobierno del DF, Marcelo vendió, en un millón de pesos, un predio en una de las mejores zonas de la colonia Roma, la Plaza Río de Janeiro, a una empresa inmobiliaria donde su hermano, Enrique, era socio. Según Milenio, el predio en realidad costaba unos 33 millones de pesos. Los nuevos dueños construyeron ahí un edificio donde Marcelo vive y paga una renta dc 80 mil pesos mensuales.
Dice Ebrard que no hay ningún ilícito porque dicho inmueble nunca estuvo escriturado como propiedad del DF. Pero, más allá de esta explicación, el hecho se ve mal. Me parece que sí podría haber un posible conflicto de interés (maravilloso eufemismo que nos hemos inventado para no decir probable caso de corrupción), tal y como ocurrió con la casa blanca que Grupo Higa, contratista favorito de los gobiernos de Peña, le financió a la Primera Dama para vivir ahí cuando el Presidente terminara su gestión.
Frente a este tipo de escándalos, hay tres posibles castigos: jurídico, político y mediático.
El primero tiene que ver con la investigación por parte de las autoridades judiciales de un posible ilícito. Comparemos, entonces, los casos de Peña y Ebrard. El primero tiene fuero y, de acuerdo a la ley mexicana, es prácticamente inmune: no lo pueden investigar ni procesar por nada. Incluso, a diferencia de Estados Unidos, en México no procede el juicio político en contra del Presidente. No sorprende, entonces, que por el caso de la casa blanca no haya ni una sola investigación judicial al momento. Lo único que hay es la guasa de que el secretario de la Función Pública, subordinado de Peña, indagará las posibles irregularidades. Ya podemos imaginar, desde hoy, las conclusiones de la “pesquisa” de Virgilio Andrade.
Muy diferente al caso de Ebrard. Como simple ciudadano que es, puede ser investigado y procesado de inmediato por su casa en la Roma. De hecho, el actual jefe de gobierno capitalino, Miguel Ángel Mancera, quien quiere hundir a Ebrard, ya ordenó a la Oficialía Mayor del DF que investigue y dé resultados pronto. Conclusión, en esto de las casas sospechosas y su posible castigo judicial, Ebrard recibe un gol, Peña no.
Pasemos al castigo político. Siendo Peña el Presidente ha logrado neutralizar el sistema democrático de pesos y contrapesos. La oposición, por increíble que parezca, no lo ha atacado por la casa blanca. Ni hay una investigación en el Congreso ni ha salido el tema en las campañas electorales en curso. Ebrard, en cambio, ha recibido todo tipo de ataques de los priístas y particularmente de perredistas por el asunto de su casa. A eso hay que sumar las investigaciones que se trataron de hacer desde el Congreso para aclarar el escándalo de la Línea 12 del Metro para determinar la responsabilidad del ex jefe de gobierno en el asunto.
No por nada a Marcelo le urge convertirse en diputado para adquirir fuero que lo proteja de posibles castigos judiciales y políticos. En este sentido, el contraste no podía ser mayor entre Peña y Ebrard. El primero despacha en Palacio Nacional. El segundo está tratando de entrar a la Cámara de Diputados por la puerta de servicio utilizando la penosísima fórmula de Juanito: ser el suplente de un diputado que renunciará para dejarle su escaño. Como en el caso anterior, mientras que la meta de Peña está intacta, la de Ebrard ha sido vulnerada.
Finalmente está el castigo mediático. Aquí tiene razón Hiriart que la cobertura mediática ha sido más dura contra el Presidente que con Ebrard. Por una razón lógica: Peña es el actual mandatario y nunca, en la historia contemporánea del país, habían agarrado a un Presidente en turno con las manos en la masa. Eso, como bien sabe Pablo al ser periodista, tiene un valor noticioso espectacular versus la historia de la casa de un ex jefe de gobierno en desgracia. Y aunque tampoco podemos presumir que al Presidente lo han castigado mucho en los medios por lo de la casa blanca, estoy dispuesto a reconocer que el gol, en este rubro, se lo lleva Peña en comparación a Ebrard.
Conclusión: pierde Ebrard dos goles a uno frente a Peña. ¿O no?, mi estimado Pablo.


Twitter: @leozuckermann
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