viernes, 03 de mayo del 2024
 
Por Rafael Arias
Columna: Mutatis Mutandis
Economistas, realidades y utopías
2015-05-29 | 08:48:20
Primera parte Recobro palabra no olvidada, que el presente hace vigente. Y en el libro sagrado, se dijo: “a quien tiene mucho se le dará más y al que tiene poco se le quitará lo poco que tenga”. Muchos siglos después, Gunnar Myrdal, un economista sueco pero no frío, en sus delirios de justicia utópica, cambió las palabras, pero en esencia dijo lo mismo: “En el futuro, la brecha se ampliará, los pobres serán más pobres y los ricos más ricos”. A esto, los comunicadores que aprovechan todo mensaje, lo bautizaron como círculo vicioso de la pobreza. Más tarde Marx y seguidores persiguieron la utopía contra la desigualdad extrema, intento que la condición humana y el poder económico siempre presente convirtieron en fracaso, pero el ideal sigue vigente, en teoría no hay claudicación. Desde entonces, entre otras, dos cosas han sucedido: primero, estadística y materialmente se ha comprobado la profecía: la mayor abundancia que hay es de pobres; y la segunda, la mayor parte de los economistas continúan enredados en los círculos de su pobreza, es decir, frente a este ancestral problema sólo tienen la solución del queso oaxaqueño: se hacen bolas. Aunque hay quienes sospechamos, que simplemente se hacen… Lo cierto también, es que mujeres y hombres de bien no se resignan a la pobreza y a la injusticia. No aceptan la falta de oportunidades, la desesperanza, el sacrificio y el sufrimiento permanente. Se rebelan y luchan. Saben que presente que se pospone, es un futuro que se cancela. Por eso
resisten, perseveran e insisten. Lo hacen generación tras generación. Una, otra y muchas veces. Son llama que no se apaga, inconformidad siempre presente. En nuestro país, como resultado de ese singular movimiento revolucionario de 1910, muchas utopías olvidadas o presentes, renacieron y tuvieron su oportunidad; otras fueron inventadas, adaptadas o modificadas por los mexicanos, que decidieron emprender la gran aventura de ganar la Historia y tomar el destino en sus manos. Durante toda la era de los gobiernos de la revolución, interna y externamente, se enfrentaron grandes resistencias, inigualables obstáculos y se desafiaron enormes retos. Bien se sabe que múltiples trabajos y valiosos recursos fueron requeridos por ese singular esfuerzo, de construir el futuro propio. El intento se hizo y por generaciones, los mexicanos dedicamos tiempo, recursos y voluntad para construir nuestra propia utopía. Mucho o poco se logró, pero no hay duda que se intento con singular esperanza y esfuerzo. Hay, desde entonces, para la Historia, es decir, para las futuras generaciones, una evaluación que realizar, a través de las múltiples lecturas que se haga de esta era y de otras; así como de las innumerables experiencias y enseñanzas que se puedan aprender. Cada lectura, cada evaluación encontrará logros y también pendientes. Avances y retrocesos. Bueno y malo. Todo lo que conforma nuestra existencia humana.
En este contexto posrevolucionario, otros economistas, víctimas también de calenturas similares, decidieron sumarse a los afanes reivindicadores de las libertades y derechos. Preocupados por el aspecto humano reflexionaron, estudiaron compararon, adoptaron e inventaron opciones para hacer realidad la justicia social reclamada, hasta el sacrificio, por los mexicanos. Trabajaron con los caudillos militares y los civiles revolucionarios en la construcción de un Estado responsable de procurar el bienestar social. De una economía mixta que al mismo tiempo que impulsa la iniciativa privada custodia, administra y desarrolla la propiedad social. De un gobierno que propicia oportunidades económicas y, al mismo tiempo, protege la empresa nacional. De un sistema educativo, de salud y de seguridad social sin precedentes. Demanda de autopistas, carreteras y caminos crecientes junto con más y mejores puertos y aeropuertos. También se trabajo en procuración de justicia, seguridad pública e impartición de justicia. De que lo intentaron no hay duda. Sin embargo en este como en todos los rubros, algunos males han crecido y no se han podido erradicar. La inseguridad pública. El crimen organizado, la corrupción y la impunidad son innegables y crecientes. Inocultables como el narcotráfico y el SIDA. En resumen hoy se sabe, que la voluntad política retroalimentada por el reclamo social y el respaldo popular, transformaron la inconformidad en proyecto y realidades. La revolución en institución. El deseo en norma.


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